Ya está llegando el frío, y a esta hora pareciera sentirse más, por eso, a buena entendedora, mucho tejido… Para este año me pude anticipar y hacer por lo menos tres pares de medias para cada quien. Ya voy a aprender a poner las pelotitas, esas de goma que hacen que no resbale, sino parece que andamos patinando, como esos espectáculos que le gustaban a Victoria. ¡Las colas que teníamos que hacer para conseguir entradas y lo que renegabas!… Era una semana de corridas. Por suerte teníamos un plan atrás del otro, no vaya a ser que se aburra y pida irse antes. Igual, creo que eso no venía de la nena, era la madre, la madre le metía cosas en la cabeza todo el tiempo.
No entiendo como una hija, NUESTRA HIJA, puede cambiar así. Se que no me hace bien hablar de esto, pero extraño un poco el bochinche en la casa. Extraño el revuelo que hacía cuando los ñoquis no tenían rayitas, sin rayitas no eran ñoquis, eran pedazos de papa y harina. Es lindo estar acompañada. Nosotros dos también nos hicimos compañía, pero pienso que con ella había ganas de algo más, salir de la rutina, pensar una buena salida… ¿Cuándo pasó así el tiempo? Hoy es día de ñoquis, el mes pasado se me pasó el veintinueve, pero hoy, hoy tocaban los ñoquis. Repaso una y otra vez la receta en mi cabeza: papa, harina, nuez moscada, tomate, oliva… Todavía no sale el sol y ya estoy acá. Madrugar siempre fue lo mío. Sueño débil, ni mejor ni peor, débil. Y ese don de escuchar hasta los autos que pasan por la calle, pero es evidente que no estoy tan atenta, se me pasa hasta el agua, se hierve.
Necesito focalizar, focalizarme, despertarme. Miro el reloj una y otra vez para confirmar que las horas pasan y que esto no es un sueño. No, no lo es. ¿Y ahora? ¿Y si ya es tarde?
Definitivamente, es tarde. Tarde para todo lo demás. Lo dice mi cara, el reloj y la fecha… si por lo menos hubiese escuchado, ese último ruido… el más mínimo movimiento. Pienso pero no puedo imaginarlo. ¿Cómo no pude? ¿Cómo pude cerrar los ojos así tan liviana? Y de golpe, sueño profundo. Como no tuve nunca. Pensar en el bostezo me genera culpa.
¡No hice lo suficiente! No fui suficiente.
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Soy culpable. La culpa que carcome, que se instala y crece, crece como todo. Algunas cosas no deberían crecer, cambiar, deberían quedarse ahí, quietitas, sin modificación. Eso da tiempo. Una suspensión, un tiempo fuera.
Necesito poder pensar en otra cosa, en algo más. ¿Por qué no busqué una alternativa? ¿Me quedé esperando? ¿Qué? ¿Un milagro, una sorpresa?… Los deseos no siempre se cumplen, por más que una los repita cada vez que sopla las velitas, año tras año.
Era ahora, ahora era el tiempo justo del agua, ni muy temprano, ni demasiado tarde.
Me repito, ¡Despertate Moni! ¡Foco! Hay mucho para hacer y sos vos, vos sola, ahora sí sola.Repaso cada minuto de nuestros últimos días¿Cuándo fue que mis cuidados dejaron de alcanzar?
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Me niego a pensar que ya está. ¿Qué voy a hacer sin más tarde de canasta, viernes de pescado? ¿Cómo voy a pasar el vino de la damajuana a las botellas? Ni siquiera aprendí a usar el embudo. Todavía siento tu olor, se impone por sobre el heno de pravia que llevo y hace sentir que todavía estás. Suspiro mucho. Siento que el aire no alcanza, que me ahogo. Escucho un tono de fondo que suena. Suena sin parar. Pero no es tiempo de eso, no ahora, hay mucho para hacer. Es hoy, es mi tiempo. Atrás queda el nuestro, el que fue.
Tengo que ponerme a pensar y solo quiero ir a la ventana, mirar afuera, sentir aire. El aire a la madrugada se siente más limpio, sin olor, sin perfumes ajenos. Otra vez vienen los bostezos, y no es tiempo. Sola no voy a poder. Dejé que el tiempo pase, y me gustaría que no pase más. Ir a la mesa como todas las noches después de la cena, tomar una copa de vino y quedarnos ahí, sin más. Estar.
Y me parece sentir un tono cada vez más agudo e insistente de fondo. El dolor no se va a ir nunca por más acompañada que pueda estar. Van a ser pequeños alivios temporales. Quiero esperar sentada que el sol aparezca, y que eso no me haga sentir mal. Sentir, le temo un poco a eso. Nunca pude evitar el dolor. Me acerco al teléfono, y el sonido del tono es cada vez más fuerte. Y se repite sin parar. No me deja pensar.
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Dejo caer mi cuerpo al piso, sentir el frío. Un frío que me hace respirar profundo, sacando la presión del pecho. Respiro y pienso. Pienso que no sé conciliar el sueño, pero por alguna razón lo logré por primera vez, y mi oído agudo no me despertó. Otra vez bostezos. Intento ponerme de pie, y ese tono que insiste y taladra. El dolor no se muere, se alivia por momentos. Después de un tiempo me levanto y ahí si me acerco al teléfono. Hay números, muchos. No entiendo, no pienso. Un último esfuerzo. La mirada se va al reloj, al televisor, y a la mesa que quedó con dos copas vacías y una botella. Y se me viene a la cabeza lo que siempre me decías, “la distancia del tiempo la marcan los olvidos”. Repaso una y otra vez la receta de los ñoquis, para no olvidarme: Papa, harina, nuez moscada…con rayitas, siempre con rayitas.
Tengo el tubo del teléfono en mi mano. El tono insistente para. Abro una libreta y ahí está, en tu imprenta mayúscula el nombre Victoria y un número. Casi mecánicamente marco. Pasa un rato y una conversación telefónica. Aparecen los bostezos otra vez. Y me parece ver el sol que entra por la ventana. Respiro. Ya parece que no me ahogo.
Cuelgo el teléfono y espero sentada.
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El tiempo justo del agua
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Las mujeres vienen creciendo en número y relevancia en el mundo de los videojuegos. Stephanie, Natalia y Florencia nos cuentan desde sus roles, cómo ven el desarrollo de este octavo arte que lidera el mercado audiovisual, y también cómo entienden su lugar, siendo mujeres, en la industria. Stephanie Zucarelli es comunicadora especializada en cultura y videojuegos e integrante fundadora de la agrupación Women in Games Argentina. Natalia Castillo es productora, docente en la Universidad de Córdoba y en las Diplomaturas de Videojuegos del Instituto Universitario Patagónico de las Artes -IUPA-, y supervisora del desarrollo de videojuegos en la empresa Wopidom, que presenta su base en París y tiene filiales en Córdoba y Buenos Aires. Florencia Calderón es técnica en encefalografía durante la mañana y por la tarde gamer y streamer -juega videojuegos y desarrolla contenidos online a partir de sus partidas en vivo en su canal de Facebook Florrchi Games-.
En el contexto de la Pandemia del Covid-19, Steph asegura que los videojuegos van a ir ocupando más lugar de manera natural, ya que se mueven en este híbrido de realidad, donde se juega de manera física y en la virtualidad. En este sentido, la periodista menciona que las personas ya se dieron cuenta que requieren una identidad virtual. Flor, desde su experiencia gamer comenta que la cuarentena llevó a muchas mujeres a jugar más y le permitió contactarse con chicas de todos lados.
Respecto a sus inicios en este mundo, Steph empezó jugando con su hermano mayor y encontró en ese espacio de juego un lenguaje en común con él. Por otro lado, los comienzos de Flor fueron jugando al Sega y al Family Game; y posteriormente, en la época de los cybers, yendo con su grupo -todos varones- a jugar al Counter Strike, donde pasaba horas enteras compartiendo. Salir a bailar pocas veces era un plan para ella. Natalia, en cambio, cuenta que entró en el rubro por trabajo, gracias a su conocimiento sobre desarrollo de contenidos digitales y coordinación de trabajadores independientes.
En cuanto a la industria de desarrollo de Videojuegos, Natalia, quien conoce perfectamente el ambiente desde su interior, nos explica que Argentina produce una exportación de servicios de videojuegos amplia y muy activa, que beneficia a la economía porque son servicios que se exportan a Estados Unidos y Asia mayormente, y generan divisas. Como no exporta nada físico, es todo digital y virtual, se trata de una industria que requiere talento y capacidad, pero no necesita tanta infraestructura material. De esta forma, si un juego la pega, no importa que sea indie. Etermax, por ejemplo, la compañía que desarrolló el juego Preguntados, empezó siendo una empresa chica y ahora es muy grande y ha logrado localizarse en todo el mundo. Natalia afirma que donde hay capacitación hay potencial.
“Capacitarse es arremangarse, estudiar, aprender las herramientas. Si hay gente capacitada, se puede hacer un polo, se puede empezar a nuclear a esa gente, y desde ese núcleo, motivar a nuevas personas a incorporarse. Todo empieza en no dejar las ganas en ganas. El mundo de los videojuegos es muy cambiante, por eso es importante que la gente que te instruya, que esté subida a la ola.”
Para Steph, la evolución del mercado argentino es inusual, ya que en el país aumentó el consumo gracias a los juegos que se ejecutan a través del celular. El gamer ya no es aquella persona que se encierra con una consola. Los usuarios de videojuegos hoy son una buena parte de la sociedad. Y el aumento de su consumo va a estar dado, según la especialista, por la capacidad de volver más accesibles las consolas y dispositivos, y por la capacidad que tengan las compañías de expandir las estrategias de marketing.
En cuanto a las problemáticas de género presentes en la industria, Stephanie menciona que en las industrias argentinas de videojuegos no se piensa aún en protocolos de género que atiendan a los derechos de las mujeres y diversidades en las empresas, porque las compañías todavía están lidiando con la propia identidad dentro de un mercado. Entidades como FUNDAV (Fundación Argentina de Videojuegos) y ADVA (Asociación de Desarrolladores de Videojuegos Argentinos) han confirmado a la comunicadora que ante problemas entre trabajadores de la industria, no hay respuestas. En muchos casos, los protocolos ni siquiera están en agenda.
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En este sentido, la organización Women in Games, que se fundó por iniciativa de mujeres que trabajaban en la compañía Microsoft en EEUU y tiene comunidades en distintos países, trabaja alrededor de las problemáticas de género que se presentan en el sector, desde la escucha hasta la vinculación a ciertas asociaciones y agrupaciones feministas para atender distintas cuestiones y entrar en acción. Steph es responsable de Comunicación dentro de la agrupación en Argentina (WGARG).
Resulta relevante en WGARG la incorporación de disindencias, expresiones de sexualidad que cuestionan el régimen político heteronormativo y la matriz heterosexual. La comunicadora explica que fue unánime la decisión de integrar disidencias a la agrupación, porque creen que es un espacio poco representado que también necesita visibilizarse y encontrar personas que padezcan situaciones similares.
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Los inicios de Women in Games Argentina, por Stephanie Zucarelli.
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Desde hace unos años hay mayor presencia de la mujer en los videojuegos. Florencia, desde su experiencia como jugadora, afirma que este hecho, inclusive en la actualidad, le choca a muchos hombres. Cada vez se equiparan más los personajes femeninos a los masculinos. Y para Flor esto implica un cambio, porque da cuenta de que los videojuegos no son juegos exclusivos para el género masculino.
“Los millennials, nacimos con la idea de que a los chicos se les daba autitos y a las chicas, Barbies. A las mujeres se nos dió todo lo que estaba relacionado con juegos simbólicos: vas a ser la mamá y vas a cocinar. En cambio, tenías una apertura mayor para los juegos de construcción e imaginación en abstracto para un nene, como los ladrillitos. ” -remarca Steph-
Stephanie explica que el juego es la manera en que nos enseñan las diferentes habilidades sociales. Por lo tanto, la imposición del juego hace que posteriormente, estas actividades lúdicas se vuelvan rutinas de la vida adulta. El problema es que la mujer termina por no encontrar el espacio donde desarrollar su mente ociosa, porque desde chiquita el código que le enseñaron fue otro. Bajo estos adoctrinamientos, el hombre adopta la actitud de probar videojuegos, y logra dar lugar con mayor frecuencia a su momento de ocio acompañado de una Playstation, alguna consola o una computadora. Y la mujer, en cambio, no sabe por dónde empezar, no sabe qué hacer.
Por otro lado, Steph afirma que la marea feminista ha sido consolidada como producto por estrategias de marketing de las compañías, por eso hay mayor representación de mujeres en juegos.
“El mercado de los videojuegos ha puesto especial atención a la muestra de mujeres en roles protagónicos a partir de esta última generación de consolas. Yo no recuerdo en mi infancia haber jugado con una protagonista mujer, excepto con Tom Raider, Lara Croft, que me encanta su representación, pero también está esta cuestión de ponerle más polígonos en el pecho como para que tenga más busto, sin sentido. Están objetificando, utilizando la marea del movimiento feminista y las voces de las disidencias para sacar provecho, pero estamos hablando de una industria que no va a mover un pelo si no es por plata. ”
En cuanto a la industria hacia su interior, Steph menciona que para ella la importancia de la incorporación de diferentes géneros y disidencias tiene que ver con la presencia de diferentes experiencias de vida, lo que resulta clave para aportar nuevas perspectivas que enriquecen la visión y el desarrollo de videojuegos. Natalia, adiciona que cuando hay diversidad, es más rico el ambiente.
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Stephanie Zucarelli cuenta en qué consiste la Women in Games Jam.
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Durante la cuarentena, Flor aprovechó para desarrollar sus streamings en su página de Facebook:Florrchi Games, que nació por la insistencia de amigos, quienes le recomendaban que transmita su juego en vivo, por su modo de jugar y su personalidad. La streamer afirma que le costó mucho animarse, pero cuando lo hizo, se sorprendió, ya que encontró en el mundo gamer una nueva motivación. Hoy en día, cuenta con una gran comunidad que sigue creciendo.
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Florencia Calderón comenta su experiencia como streamer. .
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Así como los vivos gamers construyen lazos y brindan sentido de pertenencia en comunidades, también, ocasionalmente, ciertos espacios reproducen discursos de odio volviéndose virulentos. Stephanie asevera que es habitual la asociación de los videojuegos a concepciones machistas, aunque en la realidad no sea realmente así, ya que por el contrario, muchas veces generan inclusión. Pero, por ejemplo, muchos chicos chicanean a chicas a modo de chiste, y sin quererlo replican un discurso de odio, que en su repetición pierde para ellos su connotación negativa. La comunicadora adiciona que el mayor problema se da con la gente que promueve este tipo de discursos de forma consciente e impone su mirada extremista y misógina en estas comunidades de personas jóvenes. En los rades -vivos compartidos en los que un streamer, usualmente popular, propone a su comunidad ir a ver el canal o la partida de otro streamer, menos conocido-, ha sucedido que al tratarse de streamers mujeres, los espectadores visitantes han dejado de poner el foco en el juego, para en cambio, hablar de su aspecto. Sin embargo, Flor asegura que esto está cambiando y hay mucha más conciencia. En esta línea, comenta que una vez un espectador le pidió “que muestre más”, pero, cuenta con cierto orgullo, no tuvo que hacer nada porque la misma gente lo ubicó. Ya está instalada la idea de respeto. Natalia por su parte, comenta que las gamers en ocasiones pasan situaciones que no merecen, cuando quien está del otro lado registra el género y marca una diferencia, debido a la subestimación que algunos tienen de la mujer como jugadora de videojuegos.
Sin lugar a dudas, los videojuegos son el soporte narrativo del siglo XXI. Sin embargo, el canon no los considera un tipo de arte combinada, ni un producto cultural, sentencia Steph. Al respecto, Natalia nos cuenta que se ha separado a los videojuegos de los demás medios audiovisuales, y no hay un motivo claro del por qué, ya que la disciplina incorpora todos los ingredientes audiovisuales. La particularidad de los videojuegos es que son un producto audiovisual diseñado específicamente para una audiencia, y a esto, se le suma la interactividad. Es como una evolución.
“Cuando hacés una peli pensás en hacer algo que te guste a vos, que te de placer a vos, y por ahí no estas pensando en que vas a pedir plata para hacer esa película, que vas a tener que llenar las salas de cine, y que va a tener que haber un retorno de esa inversión. La escena de los videojuegos empieza por la audiencia, empieza desde la otra punta; pensando en qué es lo que le va a gustar a la audiencia. Por eso, es la industria que más recauda. Mira todo el tiempo a la audiencia”, explica Natalia.
En el sector se proyecta contemplando las particularidades de quien está del otro lado: su edad, su lugar de residencia, sus comportamientos, el tiempo destinado a jugar videojuegos, el compromiso con el juego, la necesidad de una recompensa rápida a las acciones que hace, o más lenta. Todo esto y más, moldea el modelo de negocios para que monetice y el juego sea más satisfactorio para quien lo usa. En cuanto al cine, Natalia considera que las series ya encararon enfoques que consideran el comportamiento. La productora sostiene que no hay nada hecho por casualidad en las series, están bien orientadas a las audiencias. Y asevera que estar al tanto del diseño y del marketing suma mucho a los audiovisuales. A su vez, nos cuenta que la industria de los videojuegos no mira a la audiencia para crearle necesidades, como sí lo hace la publicidad; sino que lo hace para satisfacer los deseos que ya tiene, de acuerdo a sus comportamientos. Aunque por supuesto, los satisface para que sigan teniéndolos y consumiendo.
La productora y docente también comenta que otra cosa que le encanta del rubro es el poder trabajar con artistas. Los artistas son indispensables para los videojuegos. Hay mucho trabajo en el sector.
“Si te gusta el arte, es un plus para entrar al mundo de los videojuegos, si te gusta jugarlos, también”.
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De esta forma, Natalia explica sintéticamente la relevancia de los distintos lenguajes artísticos y proyectuales. Los y las visuales, por ejemplo, hacen fondos, ambientes en modelado 3D, 2D, pueden hacer personajes, props (objetos para las escenas), bocetos de arte conceptual. Mientras que los diseñadores y diseñadoras pueden dedicarse a la interfaz de usuario o al diseño visual, que es importante porque el juego tiene que ser intuitivo y debe ser muy claro. Por otra parte, si el juego se va a traducir, debe tener en cuenta los caracteres de otros idiomas. Los juegos a su vez requieren bandas sonoras y sonidos en general, pensados para la interacción usuario-a/videojuego. Los músicos y las músicas marcan la identidad del juego, la carga emotiva. Los y las sonidistas tienen a su cargo generar un feedback a través del sonido a las acciones que establece quien juega, lo cual es importante porque el sonido se percibe antes que la imagen. De las disciplinas audiovisuales es importante la capacidad de trabajo en equipos multidisciplinarios. Pero, lo que destaca Natalia, es que resulta fundamental que todos los y las artistas sepan trabajar en equipo, eso enriquece y potencia los desarrollos.
“Las diplomaturas dictadas en el IUPA en cooperación con la Universidad Provincial de Córdoba, dan cuenta de cómo es la industria de los videojuegos. No importa donde estés, vos podes hacer un juego ahí donde estás. En la diplomatura hay estudiantes de distintas provincias, y deberán trabajar en equipo. Es lo mismo que cuando yo trabajo con un artista de Francia o de Ucrania, no hay diferencia. Lo que te da la virtualidad es que aprendés a trabajar y a aprender de manera remota. Si podes trabajar en equipo de manera remota, estás apto/a para trabajar en la industria.”
De las narrativas de los videojuegos, se desprenden los deportes electrónicos, que al igual que el ajedrez, debieron batallar su lugar en el campo del deporte. Flor cuenta que ahora existen más posibilidades de poder jugar profesionalmente, y que de hecho, varias argentinas compiten profesionalmente y a nivel internacional.
“Entrenan, hacen terapia. Es como un equipo de fútbol. Trabajan en todos los aspectos. Siempre seguí a chicas deportistas de los esports para aprender, para motivarme y esforzarme más en mi juego. Florrchi Games es gracias a esas pocas chicas que se venían animando”.
En cuanto al futuro de los videojuegos, Flor asegura que la realidad virtual es el futuro, sin monitores ni consolas con joysticks, y en red. En esta línea, Stephanie nos comenta que los dispositivos de realidad virtual no terminan de calar en el mercado de manera que, según su visión, el desarrollo de estos entornos va a depender de las personas que estén manejando los precios de los equipos necesarios y de las experiencias, y también de las estrategias de marketing y difusión. Natalia, por su parte, dice ver el futuro no muy diferente del presente. La virtualidad ya llegó hace mucho tiempo, y los videojuegos dominan el mercado del entretenimiento; aunque recién en este contexto, al estar más en casa, las personas están asumiendo más estos entornos.
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Al hablar de consumo de videojuegos, Natalia comenta que si bien existen gamers hardcore que son quienes juegan juegos de estrategia largos o dedican mucho tiempo al juego, digamos el estereotipo del gamer, también están los jugadores casuales que juegan para llenar el tiempo, por ejemplo, desde sus celulares. Contemplando estos últimos, la docente comenta que todo el mundo juega a los videojuegos, de hecho los juegos del celular, hiper casuales, son los que más facturan y que nadie que tenga conectividad, queda exento del consumo de videojuegos. Los juegos, desde su esencia lúdica, también habilitan nuevos espacios para disfrutar, aprender y/o compartir. Son un recurso que permite a las personas adultas conectar con la forma de entretenerse de sus hijos/as, con las narrativas que a estos últimos les son familiares. Muchos juegos de resolver cosas, que tienen cierto nivel de estrategia, hacen trabajar la cabeza, así que no están de más. A su vez, los juegos en red por ejemplo, generan nuevos vínculos y formas de compartir. En este sentido, nuestra referente gamer, Florencia, nos cuenta que gracias a los juegos -en su caso los shooters, los juegos de disparos- ha conocido mucha gente, muchos de ellos actualmente amigos, porque han compartido muchísimas horas de juego.
Finalmente, le preguntamos a las tres referentes qué juego recomendarían a quien lee Árida. Así que surgieron distintas ideas para encontrar nuestro espacio en el gran universo gamer. Steph nos tira algunos tips para rookies (principiantes). Primero, registrar dónde te gusta jugar, si en la compu, en una consola o en tu teléfono. Segundo, pensar en qué aplicaciones del celular usás y te gustan, por ejemplo, si te gusta leer, te podés enganchar con un videojuego narrativo del celular. O sino, tener en cuenta qué juegos disfrutás más, si los rompecabezas, los que son para resolver cosas, los de tiros, los de acción, los de misterio o los educativos.
Steph y Natalia nos recomiendan el Monument Valley 2. Además de ser entretenido y simple, tiene un gran arte, la música es muy relajante, y no es un juego muy largo. Quien lo juega tiene que llegar de un punto A a uno B, interactuando de manera táctil con varios objetos de la pantalla para ir armando un camino. Un dato: una vez que lo descargás, Google te recomienda más juegos.
Flor nos recomienda Watch Dogs 1 y 2, porque son juegos que promueven la toma de conciencia sobre la situación social en la actualidad. Buscan cuestionar, desde la parodia, la discriminación racial y marcar cómo nos controlan digitalmente a través de nuestros datos. Además, permite jugar con multijugador, es decir que se pueden compartir las propias aventuras con más personas.
Es remarcable el crecimiento y el lugar que sigue ganando esta industria en la nueva configuración de la cotidianeidad de las personas a nivel global. Las posibilidades son infinitas, pero todo depende del camino que la sociedad tome, y por supuesto, de las externalidades que la re direccionen. Paralelamente, y de forma transversal, lo que también emerge es el movimiento feminista, que junto a la nueva normalidad llegó para quedarse. Por suerte -o mejor dicho, por vocación y convicción-, las pibas ya están surfeando la nueva ola de la digitalización, y cada vez son más.
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Las opiniones y comentarios desarrollados en esta publicación responden a la subjetividad de lxs autorxs que participan.
Una inmersión al Mundo de los videojuegos
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Pienso en cómo empezar. El miedo a caer en lo obvio, en los clichés, me paraliza y mucho más de lo que me gustaría admitir.
Conforme mi vida avanza, aprendo -afortunada y privilegiadamente- sobre el ser humano, la construcción social, el arte, el cine. Conozco vida y obra de gente demasiado zarpada. Desde leyendas idealizadas que vivieron en otra época, hasta pares de carne y huesos que rozan los míos. Entiendo que, existiendo elles, no hay razón clara por la cual alguien quisiera escuchar lo que tengo para decir. Pienso en lo importante de la inspiración. No me refiero a una suerte de espíritu santo que llega inesperadamente y fecunda una obra, conservando la virginidad de no tener que pasar por tortuosos procesos de escritura; sino de la verdadera inspiración, la humana, la que refuerza nuestra vocación al ser testigues de cómo otras personas se animan, hablan y hacen. Esas que a su paso dejan un rastro de combustible en el suelo de nuestras ideas y nos invitan a animarnos a prender el fósforo y lo más difícil… soltarlo.
Este año tuve la suerte de toparme con dos autoras que despiertan en mí esa admiración tan profunda que viene con una cuota de envidia -sana- de su genialidad y deriva en esta tan anhelada inspiración que menciono. Ellas son Phoebe Waller Bridge y Michaela Coen, creadoras de las series Fleabag y I May Destroy You, respectivamente. Ambas son, también, guionistas y protagonistas. ¿Algo más, chicas?
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Las tramas de las dos series exploran la sexualidad, los vínculos, las pérdidas, los miedos, la profesión, los mandatos, los roles de la mujer en la sociedad, entre muchas otras temáticas de la tupida agenda de la deconstrucción. Nos presentan personajes tan cercanos que se sienten personas, así, reales, como nosotras; que lidian con las mismas cosas y en el mismo mundo, enfrentándose a la doble moral del ser humano.
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Ya con base en ser series concebidas y llevadas adelante por estas dos mujeres brillantes, el feminismo se respira en cada escena sin ser burdamente explícito. Las protagonistas militan con su sola existencia y permanente toma de decisiones. Y es que es un mundo tan hostil para ellas como lo es para mí y como lo es para todas. También esperan de ellas las mismas cosas por ser mujeres, les exigen cumplir los mismos roles, los mismos estándares de belleza, les quieren imponer las mismas limitaciones sexuales y son abusadas de las mismas maneras. Todos los personajes femeninos son interesantísimos y diversos. Las historias nunca se sienten ajenas. A pesar de que conocemos ese mundo, vivimos en él y sabemos cómo funciona, la trama nos incomoda permanentemente. Incluso les que más trabajo hacemos por identificar las fugas en el patriarcado, nos sentimos perdides ante ciertas situaciones que las autoras eligen abordar y todo se complejiza cuando te das cuenta de que son muy recurrentes en la vida real, donde tampoco sabemos qué hacer ni cómo.
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¿No les llama la atención que les espectadores respondamos con tanto interés al incentivo de que se trate de historias de personas comunes? Es increíble el poder de interpelar y acompañar en simultáneo que tiene el arte, en los continuos procesos de cambios sociales, a la vez que un espejo fiel de ellos.
Nada que ver con nada y todo que ver con todo. Me pregunto, ¿cómo se puede ser tan genial? ¿Cómo se puede escribir algo tan inteligente? Es imposible no sentir profunda admiración por mujeres de mi edad que sacan adelante piezas artísticas de este calibre, con este nivel de responsabilidad social y de representación, siendo tremendas autoras y liderando, al mismo tiempo, el circuito comercial desde las plataformas que las financian y los premios que las avalan.
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No paro de pensar en cómo mi yo adolescente sentía admiración por los cuerpos femeninos hegemónicos, mientras que mi yo adulta ahora lo hace por las mentes de mujeres brillantes y creativas, que nos inspiran tanto en el arte, como en la vida. Algo bien estamos haciendo en el grupo de les que luchamos y sufrimos día a día por deconstruirnos, sobre todo Phoebe y Michaela.
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Las opiniones y comentarios desarrollados en esta publicación responden a la subjetividad de lxs autorxs que participan.
Inspiración militante
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Pues en este órden de cosas entendemos que los matemáticos, los aviadores y los ingenieros son tipos muy serios, esquemáticos, y que de tanto aplicar la teoría a su labor terminan llevándola a la vida cotidiana, intentando explicar cualquier andanza con lo que decía tal o cual científico. Y chocan. Generan enojos y refunfuños. Son calificados de insensibles. Pero si de teorías hablamos, hay una bastante infalible a la que todos -matemáticos, aviadores, ingenieros o no- accedemos: “No hay que generalizar”. En mi caso no fue difícil entender la idea. Mi viejo, veterano ingeniero de la Patagonia argentina, conocedor de viejas escuelas, cumple a la perfección con los requisitos para ser pacato, duro y estructurado. De hecho quien no lo conoce puede pensar tranquilamente todo aquello. Pero sigamos siendo científicos y hagamos trabajo de campo antes de vaticinar un juicio así.
Desde que nací, mi viejo pasó sus horas de trabajo viajando. Afuera o dentro del país. Siempre viajando. Reuniéndose con desconocidos y decidiendo vaya a saber qué cosa que nunca pude saber y que, además, nunca le pregunté. Él tampoco me la reveló. Por el contrario, en casa se esmeró continuamente por abstraerse de ese mundo ejecutivo y dar a conocer otra faceta de la que, puedo dar fe, disfrutaba mucho más. Andaba en pantuflas y en joggineta, jugaba al ping pong y se tiraba a la pileta como un niño. Nos prendía la luz de la pieza a las 6 de la mañana mientras dormíamos después de una noche larga, y se escondía a carcajadas. Y cuando debía irse de nuevo, a pesar de volver a la atmósfera de la seriedad, buscaba la manera de mantener con nosotros su llama sensible y divertida. Aprovechando las bondades del Hotmail, y a mis escasos 6 años, se sentaba después de arduas y extensas jornadas laborales a escribir cuentos para mandarme y que yo lea en Cipolletti. En una de esas ocasiones comenzó a hacer reversiones de El Principito, el libro icónico de Antoine de Saint Exupéry. Mi viejo le agregaba personajes, episodios, jugaba con una ficción nueva, pero siempre respetando la idea madre de la historia: “Sólo los niños saben realmente lo que buscan”.
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De Saint Exupéry era aviador. Primero fue piloto comercial y, sobre el final de sus días, luchó en la guerra contra el nazismo. Cuentan quienes lo conocieron que era experto en aterrizajes de emergencia, y que sabía de memoria los caprichos técnicos del avión. Que al momento de manejar una nave se concentraba y nadie lo sacaba de ese halo. Pero cuando ponía los pies sobre la tierra y regresaba a su hogar junto a su mujer, la salvadoreña Consuelo Suncin, era un tipo dulce y de lágrima fácil. Escribía cuentos inspirándose en amigos y compañeros, salía a caminar por Nueva York o por donde estuviese para tomar aire fresco y algún café caliente. En medio de esos momentos descontracturados, escribió El Principito, y jamás pudo tomar dimensión de lo que significó para la historia de la literatura. Trascendió más por el libro que por su heroica gesta arriba del avión -que incluso lo trajo a volar en Argentina-.
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Mi viejo y Antoine de Saint Exupéry son dos muestras de lo mismo. Dos expertos en su profesión, lacayos de las explicaciones científicas y preestablecidas. Y al mismo tiempo, sin medias tintas, traviesos amantes de la familia, de las cosas simples, que al fin y al cabo son las que perduran. Ambos escribieron, a su manera y en momentos distintos, su propio El Principito. Uno se hizo famoso y se tradujo en varios idiomas. El otro, el de mi viejo, finalizaba con una firma en los mails aclarando: “Para que lo lea sólo Fermín”. Lo siento por la intriga, pero la teoría dicta que debo respetar el pedido.
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Mi viejo y Antoine de Saint Exupéry
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De pronto algo me advertía que hubo un arresto. Un soldado francotirador estaba acostado boca abajo sobre el medio de la calle de tierra con su rifle enorme apoyado en un pequeño trípode.
Mi picazón en el rostro aumentaba, por el nerviosismo que me ofreció la escena, entre veinte personas que gritaban al unísono. Podía elegir seguir por la calle, al encuentro directo de ese soldado, tirado al sol y a veinte metros, o ir por la vereda, entre filas de puestos de venta de ropa y a la sombra.
Decidí ir por el medio, entre la calle de tierra y el cordón de la vereda.
Saqué mi crema epidérmica, para ponerme un poco en la cara, de un tubo similar al de una pasta de dientes.
De pronto uno de los hombres me vio y empezó a gritar desaforadamente, señalándome. El soldado me apuntó con su rifle e igualmente empezó a gritarme, en su idioma indiscernible. Apareció otro soldado armado del lado de los comercios y también me apuntó con su rifle de asalto. Uno de los vendedores sacó una pistola y la cargó con las dos manos como en un rezo. De pronto todos me gritaban fuertemente y por los gestos de un joven cerca mío pude darme cuenta: era el tubo con crema el que los había alertado. Fui alejándolo lentamente de mi cuerpo hasta dejarlo en alto con mi mano izquierda.
Temblaba.
Soy zurdo.
Claramente todos lo señalaban en medio de sus gritos y finalmente decidí tirarlo hacia adelante mío suavemente. Cayó a poco más de un metro y hubo un silencio ensordecedor que duró un instante eterno.
Enseguida volvieron los gritos, triplicados, las amenazas y dedos índices señalándome y el soldado francotirador disparó justo por encima de mi cabeza.
Quise gritar pero quedé mudo.
Algunos hombres salieron corriendo mientras yo decidí agacharme, apoyar las rodillas sobre la tierra mientras ahora sí gritaba “¡es una crema para la piel, es sólo una crema para la piel!”. Subí los dos brazos lo más que pude y recuerdo mi rabia contenida mezclada con el miedo, mientras me seguían apuntando, señalando y gritándome en su idioma. Dije en voz baja: “malditos hijos de puta” y luego una vez más, pero más fuerte.
En unos segundos más ya estaba despierto, entre la ventana que vibra con el viento y la saliva de mi almohada. La pesadilla había terminado.
Mientras me incorporaba, quise llorar y no pude.
Comparé esos minutos, con lustros, con décadas, con siglos.
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Arena
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Artista trans(in)disciplinar. Nació en 1990 en São Paulo, Brasil, donde tuvo sus primeras experiencias con el dibujo y la danza. Lo sensorial es la herramienta principal de su trabajo, desde el cual teje diversas formas de expresión, que se despliegan en producciones individuales y experimentaciones colectivas con grupos de diversidad perceptiva. Investiga las texturas y tesituras del cuerpo y del lenguaje, en su fisicidad y virtualidad, buscando crear en la fricción de los sistemas colonizadores del cuerpo y sus devenires. Inició sus estudios en Diseño Gráfico y los hibridó a los estudios de Antropología y Artes Escénicas. Realizó el Máster en Artes y Profesiones Artísticas de el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Participa como artista-investigadora en proyectos como ARCHES, en el Museo Thyssen-Bornemisza, que estudia la accesibilidad en museos de Europa con personas con diversidad neuronal/ cognitiva. Recibió la Beca Pilar Juncosa por un proyecto de Educación Artística titulado Poéticas de la materia que está en andamiento en la Fundación Miró Mallorca. Vive y trabaja entre Madrid y Mallorca.
El sol le pega en la cara y sus ojos me dicen que es muy consciente de lo valiosa que es esa Vitamina D en su cuerpo. Es que Fabi tiene algo muy especial que tiene que ver con la capacidad de mirar eso que nadie mira. Quizás es simplemente amar los detalles, prestarle mucha atención a lo cotidiano, saber que somos un instante y nada más. Sí, cosas que todos sabemos pero, ¿las aplicamos?..
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¿Quién es Fabiana?
Es una pregunta súper difícil. Fabiana, en realidad, es el nombre que me dieron los otros en el mundo. Pero bueno, soy una persona que está en tránsito todo el tiempo. Saliendo de un lugar y yendo a otro. Soy una persona que ama los lugares naturales y cuando estoy en un lugar con mucho cemento, como ahora, me siento como un animal sin entender mucho. Pero la realidad es que me gusta el movimiento, entonces cambiar y estar en tránsito es muy importante para mí. Vengo de Brasil y aunque hace algunos años no regreso a mi país, todas mis raíces están identificadas con él y echo mucho de menos a mi familia y a mi lugar. Pero a la vez, me alimento con el viaje y los cambios. Soy todo eso.
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¿Cómo estuvo el 2020 para vos?
Ese año tan particular me mudé a Mallorca (España), por un proyecto de Educación Artística en la Fundación Miró, en el que me seleccionaron. Los primeros meses del 2020 estuve ocupada ahí. Era un proyecto de creación plástica, a partir de la poesía y de ejercicios con el cuerpo, para personas con diversidad funcional y cognitiva y sus cuidadores. Fue una experiencia súper linda porque todo el tiempo seguí aprendiendo cómo nos comunicamos entre nosotros, cómo es posible lograr una comunicación hermosa y afectiva entre personas que quizás no ven o no escuchan, o que no pueden moverse. De golpe nos encontrábamos todos juntos intercambiando sobre poesía y arte, y es maravilloso ver el efecto que tiene todo eso en las personas. Vi muchas cosas lindas ahí, muchos cambios en la gente y sobre todo en mí. Poder permitirnos ver esas cositas no racionales que nos están dando vueltas todo el tiempo y que a veces no vemos.
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¿Qué pasó cuando apareció el Covid-19?
Se suspendió todo, como en todos lados. Fue muy triste, pero me quedé confinada en la isla, en una casa muy hermosa, con jardines y mucho espacio y ahí pude crear con todo lo que había. Me permití desconectarme del mundo y estuvo muy bien. Cuando levantaron el confinamiento, cerramos los talleres y me vine a Madrid.
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Madrid siempre llama.
Sí, atrapa. Aunque la ciudad me ahoga un poco y necesito de la naturaleza, acá en Madrid están los amigos y varios proyectos.
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Volvamos el tiempo atrás, ¿cómo fue que empezaste a trabajar con grupos de diversidad perceptiva?
Fue en Brasil. Estaba estudiando Comunicación visual porque siempre me interesó mucho la imagen, pero durante ese proceso de estudio empecé a pensar en la -no imagen-. ¿Cómo es no ver y crear imágenes mentales?. En el lugar donde estudiaba había un grupo de fotógrafos formado por personas ciegas y me llamó muchísimo la atención. Quería saber cómo hacían fotografías y cómo era su proceso. Por otro lado, siempre estuve muy conectada con el movimiento y la danza, entonces llevé la inquietud a otras cuestiones sensoriales y vinculadas a la relación del cuerpo con el entorno. Al hablar con estos fotógrafos no dejaba de pensar en la relación que tengo yo, que puedo ver, con el entorno y con la palabra. Lo primero que me surgió pensar es cómo explicarle a alguien que jamás vio cómo es la luna y no quería caer en esa respuesta típica y banal de “es algo redondo que está en el cielo y se ve de noche, tiene manchitas y bla bla bla”. Teníamos que tener otro lenguaje, más artístico, más patético, más vivo para transmitir la sensación de la luna. Pensar en su brillo, en todas las canciones que hablan de ella, en ese magnetismo. Y este ejemplo con todas las cosas que nos rodean. Es posible explicar lo que somos de otras formas. En ese contexto, aparece también el tacto. Privarse de un sentido abre en realidad un espectro de muchas otras capacidades del cuerpo, así empecé a interiorizarme y a conocer personas con otras diversidades y aprendiendo de ellas algo totalmente distinto, que no veo nunca en mi cotidiano.
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Eso explica el nivel de sensibilidad que tenés y que tiene tu obra.
Sí, en realidad yo no sé qué vino antes. No sé si empecé a trabajar con personas con diversidad porque sentía alguna inquietud y una seguridad de que existe un mundo maravilloso y sensible ahí, o si trabajar con ellos me ayudó a conectarme con otros tipos de comunicación y de escucha y eso sí o sí aflora una sensibilidad particular y una forma muy particular de percibir. Pero creo que ambas cosas van juntas: es la manera en que estoy en el mundo y lo que hago con el mundo.
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Es que de golpe todo lo que vos veías con determinadas reglas, a partir de ese intercambio, cobra otro sentido. Me imagino que cuando analizas un cuadro con una persona ciega, todas las interpretaciones que tenías sobre la obra cambian y empezás a verla distinto. Se caen todas las teorías del arte y eso me parece maravilloso.
Sí, sin duda. Nosotros que hemos estudiado de memoria la teoría de por qué tal pintor hizo tal cosa o tal otra, cuando lo comentamos caemos en lo racional, y empezamos a hablar de cosas del cuadro que en realidad no están en el cuadro. En el cuadro hay otra cosa, está eso que Picasso transmitió en el momento que decidió pintar, pero que ahora mismo también nos está transmitiendo algo. Claro que es muy importante saber la historia y el contexto de una obra, pero eso no es todo. Hay que salir de ese nivel racional e ir más allá. Un cuadro también puede ser una poesía, una sensación, un sonido, una palabra, un movimiento. Cuando se entiende desde ese lado, es más fácil y accesible explicar una obra, porque si hay un amarillo fuerte como el fuego, hablas del calor del fuego, del sonido de un leño prendido, de cuando quema el fuego. Son imágenes mentales y sensoriales que aportan mucho a la obra también.
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Hablemos de la palabra.
Yo entré mucho en la palabra porque es la unidad más básica que nos une a todos. Usamos la palabra para remitirnos a todas las sensaciones y experiencias. La palabra a veces pone un límite a lo que es una cosa, pero también me deja transmitir esa cosa, entonces como puedo jugar con ese límite que a su vez, también es un puente. La palabra es un puente, que nos conecta y nos da inicio. A partir de ahí yo busco materializar.
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El inicio es la palabra y el desenlace puede ser cualquier expresión artística. Hablemos de la Fabiana que experimenta lo visual pero también lo performático y el movimiento.
Cuando incorporamos la palabra y lo que nos transmite, comienza la experiencia corporal, porque es en el cuerpo donde está todo lo que somos, están mis historias, mi subjetividad. La performance y la danza están muy presentes en mi obra porque son la mejor manera que encuentro de digerir las palabras y transformarlas en algo diferente y propio, pero que a la vez pueda comunicarle algo sutil y verdadero a los demás.
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Y tu obra tiene referencias infinitas de tu intercambio con los demás y de tu trabajo para con el otro.
Sí, últimamente estoy pensando mucho en la influencia que tienen todas esas experiencias con diferentes personas en mi obra material y en ese trabajo que, de alguna manera, hago sola, en mi taller o en mi casa. Creo que los aprendizajes de esos espacios colectivos están presentes siempre, en todo lo que hago y en todo lo que pienso, en mi forma de estar en el mundo, así que si ó si se transmite en lo que materializo.
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Y la resultante es una obra súper coherente.
La coherencia es muy difícil. Me cuesta mucho no pensar en lo que está de moda en el arte, pero me doy cuenta enseguida que ahí no está lo que yo quiero. Pensar en lo que me mueve es lo más importante, porque sino nada va a ser bueno ni se va a mantener en el tiempo.
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Lo que pasa es que las temáticas con las que trabajas son transversales, además de necesarias. Tenemos que parar un poquito y pensar.
Sí, es muy político también y lo político es muy necesario en todo lo que hago. Pero a veces esa idea de meterme en lo político del arte, me vuelve loca porque es una forma de volver a lo racional y si me meto cien por ciento ahí, no hago nada. No sería artista si me meto ahí por completo.
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. Una película:El cielo sobre Berlin, de Wim Wenders . Una canción:Obatalá, de Metá Metá . Un libro: Baba de Caracol, de Chantal Maillard . Un color: Azul . Un olor: La hierba justo después de la lluvia . Una sensación: Estremecimiento . Una comida: Moqueca de peixe . Un/a artista inspirador: Manoel de Barros
Las palabras según Fabiana Vinagre
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Pasaron nueve años del lanzamiento y la posterior nominación a los Grammy Latinos de este disco que ya pasó a ser un clásico de la música argentina.
Escalandrum, toma una actitud expeditiva, de primer nivel. La misma convicción con la que ha abordado desde el ámbito del jazz otras músicas como aquellas del mundo de la composición académica en Sesiones ION donde tocan Alberto Ginastera y Mozart. En este caso, el recorrido es sobre la obra de Astor hecha claramente desde una lectura en clave jazzística, pero no menos tanguera. La sonoridad nos transporta a los discos de Piazzolla con el saxofonista barítono Gerry Mulligan y a su encuentro con Gary Burton.
Las texturas de la sección de vientos se nos imponen con un desarrollo cuidado, donde aquellas melodías compuestas por Astor, que parecían haber alcanzado su cenit expresivo emergen nuevamente con nuevos contrapuntos antes no explorados; los ostinatos nos recuerdan la pregnancia del elemento rítmico; el groove sigue presente y no se desprende de este grupo de músicos, en especial de la sección rítmica que transita por una complejidad métrica alucinante de manera plenamente fluida. Basta con recordar los primeros compases de Libertango, y esa característica porteña que Piazzolla supo imprimirle al tango. A lo largo del álbum, los músicos dejan un importante espacio para la improvisación, una práctica que supo ser ajena al mundo del tango dominado por el arreglo. Este espacio del juego deja a cada músico un lugar excepcional para la búsqueda individual, descubrimos algo nuevo en cada escucha.
Abre el disco, la melodía de Lunfardo, reinstrumentada por los vientos del sexteto. Aparecen después temas como Buenos Aires hora 0 donde la sección rítmica en primera línea, es secundada por el saxofón que varía el rol de los sonidos misteriosos y ondulantes que supo ocupar un lejano violín en el sexteto de Astor. Algo similar ocurre con el piano de Nicolás que me retrotrae al sonido que otrora fuera el de la guitarra de Cacho Tirao. En Oblivion el clarinete bajo de Martin, que se completa con la línea de saxo tenor en la trama sonora da inicio al tema principal remitiéndonos al nostálgico sonido del bandoneón de Astor. La intrincada Fuga 9 nos conduce por caminos melódicos que se cruzan, se separan para luego volver a encontrarse. No puedo más que sentirme agradecido por la destreza incomparable pero aún más profunda musicalidad de Nicolas en la introducción de Adiós Nonino. Cierra el álbum el tan reconocido Libertango a un tempo más estanco y firme que el original pero que no pierde nunca el carácter que supo imprimirle Astor.
Estos maravillosos músicos, inclaudicables exploradores de lo sonoro nos invitan a multiplicar a Piazzolla por dos, a bucear las profundidades de lo tanguero. Allí, donde los límites son difusos y lo identitario de lo porteño emerge con total potencia. Así como Piazzolla reinventa el tango, Escalandrum, reinventa a Piazzolla.
El grupo está conformado porDamian Fogiel en el saxo tenor, Martín Pantyrer en clarinete y saxo, Gustavo Musso en saxo alto y soprano, Mariano Sívori en el contrabajo, Daniel “Pipi” Piazzolla en la batería, Nicolás Guerscheberg en piano y arreglos.
Grabado en agosto de 2010 en estudios ION por Facundo Rodríguez y publicado el 1 de marzo de 2011, mezclado por el mismo en estudio Quark y masterizado en Reveal Studios, Londres por Neil Pickles a cargo de la producción ejecutiva, Pipi Piazzolla.
Escalandrum: Piazzolla plays Piazzolla
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Voy a tratar de reseñar sin spoilear contenido porque sería un atentado al mensaje.
“No está loco quien pelea” recorre la historia y vida del grupo teatral independiente El Brote, que fue fundado por la actriz, directora y gestora cultural Gabriela Otero en 1997.
La capacidad de Néstor Ruggeri para fotografiar el hábitat, el paisaje y las personas gana en profundidad en cada una de sus producciones. Creo que en este último producto es en el que más lo logró. Sostengo esto porque la mirada está puesta, en parte, en la fascinación por el proyecto de El Brote y, también, en la transparencia de sus participantes.
Decir que es lindo es una apreciación un tanto naif, pero la verdad es que es un documental muy lindo. No sólo desde la composición cinematográfica, del encuadre del cine ojo; sino desde el mensaje, desde el contenido, desde su enseñanza, desde todo lo que deja en nosotres.
No está loco quien pelea.
Y menos aún aquel/aquella
que pelea contra viento y marea.
Contra los prejuicios,
contra la marginación,
contra el desamparo.
No, no está loco quien pelea.
Quien busca su propio camino,
quien es capaz de construir su propia identidad,
su propia familia.
No, no está loco quien pelea.
El brote ha creado su propio lenguaje de aprendizaje y de enseñanza. Su expresión es única. Aunque, ¿quién no quisiera que el brote se transforme en monte, de profundas raíces, de esas que cuando avanza el frío son brasa compañera y cálida como la amistad?.
¨La locura es una huella por donde camino y voy juntando mis pedazos desparramados, olvidados, para ver si me encuentro conmigo y puedo vivir así, sin pedir permiso a nadie.¨, dice Guillermina y me conquista.
Nada más que agregar. Pasen, vean y sobre todo, disfruten.
No está loco quien pelea
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Nacido en Buenos Aires. Estudió con Rolando “Oso” Picardi, Fernando Martínez, Horacio López, Eduardo Casalla, Sebastián Peycere, Carlos Riganti, Joe Porcaro, Ralph Humphrey, Efrain Toro, Richie García, Casey Scheuerell, Adam Nussbaum, Robbie Ameen, Tommy Campbell, Frank Katz, Bobby Sanabria, Toss Panos, Kenny Washington, Rodney Green y Jonathan Blake. También estudió en Los Ángeles, en el Musicians Intitute en 1992 graduándose con honores y ganando el premio a mejor baterista de ritmos latinos del año. En 2010 editó su primer libro de batería llamado “Batería contemporánea”. Ha tocado con artistas mundialmente reconocidos. Junto a su grupo Escalandrum ganaron el premio Gardel de Oro (máxima distinción de la industria musical Argentina), es el primer grupo de jazz en lograr esa distinción. Con Escalandrum presentó 3001 (décimo disco del grupo) por el mundo, disco que comparten con la artista mundialmente reconocida Elena Roger.
¿Cómo andás, Pipi?
Bien bien, practicando bastante, grabamos disco nuevo con Escalandrum con todos los protocolos. Ahora me salió para grabar un disco de música de Sandro. Pero bien, trabajando y dando miles de clases online. Vamos a aprovecharlo hasta que se pueda.
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¿Cómo era tu relación con Astor? ¿Cómo era en intimidad abuelo-nieto?
Mi relación con él fue siempre espectacular. Lo veía poco porque él estaba doscientos cincuenta días por año de gira. Pero siempre nos llevamos espectacular, siempre que estaba en Buenos Aires me llevaba a sus conciertos emblemáticos, como el del Teatro Colón, los de Jams, los Opera con Milva o cuando tocaba en la Capilla. Después tuve la suerte que mi papá en los setenta tocó en el Octeto Electrónico con él, con lo cual yo iba a todos los ensayos. Me regaló mi primera batería, me dio muchos consejos sobre música, era un tipo muy chistoso, divertido. Siempre que entraba a su casa, la puerta estaba abierta y él estaba escondido con alguna máscara del hombre lobo. Le encantaba comprar máscaras, pero no de cotillón. El cagazo que me pegaba cuando lo veía así (risas compartidas). Cada vez que iba aparecía con una máscara diferente. Un tipo genial, la verdad.
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Dicen que era muy bueno para las piñas. ¿Cuánto de verdad tienen esas historias?
Sí, era muy violento, defendía lo suyo. Se crió con las pandillas en Nueva York. Cuando era chiquito estaba en una pandilla del campeón mundial de boxeo Jake LaMotta, y se tenía que pelear una o dos veces por día para que no lo saquen de la pandilla. Yo creo que ahí aprendió a defenderse. Si bien yo no justifico la violencia, obviamente, mi abuelo se defendía muy bien verbalmente y si era necesario ir más allá tenía las herramientas para hacerlo. Era una época en que las cosas, a veces, se arreglaban así. La verdad que sí, era un tipo bravo cuando salía a la calle.
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Vos que presenciaste muchos ensayos, ¿cómo era él como director de orquesta?
Era un líder muy copado y muy focalizado. Cada error que aparecía en la música, él frenaba el ensayo e iba a dar indicaciones, no te la dejaba pasar. Estaba en todo, muy concentrado, como todos los grandes artistas. Está dando vueltas por ahí un video del ensayo previo al gran concierto del Colón, donde está toda la intimidad del ensayo y que muestra lo exigente que era y a su vez, lo cariñoso. En un momento le está explicando una cosa a uno de los músicos y en vez de hablarle mal, como alguien se puede imaginar que puede ser Astor Piazzolla, lo abraza para explicarle, le da como ese afecto que tal vez es necesario cuando alguien te tiene que corregir algo para seguir adelante y no perder la confianza. Eso es la muestra de un gran maestro.
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¿Cómo vivías vos los ensayos? ¿Cómo era estar ahí?
A los ensayos que fui, era muy chico. Siempre fui muy tranquilo, mi papá me decía que me quedaba ahí y observaba. Yo tengo mucho mundo interior, puedo estar cuatro horas sentado y mi cabeza va para todos lados, desde muy chico soy así. Mi papá me contaba que a veces me paraba y apoyaba el pie en una banqueta y hacía que tocaba el bandoneón mientras ellos ensayaban, pero la verdad no tengo un recuerdo claro porque tenía menos de 10 años.
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Y el famoso viaje en limusina, ¿cómo fue?
La limousine era… Un amigo de mi abuelo manejaba su auto, un auto normal, pero él iba adelante y nosotros atrás. Y le decíamos Limousine, pero era un auto común… (risas de ambos). Ese viaje fue hermoso. Viste como la data va cambiando. Uno se imagina la limousine de los Oscar’s, pero no, era un Renault Break que como íbamos atrás, era más importante la situación. Íbamos con mi abuelo y Laura -su pareja-. Fue muy lindo. Mi papá me preparó, me puso un trajecito, todo para la gala del Colón. Y me acuerdo que mi asiento era en el palco presidencial. La verdad un lujo. Tenía 11 años ahí. Un grande mi abuelo, que en su noche más importante, según me lo anotó en una dedicatoria, lleve un pibe de 11 años. Pero bueno, yo era muy tranquilo y no molesté para nada.
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Astor era pescador, ¿era de los pescadores mentirosos o de los que contaban la verdadera hazaña?
La verdad no lo sé, porque los pescadores son muy exagerados y en mi familia somos todos exagerados. Nos gusta ponerle vértigo a las historias. Siempre exageramos para que la historia tenga más contenido, que la gente se sorprenda. Pero sí, era un pescador. Era como un poco su cable a tierra. El mío, por ejemplo, es ir a la cancha pero el de él era ése.
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¿Cuál es el recuerdo de tu relación con tu abuelo que te marcó?
Hay varios. Ir a su departamento, yo tendría 16 años y pasar toda la tarde ahí, que me muestre discos de jazz, que me de consejos, que me cuente un poco la música que estaba escuchando. Me decía que tenía que estudiar con los mejores maestros y las mejores escuelas. Yo hice un día de la carrera de Marketing. Fui un día a la facultad y dejé. Me fui al restorán de mi viejo y justo estaba mi abuelo, una casualidad increíble. Mi viejo revoleó todos los papeles de la universidad re feliz y mi abuelo me dice “Grande pibe, sé músico, sé pobre pero sé feliz”. Fue muy importante para mí. Después recuerdo juntarnos en un bar en la Avenida Libertador y San Benito de Palermo en un bar, de esos emblemáticos, y él sólo quería que le cante canciones de la cancha, no podía creer las letras. “A ver otra, otra“, me decía, estaba fascinado.
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Recién decías que Astor te dijo que estudiaras con los mejores maestros y tengo entendido que estudiaste en Estados Unidos en la Berklee.
No, en el Musician Institute. Eso también es una información que se fue deformando. Fui ahí porque el curso duraba sólo un año. A Berklee tenés que ir como cinco y como yo soy muy de acá y me gusta mucho el fútbol, no me quería ir mucho tiempo y me fui sólo un año a un curso acelerado para aprender a leer partituras. Yo quería leer partituras porque había tenido una muy mala experiencia con un grupo donde me maltrataron, donde tuve que reemplazar a mi maestro, me dijeron que era un ladrón, me preguntaban si no me daba vergüenza con el apellido que tenía no saber leer una partitura. Yo tenía tan sólo 18 años. Te leía cien mil libros de batería, pero una partitura nunca la había visto. Me maltrataron mucho, casi dejo la batería. Yo no podía creer que en la música alguien te podía tratar mal. Pero bueno, indagué mucho y encontré este lugar y me formaron muy bien para ser un baterista profesional a nivel oficio. Yo estaba bien preparado técnicamente pero me faltaba eso.
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¿Cómo fue presentarte allá con tu apellido?
Mirá, yo pensé que en Estados Unidos nadie conocía a mi abuelo, sobre todo en 1992. El primer día de clases allá, toman lista, yo hablaba poco inglés, y el profesor dice Piazzolla, levanté la mano y dije “I’m here” y el tipo me empieza a hablar. Tenía un puertorriqueño al lado mío y le pregunté qué me estaba diciendo porque no entendía, y me dice que me preguntaba si tenía algo que ver con Piazzolla. “Yes, is my grandfather” y el profesor pidió a todo el curso, que eran todos mejores bateristas que yo porque tuve la suerte de entrar a un nivel alto, que se levante y me alabe. Les pidió que me alaben, no que me aplaudan, como dicen las anécdotas. Peor, que me alaben. Primer día de clases, ¿a vos te parece?. La presión absoluta. Le tuve que dar con todo para estar a la altura, pero gracias a esas cosas es que también no siento el peso del apellido ni la mochila. Me fue muy bien ese año, me recibí con 99,80 sobre 100. Terminé siendo uno de los tres mejores bateros del año, porque en Estados Unidos es todo tipo Oscar’s. A fin de año hay gala de nominaciones. Me nominaron a Mejor Baterista de la escuela, a Mejor Baterista de Ritmos Latinos, que fue el que gané, a Mejor Baterista que domina todos los estilos. Me permitieron, por mi promedio, dar un examen ante los mejores sesionistas de Los Ángeles. Te ponían en un cuartito y te daban ocho partituras y tenías que tocar con ellos, todo a primera vista. Fue un año increíble. Entrar como el peor y terminar así, te termina dando mucha confianza. Después, ya acá de vuelta, el Zurdo Roizner, por ejemplo, me pidió que lo reemplace en la Orquesta Estable de ATC; me convocaron Lito Vitale, Juan Cruz Urquiza y Daniel Maza. A ellos no les interesa el apellido, les interesa que toques bien.
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¿Volviendo a Astor, y conectando con tu viejo que tiene un restaurante, que comidas eran las preferidas de él?
Las comidas preferida de mi abuelo eran todas. Pero le gustaban mucho los espaguetis con una salsa que preparaba él, salteada con mucho ajo y oliva. Los quesos, los fiambres, las picadas, los asados. Pero en primer lugar creo que está la pasta y la pizza. La buena pizza.
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Y la pizza no puede faltar. Si hay algo que une a un porteño y a un italiano, es la buena pizza.
Totalmente, y hay una muy buena pizzería en Albamonte, que es en Chacarita. Mi abuelo solía comer ahí. Y por suerte a mi me llega el delivery a casa. Así que en cuarentena, una vez por semana, pido a esa pizzería que es como una pizza argento-italiana perfecta. Albamonte es una cantina tremenda, en frente al cementerio. Mi abuelo iba ahí con mi papá. Después papá nos llevaba a nosotros y ahora mis hijos ya saben de qué se trata.
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Tu viejo tuvo la oportunidad de compartir banda con tu abuelo. No me imagino cómo será tocar con tu padre. Sí, pero la pasó muy bien, dice que fue uno de los momentos más altos de su vida. Estar ahí. Dice que la pasó genial con un gran grupo humano, con el Zurdo Roizner en Batería, Adalberto Zebazco en Bajo eléctrico, que pasaron a ser casi mejores amigos con papá. Ellos tocaban con el Gato Barbieri en esa época, unos músicos increíbles. La pasó muy bien. Hay un disco, Olimpia 77, en vivo en el Olimpia de Paris, que es impresionante. Hay varios videos de esta agrupación tocando en Europa, porque en esa época se grababa mucha música en vivo en canales de televisión sin público. Y hay muy lindos registros.
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Esa herencia es imposible perderla, ¿no?
Yo creo que esos son los genes que uno hereda. El gen es la vivencia. Si vos tenés un tipo como Piazzolla en tu familia, que se levantaba a las 6 de la mañana a componer y que apostaba todo el tiempo por la música nueva, eso es lo que yo recibo de herencia y creo, de genética. Eso se me mete en el cuerpo y entonces yo actúo en consecuencia.
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Si tuvieras que elegir una canción o un disco de Astor, ¿con cuál te quedarías?
Perdón que te diga dos pero son discos muy lindos. Con el Olimpia 77, con el octeto electrónico que a mí me marcó muy fuerte, y con Camorra, con el quinteto que también me marcó muy fuerte.
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¿Con qué amigotes de Astor compartiste?
Con los amigos de mi abuelo, y con los pocos que quedan lamentablemente, tuve una relación increíble. Casi como si fueran mis abuelos también. El zurdo Roizner, Víctor Oliveros, Natalio Gorin, Miguel Selinger, Horacio Malvicino. Con Fernando Suárez Paz tuve la suerte de irme de gira. Todos me quieren mucho y los quiero mucho.
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El Zurdo Roizner es un personaje interesante dentro de ese universo de amigos, ¿qué te contó de su relación y de tocar con Astor?
El Zurdo es uno de los más grandes bateristas del país y de la historia de la música argentina. El otro día estaba escuchando un disco de Vinicius de Moraes y Toquinho, disco de música brasilera de primer nivel, y él estaba en Batería. Es un músico increíble que tocó con todo el mundo. Y lo que te puedo contar es que cuando el Zurdo empezó a tocar en el Octeto Electrónico, mi abuelo les dijo a él y a Adalberto Cevasco, “necesito que ustedes dos inventen el ritmo del tango moderno”. Viste que vos ponés en un órgano jazz y te aparece el ritmo, ponés rumba y te aparece el ritmo. Les pidió el nacimiento del pattern, el 3-3-2, para poder escribirlo. Y surgió ese pattern en los 70’, en una época muy funkera. Mi abuelo era fanático de la serie Shaft, que arrancaba con un Hi hat -dos platillos del mismo tamaño de la batería- en semicorchea. Y en las partituras que yo tengo de mi abuelo de batería, dice arriba SHAFT. Como que el ritmo lo toques pero con ese Hi hat así, y de ahí, un poco, surge este ritmo.
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¡Qué gran anécdota y qué gran batero El Zurdo! Aún sigue activo.
Como curador de la Experiencia Piazzolla en el Konex, tuve la idea de que El Zurdo Roizner y Luis Ceravolo, toquen con la Bomba del Tiempo. Tocaron los dos juntos. Duelos de baterías con toda la fuerza de la Bomba.
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¿Qué les dirías a los músicos y músicas para que se adentren en Piazzolla?
En primer lugar, escuchar mucho su música. Hay muchos músicos que leen las partituras pero no escuchan los discos. Y creo que primero, hay que escuchar bien los discos. Un montón. Y después, leer las partituras. Y seguramente si escucharon bien los discos en las partituras encuentren errores que siempre los hay. Con mi abuelo es muy común eso, porque lo que toca él y sus músicos en vivo es único. El músico popular por lo general frasea bastante, mueve las cosas de lugar, para darle un sentido a eso que está tocando. Es muy bueno escuchar mucho y comparar con las partituras para ver qué decisión tomás, para saber a dónde vas.
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Llegamos a la Cátedra Libre en IUPA, ¿qué esperás?
Esto fue una idea de Leonardo Álvarez, que lo conozco desde los 18 años. Es un tipo increíble. Yo le he dado clases y al muy poco tiempo estaba tocando en el circuito profesional, acá en Buenos Aires. Por ejemplo, tocó María de Buenos Aires (obra emblemática de mi abuelo) con Horacio Ferrer en el Teatro Cervantes, quien sabe mucho de Piazzolla porque lo toca en todas las orquestas del mundo. Y tal vez lo que faltaba era que se enseñe un poco quién era y cómo se interpreta su música. Lo que me toca a mí, que es la parte de Batería, me entusiasma mucho porque casi no hay bateristas de tango. Y el tango es uno de los estilos populares más importantes de Argentina y es lo que después te abre las puertas del mundo. Yo tengo la esperanza de que a fin de año, con esta Cátedra, haya cuarenta o cincuenta bateristas de tango moderno. Porque Piazzolla no es sólo un genio y un compositor, es un inspirador. Su historia es casi como la de un super héroe. Los bateros están mal vistos en el tango, porque es como un tipo que te va arruinar el grupo por su volumen, que va a tapar todo. Mi idea es que eso deje de suceder.
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¿Cómo se vivía el jazz en tu familia entre vos, tu viejo, tu abuelo? ¿Por qué no te llevaron al tango?
Tanto mi papá como mi abuelo escuchaban Jazz o Música Clásica, no escuchaban tango. Mi abuelo a los 18 años ya tocaba en la Orquesta de Troilo, así que yo cálculo que ahí habrá escuchado Tango y se sabía los discos de memoria. Por lo menos cuando yo estaba en su casa, era mucho Jazz, las Big Band, había de esas obras de Broadway, Cats. Y en el Jazz me metí solo. Mi profesor fue clave porque empecé a estudiar con él y me pasó el Four & More de Miles Davis y Time Out de Dave Brubeck. A partir de ahí, me di cuenta de que había otra cosa, que realmente era infinito, que se puede improvisar. Todo eso me volvió loco.
Salió en 2021, para el centenario de mi abuelo. Es un disco todo dedicado a Astor. La mitad la grabamos en Abbey Road, la otra mitad acá tocando la Suite Troileana, que está buenísima y es muy poco tocada lamentablemente.
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Hablaste recién de Troilo y tu abuelo. Me gustaría que nos cuentes acerca de su relación.
Eran grandes amigos, todas las peleas que había eran actuadas, a propósito, por joder nomás. De hecho cuando falleció Troilo, su mujer lo llamó a mi abuelo y le regaló el bandoneón de Pichuco. La verdad, tenían una relación increíble, donde Troilo depositó toda su confianza en mi abuelo, y al poco tiempo, era el arreglador de la Orquesta.
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Con Pipi, sobre Astor y milanesas
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Padre de una estética musical personal, de una nueva estética del tango, que fue y es, sin lugar a dudas, influencia de las generaciones más jóvenes del género, y de la música popular toda. Este artista se convierte en un punto de encuentro de distintas tradiciones y se transforma, a través de la experimentación y exploración de distintas culturas musicales, en faro para las nuevas camadas de músicos, sin perder la esencia de ser un generador de música argentina.
Cuentan sus organizadores que el formato de cátedra libre permite el estudio minucioso de la obra del Maestro Piazzolla, hecho que en la realidad de las cátedras de las carreras de grado del IUPA no se realiza con tal profundidad, por el devenir propio de las cursadas, que se ajustan a los distintos planes de estudio.
La Cátedra Astor Piazzolla abre el juego, expandiendo los límites institucionales y busca constituirse en un espacio en el que converjan músicos con distintas experiencias. Está dirigida a músicos profesionales o amateurs que estén interesados en la obra del músico, en ser parte del ensamble e instruirse en conceptos de rítmica, contrapunto, armonía, orquestación, etc., tomando como eje principal el extraordinario trabajo de Astor Piazzolla.
Conversamos con Leonardo Álvarez, director general, y Nicolás Guerscheberg, director académico de la Cátedra Libre. Ambos nos cuentan sobre el proceso de creación del proyecto de la cátedra, que comenzó a gestarse en el año 2017.
“Fueron muchos años de trabajo. Primero armando la propuesta y, durante el 2017 y 2018 estuvimos esperando que el proyecto se apruebe y en el 2019 y primera etapa del 2020, ya con el proyecto aprobado y definido, comenzó el trabajo fuerte de recolección de materiales, de bibliografía y de contactos. Todo vinculado a la gran obra de Piazzolla. Nosotros, con Nicolás y el Pipi Piazzolla, nos encargamos de generar el contenido académico propio, que tiene que ver con la experiencia musical de cada uno.”, cuenta Leonardo.
Para dimensionar la génesis de este proyecto, es importante entender la importancia que tiene la música popular en un contexto institucional y universitario. Que haya una cátedra dedicada a Piazzolla tiene que ver con la unión entre lo popular y lo académico, y la obra de Astor es un gran ejemplo, porque reúne todo eso.
En cuanto al estreno de la cátedra, hace casi un mes, en el contexto pandémico, nos cuenta Nicolás que fue muy importante adaptarse y aprovechar las posibilidades que la tecnología brinda, porque incorporar la virtualidad en el proceso de la Cátedra, ayudó a que mucha gente de otros países pudiera conectarse y participar de esta propuesta.
“Hace unos días tuvimos un conversatorio con todos los participantes de la cátedra, y fue muy importante para conocer el balance del primer mes de la cátedra. La realidad es que el trabajo virtual no deja de ser un trabajo bastante solitario y este espacio fue muy lindo, en el sentido de encontrarse y ver cómo venía cada uno de los participantes y docentes.” cuenta Nicolás.
Nicolás Guerscheberg y Leonardo Álvarez
“La obra de Astor es muy basta y abordarla requiere de muchísimo tiempo y trabajo. Todavía hay mucho para hacer y seguramente, cuando volvamos a lo presencial, podamos reacomodar cosas y mirar todo desde un nuevo lugar. Ahora estamos en el momento de administrar toda la información y adecuarla a este momento, pero estamos muy contentos”, resume Leonardo.
Tan importante es el detalle de adaptarse a la situación de estar en casa, que los participantes de la Cátedra Libre interpretaron Libertango, de nuestro maestro en cuestión, desde sus hogares.
“Libertango” de Astor Piazolla, interpretado por la Cátedra Libre “Astor Piazolla” del Instituto Universitario Patagónico de las Artes, en celebración de 100 años de su nacimiento.
Ambos directores coinciden en el aspecto inspiracional y motivacional que tiene la obra de Piazzolla, más allá de una cuestión técnica musical.
“Es interesante pensar en el legado Piazzolla desde la curiosidad. Astor era un hombre que estaba siempre muy actualizado con todo lo que pasaba a su alrededor. Le gustaba la pintura, la poesía, la danza. Era muy inquieto. Eso es un aspecto transversal y es clave”,cuenta Nicolás, muy acertadamente.
Nos quedamos con ese Astor rupturista, curioso e inquieto para que sirva de ejemplo para todas las disciplinas artísticas y, por qué no, no artísticas también.
Cuando era chico, siempre me llamó la atención el tango. Los veranos, cuando iba a visitar a mi abuelo, lo miraba pasando horas y horas con su radio en la oreja escuchando las clásicas orquestas de tango. Era un apasionado del género y un fan de la orquesta de D’arienzo y del cantor Ángel Vargas. El tango me atraía, pero en mi infancia y adolescencia no me hacía mucho cargo de eso. Digamos que siempre lo miraba de afuera. Con el tiempo, ya cerca de mis dieciocho años, comencé a tocar mis primeros tangos con una armónica cromática. Me hice amigos músicos que estudiaban en IUPA, en aquel entonces INSA, y me invitaron a conocer el instituto. Paseando por los pasillos recuerdo ver a Orlando Tumini, profesor titular de la cátedra de bandoneón, dando clases en el aula 14. Fue gracias a él que escuché por primera vez un bandoneón en vivo y, a partir de esos momentos, quedé maravillado con el instrumento. Tal fue mi emoción, que una noche de esas asistí a un concierto del Quinteto de Tango de la Fundación Cultural Patagonia, donde Orlando tocaba. En ese concierto me encontré por primera vez con la obra de Astor Piazzolla, con la interpretación del tango “Lo que vendrá”. Ahí mismo supe que todo lo que vendría, sería maravilloso.
Por esa época me encontraba estudiando la Licenciatura en Comunicación Social y decidí embarcarme en la carrera de bandoneón en el INSA, con Orlando. Intenté seguir con las dos carreras a la vez pero mi entusiasmo por la música era mucho más grande y a los tres meses, abandoné Comunicación y me aboqué por completo al bandoneón. Fue una decisión difícil porque empezar una carrera de música a los 21 años no era muy esperanzador para mí ya que, por lo general, cualquier carrera artística se recomienda comenzarla a temprana edad, pero contra todo pronóstico puse primera y le di para adelante.
Ya en el primer año de la carrera, luego de unos cuantos estudios y escalas, Orlando me dio la primera obra musical para estudiar: Chiquilín de Bachin, música de Astor Piazzolla y letra de Horacio Ferrer, con arreglo musical de mi maestro Tumini.
Debo reconocer que no fue nada fácil mi recorrido como estudiante de música. ya que, al año siguiente de haberme decidido a estudiar bandoneón, falleció Orlando, y quedamos, junto a varios compañeros, a la deriva sin profesor de instrumento. Pero no bajé los brazos, continué cursando el resto de las materias teóricas, y estudiando el instrumento de forma autodidacta. Luego de cuatro años de ausencia de un profesor, llegó a la institución Ricardo Fiorio, nuevo docente bandoneonista, con quien pude terminar la carrera en tiempo y forma, rindiendo libre los cuatro años anteriores. En el repertorio de mi examen final de graduación toqué, entre otras piezas, curiosamente, la primera obra que conocí de Piazzolla en aquel concierto del Quinteto, Lo que vendrá.
Sin dudas, pensar en lo que vendrá, sigue siendo algo lleno de expectativas y marcando los comienzos de grandes cosas.
Hoy en día me desempeño como profesor de bandoneón, ocupando el lugar que ocupaba mi gran maestro Orlando, cuando recorría sorprendido los pasillos de la institución en aquel entonces. La llegada de la música a mi vida fue algo inesperado y, por eso, me gustaría dejar dos humildes consejos: primero, escuchen la música de Piazzolla, porque es una obra de arte en sí misma. Fue un vanguardista y un innovador en el género, y segundo, no elijan una carrera por los réditos económicos. Hagan y estudien siempre lo que les dicte el corazón: aquello que les guste y los haga feliz. Así, van a empezar a mirar de adentro y no de afuera, como cuando yo era un chiquilín.
¡Viva el tango, viva Piazzolla y viva la música!
De chiquitín te miraba de afuera
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En la antesala de la Experiencia Piazzolla 2021, que tendrá lugar en el Centro Cultural Konex de la ciudad de Buenos Aires, y que lo homenajea en el centenario de su nacimiento, se presenta en septiembre 2020 una previa online. Es la tercera edición de este evento y vale la pregunta, ¿qué sucede hoy en el mundo del tango y qué es lo que hace tan relevante a la figura de Astor?
Sin dudas, Piazzolla inspira fuerte a las generaciones actuales en el mundo de la música. En el auge de su carrera cimentó su matriz identitaria sobre un género que, luego de los años 60 entró en una aparente retirada, sobre todo en lo que respecta a la función social como música de baile en Argentina. Es en ese mismo momento cuando justamente Astor colabora con su renovación revivificándolo. Su paso por la orquesta de Aníbal Troilo y las influencias de la música de Julio De Caro y Alfredo Gobbi fueron fundamentales para el desarrollo de sus raíces tanguísticas. Pero Piazzolla no se quedó para siempre en el tango tal como le fue dado; construyó otro tango, uno nuevo con lo que mamó y con su lectura en relación al momento que le tocó vivir. Su propuesta musical supo trascender los límites que se le imponen al estilo y circuló en los márgenes de lo difícilmente realizable. Diciendo algo más, deconstruyendo esa música, que según decían, ya no podía ser renovada y al mismo tiempo interpelando a la música toda.
Sigue rodando el Octeto en mis auriculares, ahora escucho su versión de Mareados. Intensa, infinita en su color armónico; automáticamente recuerdo la versión del mismo tema por Guillermo Klein en 2019, ciertamente otros tangos siguen siendo posibles en el mundo actual.
Considerado algo así como un Gershwin del tango, Piazzolla mira al sur, su sur, nuestro sur; indagando en las raíces musicales de la cultura porteña descubre también desde temprano la música clásica, digamos mejor, académica. A Bach de la mano de su maestro Bela Wilda y al jazz en sus estadías en Estados Unidos y Europa. Aprende bandoneón de pequeño y más tarde composición, orquestación y contrapunto con Alberto Ginastera. Quizá por la tradición clásica es que sus músicas asumen nombres como Fuga y Misterio, Tangata, La Suite del Ángel o la serie de Estaciones Porteñas en clara alusión a las que fueran de Vivaldi. Piazzolla compone también música sinfónica y piezas totalmente escritas; escucho ahora Tres Movimientos Sinfónicos y a pesar de que me parecen excepcionales prefiero volver al Octeto; su sonoridad me resulta más cercana. Resulta casi paradójico que una compositora académica, fuera quien lo invitara a explorar su verdadera esencia tanguera desde la música popular misma. Nadia Boulanger marco las carreras de grandes músicos y músicas populares entre ellos Egberto Gismonti, Philiph Glass o Quincy Jones.
Astor se nutre de la tradición musical europea, pero propone la propia; para esto desafía al género que lo vio nacer haciendo música instrumental de vanguardia. Su disrupción casi le cuesta la expulsión del mundo del tango: ‘esto no es tango!’ aclamaron sus detractores en los años 60. Sin embargo, y al contrario de lo dicho por esas voces, nadie duda que Piazzolla puso en valor el edificio del tango, género que consideraba propio, haciendo del mismo algo vivo. Y no solo al tango le cabe su aporte, sino también a la música universal como diría Hermeto Pascoal, otro gigante de la música, al sumarse en 2016 al festival que homenajea a Astor. Escucho ahora Viva Piazzolla de Hermeto y recuerdo su participación en Experiencia Piazolla 2016.
Para entender la estética Piazzolleana hay que bucear también en su relación con el jazz. El Octeto Buenos Aires, por ejemplo, se inspiró en el grupo del saxofonista Gary Mulligan a quien Piazzolla había escuchado durante su estancia en Paris. La música del octeto incluye improvisaciones en la guitarra eléctrica, walking bass y fuertes figuras rítmicas que podrían incluso considerarse equivalentes a los riffs en el jazz. Astor grabaría más tarde, en 1974, Reunión Cumbre un disco con Mulligan que puede considerarse como el encuentro más importante —¿quizás un reencuentro? — de los mundos del jazz y del tango.
El juego de lo improvisado jazzístico y la composición académica especialmente la de la música barroca se encuentran en la música de Piazzolla. No creo apropiado utilizar para describir estas sonoridades la idea de fusión o hibridación de músicas, como si estas provinieran de dos mundos diferentes. Percibo el encuentro como una reunión de dos viejos amigos, o como la confluencia de dos corrientes de agua en un único gran río. La búsqueda insistente de lo renovación puede leerse como la renovación de un vínculo pasado. Esa insistencia puede escucharse en la repetición de un riff u ostinato, la variación y ornamentación permanente de un motivo melódico que se desarrolla hasta el máximo de sus posibilidades. A pesar de su vínculo con el Jazz, dicen que Piazzolla no improvisaba, que escribía y arreglaba o ensayaba cada una de sus variaciones. Sin embargo, la exploración de lo novedoso y el diálogo que la variación permanente sobre una idea musical inicial, nos remite al preludio, la fantasía o la fuga barroca pero también a un gran solo de Jazz. La incasable repetición percusiva, groovera, casi minimalista de un motivo rítmico en clave 3-3-2 sonando mientras escribo me devuelve al mundo sonoro de Piazzolla. Escucho ahora Libertango pero en una increíble versión renovada por Diego Schissi tocando en un Bar porteño hace unos pocos años.
Veo en Piazzolla como al compositor menos improvisado y a la vez al improvisador más compuesto del tango. Un hacedor de la práctica compositiva en el propio cuerpo, un performer que nos recuerda lo efímero de lo musical, en el acto, en lo espontáneo.
Ya no será el compositor académico nacionalista quien produzca las variaciones, fantasías, improvisaciones o fugas sobre los temas populares sino los mismos músicos y músicas de la calle, del bar, quienes condensen la figura social del músicx. Suena ahora el grupo mendocino Altertango tocando El arrebato (2018), un tema con claras reminiscencias piazzolleanas hago una pausa. Busco y pongo la versión de Buenos aires Hora Cero de la Orquesta Fernández Fierro, recuerdo que esta enlazada con el tema de Jaime Ross Las luces del estadio. Música Rioplatense, futbol y nostalgia.
Piazzolla, se ubica entre los movimientos de vanguardia que renovaron las músicas populares en la segunda mitad del Siglo XX; el jazz modal y de fusión, la música popular brasilera y más tarde el rock progresivo entre otros tantos. Podríamos presentar a Piazzolla como un músicx progresivx, en tanto expande los límites dados por lo genérico. En este sentido diremos que es maestro en el arte de la resignificación de lo musical tradicional. Nunca resultó fácil interpretar, interpelar o renovar una música, renovarla para darle vida, desarmarla y volverla a armar.
Una música en la que la fantasía arremete en la búsqueda de lo nuevo, donde lo improvisado medio compuesto se adueña o reconquista el ámbito de la creación musical. Ahí, en uno de los espacios e intersticios en los que lo popular busca decolonizar lo culto. La música de Piazzolla se posiciona desde el tango como espacio de saber de la cultura, quizás también de la contracultura, si es que existe alguna cultura a la que sea necesario llevarle la contra. Lo revolucionario en Piazzolla se vincula una apropiación de elementos del mundo de lo musical hegemónico —¿foráneo? — una deuda musical que salda con moneda nacional y en cómodas cuotas. Piazzolla le da cuerda al reloj del tango, larga vida, otra vida. Es por eso que no pierde vigencia, es por eso que inspira versiones nuevas varias décadas después y nos invita a tocar y a crear. Piazzolla nos propone no bajar los brazos, aunque la renovación parezca imposible. Escucho Escualo, el increíble disco de Escalandrum, Piazzolla plays Piazzolla donde toca su nieto Daniel Pipi Piazzolla y recuerdo el Conjunto Electrónico de Astor donde ya incorporaba Batería y vientos. Miro el estuche de mi saxofón y pienso ¿por qué no? Siento la necesidad de tocar una vez más y por qué no, improvisar sobre algunas de las melodías de este gran músico.
¡Larga vida al tango! Piazzolla, la resignificación infinita de una música vigente
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Audio relato
Astor Piazzolla compuso entre 1947 y 1987 la música de 44 películas. Además, el aporte del bandoneonista al cine es mayor, varias de las 750 obras que compuso durante sus 71 años de vida se usaron para musicalizar películas sin la intervención de él. O sea, se usaron sus composiciones, pero no fueron creadas para esas películas.
Antes de meternos en las bandas sonoras compuestas por Piazzolla, a modo de anécdota, podemos conocer la primera intervención del marplatense en el cine. La Paramount había decidido apostar por el mercado latinoamericano y había firmado un importante contrato con Carlos Gardel, quien se encontraba en la cima de su carrera. En 1935 se estrena El día que me quieras, una de las películas más conocidas y exitosas de las que actuó Gardel y guionó Alfredo Le Pera. La cuestión que nos incumbe de este musical es que en una escena un niño personificando a una canillita gritaba “diario, diario”. Este niño era quien luego revolucionaría el tango, el propio Astor Piazzolla.
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Gardel y Piazzolla tenían una relación amistosa por más que el bandoneonista fuera un niño. Coincidieron en Nueva York. Piazzolla vivía allí y Gardel se hospedaba en la ciudad por cuestiones laborales. El niño Astor ayudaba al consagrado músico con los mandados y la comunicación en inglés. Piazzolla tocaba el bandoneón desde los 11 años y a los 13 el zorzal lo invitó a una gira por latinoamérica. El padre del niño y el sindicato de músicos de Nueva York se negaron a autorizarlo. Menos mal. Esa gira fue en la que Gardel y varios de sus músicos perdieron la vida en un accidente aéreo. ¡Lo que nos hubiéramos perdido!
Ahora sí, la primera experiencia de Astor Piazzolla en composición musical para una película es en Con los mismos colores (1949), dirigida por Carlos Torre Ríos. Oración aparte para Torre Ríos, con el fin de contar que era el hermano de Leopoldo Torre Ríos y tío de Leopoldo Torre Nilson, dos de los directores más influyentes en nuestra cinematografía. La película es una comedia que cuenta la historia de tres pibes de barrio que llegan a triunfar en el fútbol profesional. Un dato de color es la participación de Alfredo Di Setfano.
La segunda experiencia en la composición de bandas sonoras fue con el mismo director al año siguiente. Piazzolla compuso la música para Bólidos de acero (1950).
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Hasta la década del 50, en el cine argentino no se le daba mayor importancia a la música de las películas. Los problemas técnicos eran las principal causa de esta falencia. Por supuesto no era ni la falta de talentos, ni el desinterés. De hecho, algunos músicos se formaron en el exterior con el fin de encontrar soluciones para esta falla. Entre ellos, Piazzolla y Lalo Schiffrin.
Durante esa década Astor Piazzolla trabajó con varios directores argentinos. Se estaba gestando lo que en los sesentas sería “el nuevo cine argentino” y Piazzolla de alguna manera formó parte de este impulso inicial. Quizás, lo más significativo sea la composición para siete películas de Fernando Ayala.
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Durante esta década, las composiciones fueron en su mayoría de tipo orquestal. Sin embargo, los expertos encuentran un hito en la carrera de Piazzolla. En la película de Enrique Cahen Salaberry Sucedió en Buenos Aires (1954), el músico imprime su sello y, según los entendidos, aparece alguna anticipación de lo que luego sería una de sus obras más reconocidas: Adiós Nonino, compuesta en 1959 en un estado de tristeza causado por la reciente muerte de su padre.
La década siguiente es la que marca la entrada de Piazzolla al cine internacional. Comienza con algunas co-producciones hispano-argentinas como Las locas del conventillo (1965) de Fernando Ayala o Las pirañas (1967) del español Luis Belanga. Estás películas son el inició de un grandioso camino en el que trabajará con varios directores de renombre.
https://www.youtube.com/watch?v=3uf4rN5KeUw
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Sin embargo, antes de meternos en esa época, vale la pena destacar el trabajo de Piazzolla en la película experimental del pintor Uruguayo Carlos Paez Vilaró, Pulsación (1969). Ambos artistas tenían una gran amistad de la cual son testigos algunas cartas que sobreviven en manos de la familia uruguaya. Piazzolla admiraba tanto a Paez Vilaró que lo llamaba “el mago”.
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La década del 70 fue la que lo lanzó definitivamente al mundo como compositor de música de películas. Mantuvo su trabajo en América en películas brasileras, chilenas y por supuesto, argentinas; pero empezó a trabajar mucho en películas europeas. Dos de las más importantes de esta parte de su carrera son Lumiere (1976) de Jean Moreau y Excelentísimos cadáveres (1976) de Francesco Rosi.
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Se despidió de la composición musical para cine de la mejor manera, se juntó con otro revolucionario. Piazzolla había causado una revolución en el tango y Pino Solanas lo había hecho en el cine. Durante la década del 60, el director cinematográfico había fundado el grupo Cine Liberación, con el que había hecho el ensayo cinematográfico La Hora de los Hornos (1968), un collage de imágenes y reflexiones que buscaba despertar la conciencia de la sociedad ante el imperialismo y la vasta desigualdad. Estos dos genios coincidieron en Tango, el exilio de Gardel (1985) y en Sur (1987).
Ambas películas dirigidas por Solanas hablan del exilio. La primera, sobre el de las personas afuera del país, y la segunda, sobre un exilio más interno. El exilio, el mismo exilio que nos dejó con las ganas de una joya. En la década del 70, Piazzolla y Solanas se habían propuesto trabajar en una película que se iba a llamar AdiósNonino, pero durante la dictadura militar Pino Solanas tuvo que abandonar el país y el proyecto quedó trunco.
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https://www.youtube.com/watch?v=B8gu2dUALxU
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Sería injusto quedarnos en ese lamento. Piazzolla nos dejó su música en 44 películas y muchas de esas bandas sonoras fueron editadas por sellos discográficos. El cine, el gran viajero nos sigue haciendo viajar. Piazzolla, fuera y dentro de la películas, también.
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Poné Piazzolla
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Astor Piazzolla (Mar del Plata, 11 de marzo de 1921 – Buenos Aires, 4 de julio de 1992) era, por su nacionalidad, argentino. Sus cuatro abuelos fueron inmigrantes italianos, cuatro de los millones de italianos que se trasladaron a la Argentina en la próspera época de oro de este país y dejaron en la cultura argentina huellas que siguen siendo muy vívidas aún hoy. En lo profundo de su ser, Piazzolla fue siempre en parte un inmigrante desarraigado y nostálgico. En diversos momentos de su vida residió en Mar del Plata, Nueva York, Buenos Aires, Roma, París y Punta del Este; pero si bien se inspiró en muy diversas tradiciones, su música es esencialmente argentina. Como compositor, arreglador, director e instrumentista, su especialidad fue la música de Buenos Aires: el tango.
Aunque era cabalmente un tanguero y estaba imbuido por completo de la cultura del tango, tocó siempre la música de Buenos Aires a su manera. En su obra se produce algo así como una convergencia del tango, la música clásica contemporánea y el jazz. La melodía es pucciniana. Convirtió al tango (que, como el jazz, tuvo orígenes turbios) en una forma de música de cámara contemporánea.
Rompió con el tango tradicional, osificado en la década del cincuenta luego de una hegemonía durante treinta años como música popular de Buenos Aires, y por esta razón los tradicionalistas nunca lo perdonaron. La guerra absurda librada en la Argentina entre los piazzollistas y los anti-piazzollistas duró décadas.
Promotor de una profunda renovación de la música de tango, Piazzolla evolucionó constantemente, y su obra fue un reflejo de Buenos Aires, del tráfago y el estrépito de la sociedad contemporánea, y de toda la gama de las emociones humanas. Adorado y vilipendiado, murió en 1992. Hoy es considerado una de las glorias de la cultura argentina.
Su intención artística fundamental fue combinar su empuje renovador del tango con el placer que le causaba experimentar cruzando fronteras y explorando diversas culturas y géneros musicales. Era una encarnación viviente de la integración y el crossover. No significa que haya negado alguna vez sus raíces argentinas; pero también fue un transgresor en el verdadero sentido del término, siempre abierto a nuevas influencias. Sin dejar nunca de ser tanguero, decidió crear algo más universal. El lema de Tolstoi, Pinta tu aldea y pintarás el mundo, era una de sus frases favoritas. Y pintó su gran aldea con un talento tan consumado que los músicos y luego el público afluyeron a él en cuatro continentes. Aunque no vivió para comprobar la magnitud de este fenómeno, ahora el mundo ha descubierto a Astor Piazzolla: argentino, tanguero y, sobre todo, músico.
Se nos ocurrió la idea de este libro a Simon Collier y a mí en el curso de un almuerzo en la Recoleta de Buenos Aires un día de noviembre de 1994 y comenzamos a trabajar en él a mediados de 1995. Esta es una biografía, la vida de un músico cuyas decisiones vitales como ser humano siempre influyeron en su obra.En sentido literal, la gloriosa música de Piazzolla puede hablar por sí misma. María Susana Azzi lo escuchó tocar varias veces, Collier lo trató en una oportunidad. Sin embargo, Piazzolla habló extensamente sobre su propia vida en tres largas series de entrevistas: las que realizó con Alberto Speratti en 1968, con su hija Diana en 1980 y con Natalio Gorin en 1990. Nuestra deuda con estas tres fuentes es obvia. Además, fue entrevistado incontables veces por periodistas; confiamos en haber leído la mayoría de las entrevistas que se publicaron en español, inglés, francés, italiano, portugués, sueco y finlandés.
Una de las fuentes fundamentales de este volumen son las 260 entrevistas realizadas con quienes conocieron directamente a Piazzolla. María Susana Azzi fue responsable del 96 % de las mismas. En los casos en que los entrevistados ya habían hecho declaraciones públicas ya impresas –como las de Diana Piazzolla en su admirable libro Astor (1987) o las incluidas en el número especial que le dedicó a Piazzolla la revista porteña La Maga (1996)–, evitamos en lo posible volver a transitar por el mismo terreno. Complementamos nuestras entrevistas con un análisis exhaustivo del material publicado sobre Piazzolla, en especial el enorme número de reportajes sobre su carrera profesional. Hemos utilizado este material de manera muy selectiva. Si hubiéramos incluido todos los artículos periodísticos, elaborado una crónica detallada de cada uno de sus viajes o mencionado la totalidad de los conciertos que dio con sus diversos conjuntos, el libro habría alcanzado un tamaño desmesurado y ciertamente habría resultado ilegible.
Astor Piazzolla es el producto de una tradición y la ruptura de esa misma tradición. Piazzolla rompió el paradigma del tango y los tradicionalistas nunca se lo perdonaron. Políticamente, Astor Piazzolla no tenía remota idea de sí mismo. Lejos de ser un animal político, ya que nunca lo fue, sí habló a nuevas audiencias en un lenguaje nuevo. Si bien nunca se contextualizó a sí mismo, fue un músico policlasista. En la Argentina, las revoluciones políticas adoptan formas varias y son frecuentes. El memento de Piazzolla era: “¿les gusta mi música? ¿no les gusta mi música?” Nunca comprometió los standards de su música por interés comercial. “Mi sueño es imponer mi música, la música de mi país, en todo el mundo”.
Piazzolla fue un ciudadano del mundo. Cuando falleció en 1992 había vivido en varias ciudades de Europa y en las Américas. En el año 2000, Piazzolla era un músico reconocido. En el 2017, Piazzolla es un músico universal. En la Argentina, gradualmente, su nuevo tango ha ganado aceptación, y su música ha influenciado a una nueva generación de compositores de tango. Durante gran parte de su vida (falleció en 1992), su música no era considerada tango; hoy, el género tango no estaría completo sin Piazzolla. En un viaje que se inició con su nacimiento en Mar del Plata, en 1921, y que últimamente ha atravesado el mundo entero, su visión musical del tango se ha expandido y multiplicado; desde lo local hacia lo global para regresar a ser local…. El fenómeno de la globalización lo ayudó al permitir que su música sea de todos, y no pertenezca a un solo grupo. Como dijo Bygmunt Bauman en su libro Practices of Selfhood: “En la época de Facebook, las naciones se están transformando en unidades extraterritoriales de idioma y cultura.“
Las fronteras culturales en efecto son ahora bastante permeables. “En tiempos de distracción, no de creación”, como expresó el violinista Gidon Kremer en el 2015, Piazzolla se está conviertiendo en un compositor clásico …. (Por “distracción”, Kremer aquí se refiere a “entretenimiento”. También dijo, en un contexto diferente, “Yo no considero que el ejecutar tangos de Astor Piazzolla sea un entretenimiento. Piazzolla es uno de los grandes compositores del siglo XX.”) Un análisis cualitativo nos ayudará a comprender mejor que un análisis cuantitativo cómo se ha modificando la audiencia de Piazzolla. Por ejemplo, es interesante para nosotros, rioplatenses, cuando la música de Piazzolla reinterpretada por músicos de todo el mundo, es la de “uno” y hay que aprender a escucharla de otra manera, desde otras perspectivas y formas diferentes….
¿Cómo ve hoy Daniel H. Piazzolla 2 , músico notable, la música de su padre? “La música de Piazzolla se escucha cada vez más. Yo la escucho cada vez más, la comprendo mejor. Comprendo mejor por qué escribía como escribía, con una mezcla de pasión, locura y melancolía. Solía decir que para escribir música melancólica, el músico debe haber sufrido. Su música refleja sus estados de ánimo, cambiantes si estaba enamorado, o si una mujer lo dejaba. Para él, su guía era su música. Todo lo relacionaba con su música. La música de Piazzolla es como una tortuga, va subiendo de a poquito, no es el fenómeno de la música de los Beatles, o de los Rolling Stones, o de Elvis Presley. Con Piazzolla, todo es muy lento, el proceso es muy lento. Tanta gente se sorprende y dice: “Uy, mirá lo que hay acá”. Jeanne Moreau le contó a Piazzolla que Mick Jagger tocaba su música en el piano. Charlie Watts, el baterista de los Rolling Stones, en una de sus visitas a Buenos Aires, fue a la famosa Confitería Ideal, a ver un show de tango de la Orquesta Color Tango. Mientras esperaba que empezara la música, lo llevaron a ver una exhibición de fotos, donde vio una foto de Piazzolla, y dijo: ‘OHH…Piazzolla’. Se detuvo un momento, para homenajear al gran músico argentino. De a poquito, de a poquito, de a poquito, la música de Astor va creciendo, así”.
Resulta crucial subrayar la importancia de los cambios emocionales de un músico. En efecto, es fundamental. La música es la expresión del estado de ánimo del músico, y como ocurre con cualquier artista, Piazzolla tenía pasiones y amores varios. Frustraciones también. Todo esto está en su música.
La partitura final representa el puente entre el ciclo emocional y el patrón musical. Los cambios emocionales se reflejan en los cambios musicales. Cuando escribíamos este libro, constantemente nos preguntábamos cuáles eran los patrones de la música de Piazzolla que se relacionan con sus emociones y circunstancias vitales. En este caso, nuevamente, el contexto y las circunstancias siempre predeterminaron su música.
Argentina, la ciudad de Buenos Aires, Mar del Plata, la ciudad donde nació Piazzolla, y sus compatriotas, han homenajeado su legado de diferentes maneras. En Mar del Plata, por ejemplo, el martes 4 de Julio del 2004, el Auditorio recibió oficialmente el nombre de “Sala Astor Piazzolla”. Su viuda, Laura Escalada Piazzolla, su hijo Daniel, su nieto “Pipi”, miembros de su familia, músicos que integraron sus diferentes conjuntos, amigos, y público en general, asistieron a la ceremonia. Por decisión del Concejo Deliberante local (2008), el aeropuerto de Mar del Plata se llama Aeropuerto Internacional Astor Piazzolla, como el de Liverpool John Lennon, el de Nueva Orleans Louis Armstrong y el de Salzburgo Wolfgang Amadeus Mozart. Piazzolla fue un gran compositor de música para cine: el premio “Astor” se otorga año a año a la mejor película del Festival de Cine de Mar del Plata. Una escultura de Piazzolla en frente del Casino Central fue realizada por Carlos Benavídez, e inaugurada por la Municipalidad de Mar del Plata en 2011 durante el 4º Congreso de Cultura Ibero Americana. La fuente musical de la Plaza del Milenio tendrá un show de aguas con música del gran bandoneonista. Varias placas han sido colocadas en edificios de Mar del Plata que tienen que ver con su vida; la ciudad ofrece el circuito Astor Piazzolla; la Secretaría de Cultura y la Fundación Astor Piazzolla co-organizan el Festival Marplatense en el mes de marzo. Varias escuelas en la Argentina llevan su nombre. La Legislatura del partido de General Pueyrredon ha solicitado “la expropiación de la casa con sus fachadas originales ubicada en la calle Alberti 1555/61, que fuera residencia familiar y comercial en Mar del Plata del gran músico bonaerense de renombre mundial”. Para conocer más sobre la relación entre Piazzolla y Mar del Plata, recomendamos consultar el excelente libro escrito por Marcelo Gobello, Astor Piazzolla, su ciudad y su mundo.
En el 2007, Piazzolla fue declarado Ciudadano Ilustre (post mortem) de la provincia de Buenos Aires. En la ciudad de Buenos Aires, uno de los principales conservatorios de música se llama hoy Conservatorio Superior de Música de la Ciudad de Buenos Aires “Astor Piazzolla”. Existen hoy programas de radio dedicados a su música: Astormaníaes un magnífico ejemplo de eso. En el Centro de Buenos Aires, en la Avenida Presidente Roque Sáenz Peña, entre Libertad y Cerrito, se encuentra el Paseo Astor Piazzolla. La magnífica Galería General Güemes –que data de 1915 –es hoy Piazzolla Tango. A lo largo de sus 8 estaciones, la Línea H – las más nueva – forma un verdadero Paseo Cultural del Tango con obras realizadas por artistas de renombre que dedicaron sus murales a grandes íconos del 2×4. En la estación Caseros – en el cruce de las Avenidas Jujuy y Pueyrredon -, los murales en tímpano y vestíbulo realizadas por el gran ilustrador Hermenegildo Sábat, muestran pasajes de la vida del pianista Julio de Caro junto a verdaderos revolucionarios del género como Astor Piazzolla y Eduardo Arolas. La figura en resina se emplazó en el Paseo del Tango, Pasaje Carlos Gardel, en el Barrio del Abasto (6 de mayo de 2016). El monumento se hará en el Pasaje Astor Piazzolla, Avenida Diagonal Norte.
En la Enciclopedia Británica hoy existe información sobre la vida y la música de Piazzolla.
Quizás el más revelador de todos estos tributos es el que homenajea los vínculos familiares de Piazzolla con Italia, el país donde nacieron los cuatro abuelos de Astor. El 11 de agosto de 2013 se inauguró una pequeña plaza en el centro de Massa Sassorosso. Se le dio el nombre de “Largo Astor Piazzolla”, a corta distancia de la casa donde vivieron los abuelos maternos de Piazzolla, y de la iglesia donde se casaron antes de emigrar a la Argentina.
El legado de Piazzolla se ve honrado también por el creciente interés en manuscritos originales de su música. En Noviembre de 2014, se vendió en subasta en Sotheby’s, Londres, la versión original completa de su famosa “operita” María de Buenos Aires (en la cual se lee “REVISADA POR EL COMPOSITOR”) junto con el libreto original transcripto por Horacio Ferrer, en £55,000.00.
En la década del ochenta, Piazzolla se había dado cuenta de que toda clase de músicos quería encargarle obras o bien tocar las suyas, y esto quedó notablemente confirmado en los años posteriores a su muerte. Sus obras han sido y son ejecutadas y abundantemente grabadas por una cantidad extraordinaria de diferentes artistas y en una amplia variedad de instrumentos. La música de Piazzolla hoy la interpretan músicos clásicos, de jazz, rock y músicos de tango de todo el mundo. Sus canciones han sido adaptadas para coro, y son frecuentes las adaptaciones de su música para diversos instrumentos y ensambles.
La gran bailarina Mora Godoy, luego de su espectacular presentación en la cena ofrecida por el gobierno argentino al Presidente Barack Obama durante su visita de marzo 2016 a la Argentina, lo invitó a bailar un tango. Reconocida por su excelente desempeño como bailarina de tango, Mora Godoy bailó también en forma privada y exclusiva para los Rolling Stones en 2006, cuando se encontraban en Buenos Aires en la gira “A Bigger Bang World Tour 2005-2006”. Describe su experiencia como “espectacular”. “Me senté con mi compañía de baile y me pregunté: ¿qué les llevo? Me decidí por un potpurrí: un poco de Osvaldo Pugliese, de Juan D’Arienzo y bastante de Astor Piazzolla. ¡Se volvieron locos con Piazzolla! Mick Jagger estaba sentado en un sillón mirando el show, aplaudiendo todo como un caballero inglés; bajaba la cabeza, después miraba. Para mí fue único, especial e inolvidable. Una de las experiencias más lindas que he tenido.“
“Astor Piazzolla rockeás mi mundo”. Así Flea, bajista de los Red Hot Chilli Peppers declaraba su admiración por el legendario bandoneonista argentino en su cuenta de Twitter (junio 2016).
En el marco de los festejos por el Bicentenario de la Declaración de la Independencia Nacional, con la presencia del Presidente Mauricio Macri, 17 bandas militares de la Argentina y de once países invitados desfilaron por la Avenida del Libertador hasta el Campo Argentino de Polo de Palermo, en la ciudad de Buenos Aires. La Banda Militar de la República de Chile hizo una genial interpretación de “Adiós Nonino”.
Jean Louis Trintignant / Daniel Mille / Astor Piazzolla (Salle Pleyel, París, 7 de marzo de 2017). Un actor y un músico acordeonista, acompañado por un cuarteto de cuerdas sorprendieron al público con una mezcla de palabras y música de gran envergadura. Jean Louis Trintignant cantó los versos del gran Desnos, Prévert y Vian, mientras que Daniel Mille hizo vibrar al público con su acordeón. La música sensual es la obra majestuosa del compositor argentino.
Desde el año 2000, cuando nuestra biografía sobre Astor Piazzolla fue publicada por Oxford University Press, lamentablemente, algunas personas han fallecido: mi amigo y co-autor Simon Collier (2003); Dedé Wolff (2010), la primera esposa de Piazzolla, Diana Irene Piazzolla (2009), su hija; el poeta y frecuente colaborador Horacio Ferrer (2014). En total, la mitad de las personas que fueron entrevistadas o nos ayudaron con información sobre la vida y la música de Astor Piazzolla han fallecido. Hemos sido privilegiados con el timing de la investigación original y la realización de esta biografía, que fue escrita entre 1995 y 1999. Corregida y aumentada en + 100 páginas en 2016/2017 para la segunda edición que publicó Editorial El Ateneo en marzo de 2018. Sin la generosa colaboración de 260 personas de las cuales la mitad ya no están, si la biografía hubiera sido escrita hoy, sería mucho más pobre.
Las realizaciones y homenajes musicales siguen y siguen; no necesitamos buscar explicaciones al permanente interés por Piazzolla, un interés que manifiestamente crece. Su música habla por sí misma, y continuará haciéndolo, qué duda cabe, en el año 2020, y también quizás en el año 3000 (para mencionar las fechas que él mismo barajó), si la raza humana perdura hasta un punto tan lejano para nosotros.