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Esta vez el algoritmo informático me sacó del algoritmo informático. Mi Instagram me hizo conocer el proyecto de Jimena Gonik, que durante todo el 2024 recomendará un disco por día. O sea, que a partir de esto, yo le digo a mi Spotify qué reproducir. Empezó con discos de la década del 50, va por los 60 ́s y promete seguir avanzando en el tiempo. Jimena aclara que no es un ranking, ni tampoco los discos están ordenados por méritos ni calidad. Lo que sí se puede ver es que la curaduría es de alguien que sabe de música. 

Nos presenta y habla de discos de artistas reconocidos que van desde Ella Fitzgerald a María Elena Walsh, pasando por Atahualpa, Sinatra, Spinetta, Ray Charles y Joa Gilberto, entre otros. Pero también de culto, como la cantante sudafricana  Miriam Makeba, el grupo de música psicodélica peruano Traffic Sound o el percusionista de salsa dura Ray Barretto. La selección nos garantiza que si ponemos un disco de esta lista, va a ser un buen disco.

A partir de conocer este proyecto, empecé a investigar sobre Jimena y me encontré con una artista multifacética, música, actriz, guionista y productora. Me encontré con alguien que tiene la intuición como guía. 

¿Quién es Jimena Gonik?

Soy una chica de 24 años, música y actriz, inquieta y apasionada. Todo el tiempo estoy tratando de hacer algo nuevo o profundizar lo que ya hago. Siempre estudié actuación, también una carrera de teatro musical. Bailé, siempre bailé mucho. Después estudié Artes Dramáticas en la UNA (Universidad Nacional de las Artes), en donde me faltan pocas materias para recibirme. Y música siempre estudié de manera particular. 

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En su faceta musical , Jimena publicó el álbum Romantik en el 2023 y los singles Negra Confusa en 2020 y El Abrazo en 2023. En el 2022 ganó la Bienal de Arte Joven en la categoría de música y llenó Niceto Club, uno de los escenarios más emblemáticos de la escena porteña.  Su estilo mezcla pop con R&B, Soul, funk y trap.  Las otras Jimenas intervienen en la Jimena música. Guiona, produce, actúa y a veces dirige los videos de sus canciones. En el escenario también sale a flote la actriz, esa que fue nominada a los premios Estrellas de Mar por su interpretación en Eternidades, Té póstumo en hall de cine”

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Sos actriz, cantante, guionista, productora, ¿cómo conviven todas esas disciplinas?

Al arte lo veo como una sola cosa. Quizás una es más fuerte en una cosa o en la otra. Hay algunos artistas que se desempeñan en la música y son mejores guitarristas que compositores o al revés, pero todo convive de alguna manera. Yo compongo con imágenes, pensando en eso siempre quiero hacer videos, desde el primer momento si no me puedo imaginar paisajes, no existe. El hecho de haberme formado como actriz me ha dado cierta disciplina para pensar en un todo. Prefiero sacar un disco como una obra, no sacar canciones a rolete, sino pensarlo como un concepto. Así como una ensaya una obra de teatro durante meses, la estrena y la hace tres veces por semana, con la música trato de no librar nada al azar, sino de sentarme a pensar bien las cosas.

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¿Cómo fue la experiencia de ganar la Bienal de Arte Joven?

Fue re inesperado, re lindo y re loco. A mi me sirvió para plantarme y decir bueno: “sirvo para esto”. Me validó y me hizo sentir que esa intuición que yo tenía era la correcta y decidí seguir y meterle por este camino. Como otros confiaron en mí, yo también voy a confiar. Si bien siempre confié en mí, cuando algo tan importante como la Bienal lo hace, te reafirma y es un gran logro. 

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Desde el 1 de enero del 2024 Jimena recomienda en su Instagram un disco por día. Nos da algunos datos del artista y del contexto en el que se creó la obra. Con un equilibrio entre lo básico y lo profundo, se mete en lo musical y en lo lírico del disco con un discurso útil y didáctico tanto para músicos como para aficionados.

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¿Cómo surge la idea de recomendar un disco por día?

Yo siempre escuché mucha música, pero el año pasado mientras trabajaba en el disco que estoy por grabar y que tiene muchas influencias de distintos géneros, escuché una guasada, como cuatro discos por día. Entonces me armé una carpeta mental y sentí que hay artistas y discos muy importantes que estaría bueno que el resto los conozca. Yo no me enojo con la realidad, creo que nadie tiene la culpa de no saber algo, entonces preferí tomar acción. Es mi manera de cambiar lo que me gustaría que cambie. 

Mis recomendaciones no son necesariamente de los mejores discos, eso lo dije desde el primer día. Es una lista de álbumes que a mi me gustan y considero que son importantes. Además trato de explicar la razón de esa importancia.

También hago foco en el contexto en el que se hizo cada disco. Creo que la música existe porque existe un contexto sociológico y es fundamental entender que la música forma parte de la historia.

Por otro lado, yo prefiero escuchar los discos enteros, no me gusta escuchar canciones sueltas. Puedo llegar a escuchar algunas canciones al azar si son del mismo artista, pero no me gusta el popurrí. También quiero con el proyecto transmitir lo lindo de la experiencia de sumergirse en una obra completa.

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Cuando arrancaste el proyecto tenías 5.000 seguidores, hoy estás cerca de los 450.000. ¿Cómo te llevas con ese estallido?

La gente que me seguía era por mi música o colegas. Este estallido inesperado a partir de las recomendaciones de discos, como la Bienal, me afirmó que mi intuición era acertada. No me equivocaba en pensar que hacía falta algo así. La mayoría de los músicos hemos escuchado, no sé, la lista de la revista Rolling Stone, pero quizás si no sos músico y tenés un mínimo interés,  necesitas alguna guía para saber qué escuchar. A mi me pasa con las recetas de cocina, hay tanto en internet que no sé por dónde ir. En ese caso mi guía es Paulina Cocina.  Entre tanta cosa infinita y abrumadora, alguien que te diga por dónde empezar está bueno.

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Las recomendaciones de Jimena me invitaron a volver a otro tipo de escucha. Aquella que años atrás hacíamos cuando alguien te prestaba o te recomendaba un disco o una cassette. No es un sistema que lee mis últimos clics y con eso me dice qué escuchar, sino alguien que piensa que tal o cual obra debe ser escuchada y nos dice la razón. Entonces de esa manera, me dan ganas de prestarle más oído, tiempo, calma y atención, como lo hacía con la placa que un amigo creía que me podía gustar. 

Lejos de la nostalgia, el 2024 seguirá siendo un año de éxtasis para Jimena. Además de las recomendaciones, está abocada a terminar su nuevo disco, de a poco irá sacando canciones hasta completar el álbum.

Después de  estos proyectos, veremos a qué estaciones llevan a Jimena, su manija, su versatilidad, su inquietud y sobre todo su intuición. 

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La intuición como guía

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Al ir cambiando, uno elige entre lo que hay y sabés que si no es ahora, quizás no la veas nunca.

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De alguna manera formó parte de este impulso inicial.

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Si es que existe ¿Qué lo define y cuáles son sus características? ¿Es solo el cine hecho por patagónicos y patagónicas en la Patagonia? ¿O el realizado por foráneos y foráneas en estas tierras también entra en este calificativo? ¿Y qué pasa con el que hacen en otros lugares personas nacidas en la Patagonia?

Empecemos por el principio, ¿existe?

Hace algún  tiempo, mientras integraba el proyecto de investigación Laberintos de la Imagen Patagónica, dirigido por Stella Maris Poggian, hice una serie de entrevistas sobre este tema a trabajadores y trabajadoras del sector audiovisual de la región. Las respuestas fueron tan variadas como los climas y geografías de la Patagonia.

Dos de las personas que no dudaron en afirmar la existencia de un Cine Patagónico fueron la y el más joven del relevamiento: la realizadora egresada del Instituto Patagónico de la Artes, Julieta Romano Ortiz y el realizador estudiante de la Universidad Nacional de Río Negro, Manuel Benito.  Sin embargo, a la hora de definir este cine, encuentran dificultades para hacerlo. Manuel opina que no está definido y que está en proceso de lograr su identidad propia. Julieta lo encasilla en las películas rodadas en la región y duda si sumar las películas hechas en la Patagonia por gente de afuera. 

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Son varios y varias las y los trabajadores audiovisuales que creen que no hay un Cine Patagónico, y si bien encuentran algunas características comunes en muchas producciones no lo llegan a ver como un cine que merece un título propio. Por ejemplo, la realizadora barilochense Luz Rapoport coincide con el director viedmense Néstor Ruggeri en que lo que une a las películas es solo las temáticas y los lugares en los que acontecen. Opinan que el lenguaje sigue siendo el mismo que en otros cines, que no se inventó nada, que la estéticas son diversas, pero reproducen otras cinematografías como la iraní, la japonesa y hasta el cine norteamericano.

La directora del documental Comparsa, Luciana Radeland, se suma a esto y cree que en las películas realizadas acá, hay una fuerte identidad alimentada por la geografía y la cultura, pero no cree en el término Cine Patagónico.

La productora Lara Decuzzi tiene una mirada interesante, en la que no reconoce la existencia de un Cine Patagónico pero habla de un cine federal, hecho lejos de las grandes urbes, con personajes con tonadas, no citadinos, con conflictos distintos a los del cine de Buenos Aires, por ejemplo con respecto a la geografía, a mitos o leyendas. 

Volviendo a quienes afirman que existe un Cine Patagónico, el realizador del Valle Medio de Río Negro Federico Laffitte, afirma que existe este cine o por lo menos un modo particular de contar de las y los realizadores que habitan la Patagonia. Si bien cree que aún faltan obras que confirmen los rasgos identitarios, ve que en la producción regional de los últimos diez años aparecieron largometrajes con narrativas particulares y búsquedas en estéticas, tiempos, ritmos, puestas, temas y sonidos.

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Más allá de las respuestas variadas de este relevamiento, empezamos a ver cuestiones que vislumbran la existencia de un Cine Patagónico. La geografía, el clima, las historias y los personajes serían ingredientes indiscutidos de esta receta. Sin embargo, donde estaría la falta de identidad, sería en las cuestiones estéticas y técnicas, que son, de alguna forma, las más vinculadas o mejor dicho, exclusivas del lenguaje audiovisual.

Lograr una identidad sería tener rasgos propios que diferencien a este cine de los demás. ¿Alcanza entonces solo con diferenciarse en la temática y el lugar? Desde esta óptica es ineludible la reflexión de Lara Decuzzi que habla del cine federal, o mejor dicho del interior del país.  Tomado eso, una montaña puede estar en Mendoza o en Bariloche, un desierto en la región sur de Río Negro o en Jujuy, la historia de un hombre solo o de una chica que quiere migrar hacia una metrópoli puede contarse desde infinitos puntos del interior del país.

La historia del cine se ha encaprichado en encasillar las obras que la componen en grupos. Existen los géneros que, según la RAE, en las artes son cada una de las distintas categorías o clases en que se pueden ordenar las obras según rasgos comunes de forma y de contenido. A partir de aquí, se pueden agrupar según la codificación de sus elementos, sus temáticas, el efecto que buscan en las y los espectadores, el tratamiento narrativo y estético, el modo de producción o la técnica utilizada. La realidad es que los géneros en un principio se utilizaron para un orden lógico y ahorrativo de producción y para satisfacer las expectativas de las y los espectadores. Hoy, solo se utilizan para guiar a las y los potenciales espectadores y generalmente las calificaciones son mentirosas. El cine de género ya casi no existe y las películas son híbridos entre varios de ellos.

Casi ningún género se creó agrupando sus obras según el lugar en que se realizaron. Quizás el Western, pero características como su iconografía , temática y estructura narrativa son mucho más relevantes que su acontecer en el lejano oeste.

Sí existen corrientes, escuelas o movimientos claramente identificados con lugares. Estas fuerzas, muchas veces espontáneas, que se oponen al conservadurismo de los géneros, hasta algunas veces están definidos con referencia al lugar donde se gestaron. Nueva ola francesa, Free cinema británico, Cinema Novo brasilero, Nuevo cine argentino y Neorrealismo italiano son algunos de los ejemplos. Sin embargo, las obras que integran estas corrientes, tienen algo más en común que una mera coincidencia geográfica.  Por ejemplo cuestiones técnicas, narrativas, de intención, de lenguaje y hasta de modo de producción.

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Entonces, ¿qué elementos harían constitutivo a un cine Patagónico?
¿Desde dónde se puede diferenciar de otros cines,
más allá de la cuestión geográfica?
Estas preguntas no tendrán respuesta en esta nota


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Desde hace algunos años han proliferado en la región cuestiones vinculadas a lo audiovisual, que ineludiblemente desde mi opinión crearán o definirán la identidad de la cinematografía regional. La instauración de universidades y escuelas con carreras afines, hacen que los y las jóvenes no tengan que migrar hacia las grandes urbes para estudiar. De este modo, su formación se da en un contexto local y quienes enseñan son habitantes de la región patagónica. Eso es construcción de identidad regional y formarse en otro lugar es lo contrario.

Por otro lado, los festivales  y otros nuevos modos de distribución de las obras, las políticas de fomento del Estado nacional para la producción en las regiones del interior y las incipientes leyes provinciales de cine, harán su parte fortaleciendo este crecimiento.

De este modo, la historia del cine contará cómo la región patagónica dejó de ser ese escenario exótico y misterioso contado por gente de afuera, para dar lugar a un cine en el que los patagónicos y las patagónicas se cuenten a sí mismos o a sí mismas, con sus propias formas y sus propios lenguajes. Será entonces cuando quizás sí hablemos de nuestro Cine Patagónico. 

Ezequiel Epifanio @ezeepifanio

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Cine Patagónico: una pregunta con muchas respuestas

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En ese momento no se pensaba en historias y se creía que el cine tenía fecha de vencimiento. Lo que se apuntaba como una atracción de feria, superó estos prejuicios y más de un siglo después es un  entretenimiento, un arte y una gran industria. 

Transitando su historia, el séptimo arte fue evolucionando y lo sigue haciendo. Algunos de los aspectos más valiosos de su progreso fueron impulsados por las innovaciones tecnológicas. Una de las más importantes fue el sonido. 

Las primeras experiencias sonoras  no tenían que ver con dispositivos tecnológicos, sino que se musicalizaba con orquestas y solistas tocando en vivo en la sala acompañando la proyección. Algunas de estás partituras eran escritas especialmente para las películas. A esto, luego se le fueron sumando  efectos sonoros ejecutados en la misma sala por intérpretes y máquinas. Claro que todo dependía del tamaño y características de la sala y la ciudad o pueblo en donde se realizaba la proyección.

Luego vino la época de combinar la proyección de la película en sincronización con la reproducción de músicas grabadas en dispositivos sonoros. Por ejemplo, en 1888 Edison y Muybridge buscaron combinar el fonógrafo con las imágenes en movimiento. O  Charles Pathe, que intentó que el fonógrafo y el cinematógrafo trabajen en conjunto. Sin embargo, estas intenciones no llegaban a lograr el efecto deseado debido a las limitaciones técnicas que se traducían en mala calidad o falta de volumen.

En 1918 un sistema llamado Tri Ergon logró imprimir el sonido en la misma cinta que se imprimía la imagen. En 1922 se estrena la primera película, Der Branstifer con este sistema lo que daría paso al Movietone. 

En 1926 Lee de Forest inventa el Vitaphone y ese es el sistema que se impone. Graba el sonido en un disco independiente pero sincronizado con la imagen. 

Ese mismo año comienzan a aparecer películas en que la novedad sonora era parte de la promoción. Warnes Bross estrenó Don Juan, primera película comercial con una banda sonora completa. Sin embargo, esta era solo musical, los diálogos seguían apareciendo en textos al igual que cualquier película de cine mudo.

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Al año siguiente, se estrena Old San Francisco que integró por primera vez los ruidos y efectos sonoros. 

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Sin embargo, el gran paso se dio el 6 de octubre de 1927 cuando en El cantor de Jazz, el protagonista luego de entonar una canción, pronuncia las primeras palabras de la historia del cine: “Esperen un momento, todavía no han oído nada, escuchen ahora”. La platea del teatro estalló en aplausos y una nueva era comenzó.

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Explotaron las ventas de dispositivos para cine sonoro, se produjo una fiebre de musicales y se duplicó la cantidad de espectadores. Los productores vendían la novedad de películas 100% habladas.

Pero no fue todo avance. Solucionado el problema de la proyección, ahora vendría el de la producción. El sonido hizo que se ocasione una regresión en el lenguaje cinematográfico, el blindaje sonoro tenía como consecuencia el encierro en los rodajes y la cámara se inmovilizó para que no hiciera ruido.

En la industria y el mundo del cine, no todos y todas  estaban felices. Chaplin declaró que los “Talkies” habían asesinado al arte más antiguo del mundo, al arte de la pantomima, manifestó que aniquilaba la belleza del silencio y prometió no hacer nunca una película con diálogos. En Tiempos modernos, su personaje Charlot, debe cantar en un restaurante, pero la letra de la canción se pierde y la canta con palabras inventadas. Esto podría ser una forma de exponer que el sentido de lo que se quiere decir no está en las palabras. 

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Sin embargo, cinco años después, Chaplin hace en El gran dictador, película que incluye uno de los monólogos más recordados de la historia del cine. De esta manera tiró por la borda su fidelidad al cine mudo.

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Otra voz opositora al cine dialogado fue la del teórico alemán Rudolf Arnheim, el decía que las posibilidades expresivas del cine nacían de sus limitaciones y que el cine sonoro, en color y relieve, es simplemente teatro.

De todas formas, la tecnología siguió avanzando en pos de la narración. En 1928 la Fox ya se había animado a rodar un talkie en exteriores, se llamó El viejo Arizona. Y en 1929 Micheal Curtiz hizo los primeros travellings con una plataforma con las ruedas bien engrasadas en The Gamblers (1929). 

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Pero el gran acierto fue separar el micrófono de la cámara, de esa forma se les dio independencia y libertad a los dos dispositivos para hacer los registros a su modo. Fue Aplauso (1929) Rouben Mamoulian el primer film que lo hizo.

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Otra dificultad que surgió a partir del cine dialogado fue que el idioma era una limitación para distribuir las películas en países con otras lenguas. Primero se optó por grabar distintas versiones de cada film, pero la solución definitiva a este problema llegó con el subtitulado y el doblaje.

Como todo avance y evolución, el sonido en el cine fue resistido. Sin embargo, se impuso y hoy son pocas las películas no dialogadas y esa característica es novedad cada vez que se estrena alguna. 

El sonido le aportó mucho al cine. Le aportó mayor continuidad narrativa al eliminarse los rótulos y el excedente de planos que solo servían para explicar o metaforizar. El sonido permite contar sin mostrar, esto a partir del fuera de campo: un grito lejano, una puerta que se abre, un auto que frena, una sirena que se acerca. 

También, hay algo muy importante que aportó el sonido en lo que generalmente no se repara, y es la utilización de los silencios como recurso narrativo. Entre tantos estímulos auditivos el silencio expresa y muchas veces tiene una intención dramática. Los silencios pueden representar emociones, reforzar diálogos anteriores o posteriores a él, puede crear suspenso, incomodidad y una infinidad de utilidades más.  

En cierta forma, como declaró el cineasta Robert Bresson, el cine sonoro inventó el silencio.

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Las opiniones y comentarios desarrollados en esta publicación responden a la subjetividad de los autores que participan.

El sonido que inventó el silencio

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Una vez mientras navegaba por la red social del pajarito, encontré un tweet que compilaba testimonios de personas que escuchaban por primera vez. Nunca averigüé si eso que había leído era algo serio o un delirio de alguien que se puso a imaginar qué pasaba cuando a un cerebro le llegaban por primera vez señales que son interpretadas como sonidos.  

Con el tiempo el tema volvió a mi cabeza y me puse a investigar cómo es el proceso para que una persona vuelva a escuchar o escuche por primera vez y qué le pasa a esas personas cuando lo logran.

Para eso, desde Árida contactamos a Melisa Funes, Licenciada en Fonoaudiología de la Universidad Nacional de Córdoba. Ella hizo su tesis orientada a pacientes usuarios de implante coclear. En Providus, el consultorio que tiene junto a su madre y su primo, cuentan con una parte de integración escolar y otra de rehabilitación, ambos orientadas a personas con discapacidad y en gran medida auditiva.

Si bien hay otras opciones y todo depende de la causa, el implante coclear es una de las formas para que una persona recupere o adquiera el sentido de la escucha. Melisa explica el proceso y las consecuencias del implante.

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¿Qué es un implante coclear?

Es un dispositivo de ayuda auditiva electrónico que se implanta dentro del oído y lo que hace es codificar una señal acústica y transformarla en una señal eléctrica. A diferencia de un audífono, que es algo que amplifica los sonidos, el implante coclear los codifica. Por eso es tan provechoso, porque hay hipoacusias en que hay frecuencias que se pierden y que con un audífono no se pueden recuperar. El implante coclear tampoco los recupera, no es la cura de la hipoacusia o de la sordera, sino que es un dispositivo para poder escuchar. 

Los usuarios de estos dispositivos pueden ser niños que nacieron sin poder escuchar, pueden ser personas adultas e inclusive personas de la tercera edad.

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¿Qué trabajo realizan ustedes sobre eso? 

Nuestro trabajo como terapeutas estimuladoras auditivas de pacientes pos implante coclear, es muy amplio y va a estar especificado según cada paciente (edad, patología, contexto social, etc.).

Con los niños que nacieron con sordera, el objetivo va a ser que el niño acceda al lenguaje a través de la audición como cualquier normaoyente. Todos nosotros sabemos hablar porque escuchamos, la manera natural de acceder al lenguaje es a través de la audición. 

En el caso de pacientes que acceden a un implante coclear de una manera más tardía, por ejemplo, que a los diez u once años acceden a estar insertos en el mundo sonoro, no podemos pretender que ese paciente acceda a un lenguaje verbal cuando ya tiene a otra modalidad de comunicación como por ejemplo el lenguaje de señas o algún método aumentativo o alternativo. En ese caso, como terapeutas, nuestro objetivo es que esa persona esté inserta en ese mundo auditivo, que pueda responder el nombre, que pueda tener un alerta auditivo permanente, que le sirva para cruzar la calle, responder a un timbre o a un despertador, pero no que acceda al lenguaje de manera natural.

En el caso de los adultos que han sido normaoyentes en algún momento de su vida y por alguna razón han perdido su audición y son implantados, para restaurar este sentido, la terapia va a estar orientada a que haya una acomodación en lo que son los parámetros acústicos con esta nueva codificación, “este sonido que antes escuchabas así, ahora lo escuchas así”. Necesitamos esta readecuación del cerebro en rehabilitación, para que este sonido nuevo que escuchamos pueda tener un significado.

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¿Debe ser muy variable, pero cómo reaccionan normalmente las personas que escuchan por primera vez?

Hay niños que reaccionan de una manera muy sorprendente. Aún no pueden verbalizar lo que les pasa, pero hay otras maneras de comunicación como los gestos o las miradas, que dan mucha información a la hora de encender un implante coclear. Por lo general cuando uno enciende el procesador por primera vez, lo hace de una forma muy respetuosa y se van pasando sonidos de mínima intensidad. Se hace de manera muy progresiva, después de la operación se van haciendo calibraciones.

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¿Y alguien que vuelve a escuchar?

Las experiencias son totalmente distintas de acuerdo a cada persona y a las expectativas que tengan. Hay adultos que responden muy favorablemente a esta vuelta al mundo sonoro y hay adultos que no tanto, que tenían expectativas de escuchar con otra calidad y este es un sonido metálico, electrónico al cual también se tienen que acostumbrar.

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¿Qué diferencia encuentran entre estas experiencias en los/as niños/as y los/as adultos/as?

La experiencia en niños y en adultos es distinta. En los adultos está muy relacionada con las expectativas que tenían, con los recuerdos auditivos, tienen con qué comparar. Los adultos refieren que sienten un sonido metálico, que la voz pierde la calidad sonora y que se escucha como un robot. Por ahí se frustran un poco al saber que están de cierta forma recuperando la audición, que en verdad no es recuperar la audición sino volver a escuchar, pero escuchan distinto. Algunos están muy contentos con el solo hecho de volver a escuchar y otros están frustrados porque no escuchan como escuchaban antes. 

En los niños es totalmente distinto porque son nuevas experiencias, se sorprenden con sonidos que nunca antes habían escuchado. Es como que esta forma de escucha artificial o mecánica termina siendo para ellos una forma natural de escuchar.

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No es solo recuperar u obtener el sentido de la escucha, ¿qué más pasa en las personas? 

No es solo recuperar la posibilidad de escuchar. El volver a escuchar en los adultos da la posibilidad de volver a estar inserto en el mundo sonoro, de volver a estar inserto en algunas cuestiones sociales. Se recuperan un montón de habilidades sociales, se recuperan diálogos, se recupera comunicación. Por supuesto que esta comunicación siempre es adaptada. Muchas veces los adultos al perder la audición y al hacer tanto esfuerzo para entender en reuniones sociales y para no quedar como el que no escucha, el que no entiende, el que siempre hay que repetirle, tienden por ahí a convertirse en personas introvertidas, a no disfrutar de los encuentros sociales. Pero está bueno porque no solamente se modifica esto de acceder a escuchar una canción, una película o escuchar cuando un hijo te habla, sino porque se empieza a recuperar la sociabilización. Ahí hay tips que se trabajan en relación a esto de cómo sentarse, qué hacer cuando uno va manejando, etc. El tema de la lectura labial para los adultos siempre es un buen complemento para ir perfeccionando la comunicación.

A mi criterio, en los niños es mucho más significativo, porque la posibilidad de acceder a escuchar te da la posibilidad de acceder a tener lenguaje, la posibilidad de poder hablar y la posibilidad de que la modalidad de comunicación sean las palabras, sea el lenguaje verbal. Esto en la historia, en la vida de un niño determina un montón de cosas. Determina la escolaridad, si va a ir a una escuela común o a una escuela bilingüe, determina amistades, determina los círculos sociales.

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¿Podés contar algunas anécdotas sobre las personas que reciben el implante? 

La clásica anécdota de estos niños es esta posibilidad de “no te quiero escuchar más”. Me ha pasado con los niñitos chicos que te miran fijo, se sacan los procesadores y los dejan arriba de la mesa. Eso es algo que suelen hacer y por momentos es gracioso y hasta envidiable.

También recuerdo niños muy sorprendidos con la aguja del reloj, nunca imaginaron que hacía ruido. 

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Otros testimonios

Hicimos lo mismo que el hilo de Twitter que inspiró esta nota y compilamos algunos testimonios. 

“Cuando conseguí mi implante, no me di cuenta de lo ruidoso que puede ser el orinar”.

“Pensaba que el sol hacía un ruido diferente cuando daba contra la acera o contra el césped, para terminar sorprendida por el hecho de que no hace ningún sonido”.

“Grité cuando escuché por primera vez la descarga de un inodoro”.

“Me di cuenta de lo importante que es el sonido en las películas de terror. Me gustaban antes, pero entendí que solo había experimentado la mitad de la experiencia”.

“Nunca se me ocurrió que la lluvia haría ruido. Quiero decir que esas pequeñas gotas son prácticamente ingrávidas, ¿cómo es posible que hagan ruido?!?! Me senté allí y escuché la lluvia durante horas”.

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La identidad sorda

En Argentina existe una comunidad de sordos o de hipoacúsicos muy grande. La hipoacusia es entre otras cosas una patología genética y hereditaria, entonces más allá de una patología la hipoacusia termina siendo una identidad. En Argentina existe la identidad de sordo muy marcada. Hay sordos hacen pareja con sordos y tienen hijos sordos, entonces la lengua materna, la lengua natural de un sordo, es la lengua de señas y la modalidad de comunicación va a ser esta. Tiene que ver con una familia que vienen de una identidad sorda donde el implante está mal visto. Está visto como una intervención quirúrgica muy invasiva y lo ven como no es aceptar esa identidad.

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Sorpresa en los sonidos

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Inés Urdinez nació en Fiske Menuco (Río Negro).
Se ha desempeñado como actriz en teatro y en cine. Actuó en películas como: Expiación, Ituzaingó Verita; Cosimi de R. Perrone; Castillo y Sol de C. Gonzales; En Peligro y Paisajes de la costanera sur de M. Szulanski. También actuó en la  serie web Las chicas dirigida por L. Ravanelli y producida por el Destape Web. Como autora/directora hizo una obra de teatro llamada Teta de Vaca.

Como Stephen Nachmanovitch aconseja en su libro Free Play, este grupo de pibis usó el poder de los límites para fomentar su creatividad. Desde el estancamiento que proponía el aislamiento crearon Un mundo de sensaciones. La actriz, guionista y directora Inés Urdinez nos cuenta cómo fue la experiencia de hacer esta web serie.

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¿Qué es Un mundo de sensaciones?

Un mundo de sensaciones terminó siendo una serie, pero empezó siendo una búsqueda estética, de lenguaje, de interpretación, de buscar otras formas y posibilidades de hacer. Tiene la idea de salir de ciertos lugares hegemónicos de formas de hacer. No es que inventa nada, pero es una búsqueda.

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¿Cómo fue pasar del teatro a lo audiovisual?
Yo tengo una formación principalmente desde el teatro, mi actuación y entrenamiento siempre fueron desde ahí. Me empecé a formar con maestros y maestras del teatro y las experiencias que tuve fueron ahí. Después apareció mágicamente el cine y eso me picó fuerte, me copó más en el sentido de que es otra cosa totalmente diferente. Yo venía peleada con la idea de hacer teatro, con algo de la exageración de las expresiones, venía escapándole a eso, había algo de ahí que no me parecía genuino. El cine me vino a traer esa verdad y simpleza en la actuación, no es una comodidad cien por cien pero me hace sentir mas afín a algo en lo que yo creo y que me gusta como espectadora. El no tener que impostarse o trabajarse tanto para esos niveles expresivos.
Esto es una búsqueda más íntima, de adentro hacia afuera, algo mucho más sutil. Hay algo que está bueno también del cine, y es que se elige lo que se va a mostrar. En cambio, en el teatro es todo más abierto, salvo que se haga un laburo con la iluminación.

La pandemia nos interpeló a todes, nos sacó de los lugares que habitamos normalmente y nos puso a jugar en roles nuevos. A Inés no solo le afianzó su vínculo con lo audiovisual, también la llevó a dirigir por primera vez una serie.

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¿Y cómo fue pasar de la actuación a la dirección?
Yo había dirigido una vez como hace 7 años una obra súper fisquense, sobre cuatro adolescentes que estaban en el sur. Después me quedé con ganas de seguir dirigiendo, pero también me cansó un montón hacerlo. Eso fue teatro, y ahora pasó esto de la pandemia y me fue llevando nuevamente a la tarea de dirigir. Para esto tuve mucho apoyo. Trabajé de la mano de una re amiga, Carla Romero, ella me fue pinchando y guiando. Si bien yo tenía como cierta experiencia por haber sido actriz en muchos rodajes, no tenía la técnica, ni los términos técnicos. Ese lado que lo fui entendiendo de la mano de Carla. Esto fue lo que me dio la confianza y las ganas. Tenía mucho interés en filmar y buscar algo. Yo siempre pienso desde la actuación, me pasa eso. Y cuesta mucho que en lo cinematográfico te hagan una propuesta desde la actuación. Por ahí si están pensadas desde la fotografía, el vestuario, el guión. También por este motivo inicia esta búsqueda. La conjunción de esta situación y la pandemia, que no nos daba mucha opción porque el equipo no se podía agrandar, me obligó en algún punto a decir “dale, dirigilo y actuá, ya está”.

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¿Cómo fue el proceso de escritura?
Fue como bastante simple, porque a partir de que dijimos “listo, vamos a filmar algo”, bajó, apareció el título y en una semana ya lo tenía. Fue como que el título me lo organizó. Después, apareció esto de dividir los capítulos en emociones. Y además, ya tenía en la cabeza quién iba a actuar. Ahí se me armó más fácil el tema de decidir ciertas cosas o características de los personajes. Entonces, fue como bastante simple el proceso de escritura. Se estructuró bien desde el principio y después hubo algunas modificaciones muy pequeñas y agregados, pero fue una semanita de encierro.

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¿Cómo fue rodar y hacer la serie en ASPO?
Terminó siendo bastante parecido a la normalidad, pero la previa fue rara porque uno no sabía con qué se iba a encontrar. Obviamente el equipo era súper reducido, éramos cuatro. Teníamos siempre muchas consideraciones, ciertos cuidados. Un mundo de sensaciones se filmó en agosto, así que ya estaba como todo medio ahí, abriéndose.
Fueron tres días de rodaje, sábado, domingo y lunes. Filmábamos todo el día, y las pocas cosas de exterior que hicimos las aprovechamos el domingo. Siempre estaba esta cosa de qué pasará, porque estaba el temor de “bueno che salimos con la cámara pero todavía no se habilitó el rodaje”. Estaba esa adrenalina. Pero se manejó bastante bien, todo fue hecho con mucho respeto. No fue que hicimos algo desde la rebeldía, sino desde la necesidad. Y nos tomamos este atrevimiento por eso. Cuando terminamos el rodaje, muchos del equipo me dijeron que sentían que habían vuelto a vivir. Estuvo bueno eso. Hay algo que se armó desde ahí. El resto, normal. Cada uno tenía su mate, se ventilaba todo el tiempo, había ciertas conciencias nuevas, pero todo súper fluído igual.

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Parte del equipo no estaba en Buenos Aires. ¿Cómo fue trabajar a distancia?
Sí, estaba Carla Romero (producción y montaje) en Fisque, y Mariano Rodríguez, que hizo la introducción; él también es fisquense pero estaba en México. También, toda la previa del equipo completo fue por zoom, para evitar el encuentro y que solo fuera durante el rodaje. Y la verdad que bastante bien, hay algo del zoom también que te organiza. Mucho drive, mucha carpeta compartida en donde íbamos todes armando lo que teníamos que armar. Está bueno que te podes organizar más con tus tiempos, no tenés una presión de cumplir con un horario, pero sí con no colgarse. Estuvimos todes muy concentrados trabajando ahí. Eso también estuvo bueno, fue una ventaja de la cuarentena, si no, no se podría haber dado así. Lo que fue más flashero fue el momento de montaje. Carla, que fue la montajista, me mandaba el primer corte por we transfer o por drive. Y era bajarlo, mirarlo, hablar sobre eso. Ella volvía a tocarlo, me lo volvía a mandar, lo volvía a bajar. Eso también fue otro tiempo, no era que yo podía ir a la casa y ver ahí. Después, le encontramos el dinamismo a eso.

Equipo de rodaje: Aranda (actriz), Mariano San Martín (sonidista), Mica Domanico (cámara). Y actores.

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De la experiencia y las limitaciones que impuso el aislamiento, ¿qué te gustaría que quede de esto como normalidad en lo artístico?
Me quedé como muy manija con esta primera experiencia. Por más que hay cosas que cambiaría, me quedo con ganas de seguir buscando por ahí. El trabajo con el equipo estuvo bueno. Después de este rodaje se armaron otros, el sonidista dirigió su corto y ahí cambiamos los roles. A su vez, otro de los actores dirigió su corto y también éramos los mismos con distintas tareas. Hay algo de ese dinamismo que me parece que está muy bueno y algo también de trabajar con lo que hay que me parece que va por ahí. Trabajar con lo que uno tiene, si bien uno tiene como ciertos deseos, ciertas ganas o ciertas imágenes que te dan ganas de hacer. El guión es como un impulso, y después hay algo de “bueno, a ver qué tengo, cómo lo armo” o armar el guion a partir de lo que tenés, “tengo esta cocina, a ver qué se me arma a partir de esta cocina”, “tengo un amigo que dibuja, bueno dale”. Armar a partir de lo que hay y que no haya una pretensión o un deseo como forzado. Eso pasó con la pandemia, y creo que está bueno seguir por ahí.

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Un mundo de sensaciones se hizo sin fondos económicos, la famosa “vaquita” sirvió para pagar comidas, traslados y algún vestuario. Las ganas fueron el combustible para concretar este hermoso proyecto que inició en youtube su camino incierto. Quizás, llegue a otras plataformas, festivales o pantallas. Si algo le enseñó la pandemia a este grupo, es que el futuro es incierto, también para el arte.

Mientras, Inés y Carla ya preparan otro proyecto. El verano las encontrará grabando en Fisque. De esta manera, como cuenta Inés, se inventan el trabajo para no quedarse en la espera de vaya a saber qué.

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Un mundo de sensaciones

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Gastón Fuornier nació en Cipolletti, pero se considera roquense. Vivió nueve años en Neuquén, nueve en Roca y nueve en Rosario. Después, se dedicó a viajar por el mundo y ya lleva visitados cuarenta y siete países. Es psicólogo, viajero y saca fotos. Sobre esto último, aunque ya expone en Paris junto a una exclusiva selección de fotógrafas y fotógrafos y tiene libros publicados, le cuesta reconocerse como fotógrafo.

Psicólogo y fotógrafo de la Patagonia. Hace casi tres años que está en viaje, retratando a la gente y su cultura y tomando mates en más de 46 países. Cree que la fotografía es un poderoso medio para conectar con las personas y un gran agente de cambio e intervención social.

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¿Con qué empezaste primero, con los viajes o con la fotografía?

Obviamente con los viajes. A los dieciocho años agarré la mochila y me fui solo a dedo por la cordillera, hasta Esquel. Acampando, me fui con unos libros y ahí le agarré el gustito y no paré más. Después me fui a estudiar a Rosario y siempre que podía me iba. Me iba tres meses, al norte, a Bolivia, a Perú. Después hice casi todo Latinoamérica: desde Cuba, Honduras, Guatemala, México,  El Salvador, Nicaragua, Colombia, Brasil, Chile. A veces trabajando con alguna institución o voluntariado. Los viajes empezaron de muy joven y la fotografía empezó hace muy poquito. Yo todavía no me considero fotógrafo aunque estoy haciendo eso. Mi único ingreso ahora viajando ha sido la venta de fotos ¡Estoy vendiendo fotos! Eso tampoco lo puedo creer. Pero todavía me cuesta llamarme fotógrafo, a lo sumo soy un psicólogo que hago fotografías al viajar. Todavía no lo siento tan profesionalizado.

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Hace dos años me compré mi primer cámara en Nairobi, la capital de Kenia. Conocí a un fotógrafo increíble de Colombia, super profesional y humilde. Su trabajo me voló la cabeza (www.camilodiaz.com.co). Yo estaba en un proceso muy personal. Estaba muy impactado con todo lo que estaba viviendo en todos los piases que estaba recorriendo: todas mis vivencias, todos mis aprendizajes, toda la gente increíble que iba conociendo quedaban en mí pero no las registraba de ninguna manera. Si bien a veces escribo, por ejemplo, cuando estuve en Palestina, estuve con una familia. Ahí necesitaba escribir porque la situación era algo que no podía creer. Pero en la fotografía encuentro una manera de registrar mis aprendizajes y vivencias de una manera diferente. El colombiano enseguida me ayudó a usar una cámara en modo manual y ahí mismo me compre una Canon Réflex barata y salí. Lo más contradictorio, es que yo nunca saqué fotos. En todos mis viajes odiaba sacar fotos y no me gustaba que la gente saque fotos, pensaba que se estaban perdiendo el viaje. Pero bueno ahora, poco a poco, le encontré la vuelta.

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¿Qué tipo de fotografía hacés?

Es una fotografía documental, ya que la hago a lo largo de mis viajes justamente para registrar las distintas culturas. Más que nada, a mi me encanta y puedo estar horas y horas viendo retratos de otros artistas. A mi los retratos, las caras de las personas, los ojos, las miradas me transmiten algo que puedo estar tres horas viendo. Entonces mi fotografía se basa en eso. Cuando estoy en un país instalado, trabajando, juntando dinero para seguir viajando, la fotografía merma un poco y armo algún proyecto  futuro. Por eso es cuando viajo que está el punto mas álgido de mi fotografía.

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¿Cómo es tu estilo de vida?

Mi estilo de vida desde que deje Argentina, hace casi tres años, es prácticamente estar en movimiento y viajando. A veces paro en algún país a trabajar de algo mas estable, como en un restaurante de camarero o en un hotel, para juntar un poco de dinero y poder seguir viajando después todo lo que pueda. El último viaje fueron nueve meses en India y en Indonesia, en donde me agarró la pandemia. Mi vida es viajar. Ir de un país a otro, tratando de registrar un poco cada cultura. 

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¿Cómo es la relación que encontrás entre la psicología y la fotografía?

El nexo entre la fotografía y la psicología fue un descubrimiento espectacular para mí. Siento que se han complementado de una manera increíble. La fotografía me dio una herramienta de lazo con la gente y su cultura. Una cámara es un medio de transformación social, de denuncia, de protesta y principalmente de encuentro con la gente. Ellos me conocen a mi y yo los conozco a ellos, porque antes o después de cada foto hay una charla, una conexión aunque no hablemos el mismo idioma. Primero está lo humano, luego la cámara y la acción fotográfica. Ahora saqué un libro sobre los tres meses que estuve en India.  Mandaba un proyecto a distintas organizaciones de la India, me juntaba, tenía entrevistas y si ellos me daban el visto bueno, yo registraba todo su trabajo. Esto era en zonas rurales, en instituciones, grupos de mujeres, clínicas, escuelas rurales. Registraba el trabajo y a la gente que trabajaba. En cada retrato contaba una historia. A mi siempre me gustó trabajar desde la psicología que no solo es un consultorio entre cuatro paredes atendiendo una persona, si no el psicólogo o la psicóloga que está en un institución accionando. Eso para mí tiene un factor de cambio social. Entonces esa óptica, de la psicología o la psicología social con la fotografía o la fotografía social, es un complemento único y más a mí que me gusta viajar. Psicología, fotografía y viajes, un combo espectacular y es lo que me está llenando y me hace sentir tan conforme con este estilo de vida.

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¿Qué es Atlas of Humanity y cómo llega tu foto ahí?

Atlas of Humanity es un grupo de curadores de arte y fotografía que realizan distintas exhibiciones en varias ciudades de todo el mundo.  A mí me convocaron para la exposición de París, que era en noviembre pero se pasó para Mayo del 2021. Para este evento se seleccionan cincuenta fotógrafos de todo el mundo. Fue algo que no podía creer, porque yo empecé hace poco y estar entre los cincuenta seleccionados es un regalo increíble. Además, es justamente una selección de retratos que es lo que más me gusta: retratos de la cultura y de la humanidad, de un montón de comunidades autóctonas originarias que están desapareciendo. Tratar de preservar la cultura es algo que me emociona e impresiona mucho.  Estar en contacto y poder conocer a estos fotógrafos y fotógrafas tan conocidas en ese rubro, es una gran alegría. La foto que seleccionaron es un retrato de Sri en su boda, una chica que es la sobrina de la familia con la que viví en Bali, Indonesia. Yo estuve seis meses viviendo con la familia. Íbamos al templo, a caminar a la montaña, al mar.  Fuimos al casamiento que duró cuatro días y ellos me pidieron que lleve la cámara. El último día del casamiento le saqué unas fotos a ella, y la foto elegida es una que está con toda la vestimenta típica de los casamientos, toda muy vistosa con colores dorados y demás.

Gastón ganó dos menciones en IPA (International Photgraphy Awards); una en la categoría Eventos: Tradición y cultura y otra en Personas: Retratos.

A la hora de elegir las preferidas entre sus fotos, elige las de África porque fueron las primeras y, además, son las que lo ayudaron a ir venciendo esta sensación de que cuando uno saca una foto molesta. En este punto afirma que en algunos países las personas se siente honradas de que alguien les tome una foto. Incluso, muchas nunca se había visto en una fotografía o ni siquiera habían sido retratadas. También elige las de India.  Se nota en sus palabras la fascinación por ese país al que define como intenso. Hace referencia a la gente, a las expresiones, las miradas y la cultura como algo único. A pesar de que ya había recorrido más de 40 países, India lo  impresionó. Llegó a India con un proyecto en la cabeza y lo concretó. De esta aventura salió un libro que Gastón, a pesar de ser sumamente autoexigente, se muestra feliz.

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¿En qué momento de tu vida estás?

Físicamente estoy en Barcelona. Llegué después de estar  nueve meses en India y en Indonesia  y para entrar a Europa tuve que hacer un rodeo, pasar por Turquía y  Croacia. Y ahora estoy tratando de pedir la visa de Alemania. Mucha gente  me dice que viajo porque tengo doble ciudadanía y no, tengo un solo pasaporte que quiero mucho y es el argentino y nada más. Siempre viendo como hacer o con qué visa me permiten trabajar y demás. Así que estoy en un stand by ahora porque bueno, estoy con visa de turista y el trabajo no es mucho, el dinero tampoco, pero tengo muchos amigos y amigas que me dan una mano. 

Días después de hablar, Gastón decidió irse unos meses a Marruecos. La negativa de la visa alemana y luego la sueca, hace que tenga que salir tres meses de Europa porque se le vence la visa de turista. Así de cambiante e impredecible se vuelve por momentos su vida. 

Estoy muy contento con lo que estoy haciendo, básicamente porque como hablábamos, puedo mechar y conectar la psicología que es algo que me encanta y que estudié, con la fotografía que tiene una beta artística y que yo había dejado un poco de lado y con los viajes. Psicología, fotografía y viajes: un complemento ideal  y la verdad es que estoy super contento de haber encontrado esto y quiero seguir viajando un par de años más.  Hace casi tres años que no vuelvo a Argentina, algún día quiero volver,  laburar de psicólogo, psicólogo fotógrafo, no sé, lo que sea. Pero por ahora siento que me queda mucho mundo por recorrer. Siempre estoy viendo a dónde puedo ir. Si alguna vez se me mete en la cabeza algún país, no se me saca. Averiguo que se necesita y me mando. En esa estoy.

Gastón tiene en su brazo tatuado un planisferio en el que va pintando los piases que visita. También pega en su termo de mate las banderas de estos países.  Hasta ahora conoce cuatro continentes, le falta Oceanía que de hecho tenía la visa aprobada para Australia pero la pandemia provocó el cierre de fronteras y Oceanía queda como deuda pendiente.

Conoció casi toda Latinoamérica, varios países de África como Egipto, Kenia, Uganda, Tanzania y  Ruanda. Muchos países de Europa y últimamente estuvo por India e Indonesia.

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¿Cuáles son tus próximos proyectos?

Estuve en Palestina y la verdad que fue muy fuerte ese viaje. Muy fuerte y muy triste. Ahí yo no tenía la cámara y la verdad es que me hubiera gustado registrar la situación aunque sé que es difícil. Me interesa mucho también la cultura árabe, quiero conocer más.  Me interesaría registrar mas la vida en el mundo árabe y en medio oriente y esos son los planes. También contactar gente de medio oriente que esté viviendo en Europa para retratarlos, que me cuenten de su vida y formen parte de este conjunto de voces que quiero aunar.

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Gastón naturaliza todo: viajar veinticuatro horas parado en un tren en India, una apedreada de niños en medio oriente o una navidad en Uganda, siendo el único blanco que bailaba en un bar. Se lo nota tranquilo, con la templanza necesaria para transitar sus años nómades. Ese movimiento  como lo lleva de país en país, lo lleva de la psicología a la fotografía ida y vuelta. En realidad todo convive con todo en todo momento, lo aprendido en cada país y lo aprendido y hechos desde su profesión y su afición.  Si bien le cuesta reconocerse como fotógrafo hay algunas cosas que lo hacen pensar en tomarse mas en serio la fotografía:  tiene libros publicados, gana premios, expone y vende sus fotos en todo el mundo, en Argentina también y con un precio especial.
Es un gusto escuchar a Gastón, una persona con tantas vivencias se la puede escuchar por horas. Sin embargo, hasta acá llegamos con las palabras y comenzamos el viaje, por lo menos desde sus fotos. Clickeá en gastonfournier.com y date una vuelta por el mundo.

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Los años nómades

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Audio relato

Astor Piazzolla compuso entre 1947 y 1987 la música de 44 películas. Además, el aporte del bandoneonista al cine es mayor, varias de las 750 obras que compuso durante sus 71 años de vida se usaron para musicalizar películas sin la intervención de él. O sea, se usaron sus composiciones, pero no fueron creadas para esas películas.

Antes de meternos en las bandas sonoras compuestas por Piazzolla, a modo de anécdota, podemos conocer la primera intervención del marplatense en el cine. La Paramount había decidido apostar por el mercado latinoamericano y había firmado un importante contrato con Carlos Gardel, quien se encontraba en la cima de su carrera. En 1935 se estrena El día que me quieras, una de las películas más conocidas y exitosas de las que actuó Gardel y guionó Alfredo Le Pera. La cuestión que nos incumbe de este musical es que en una escena un niño personificando a una canillita gritaba “diario, diario”. Este niño era quien luego revolucionaría el tango, el propio Astor Piazzolla.

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Gardel y Piazzolla tenían una relación amistosa por más que el bandoneonista fuera un niño. Coincidieron en Nueva York. Piazzolla vivía allí y Gardel se hospedaba en la ciudad por cuestiones
laborales. El niño Astor ayudaba al consagrado músico con los mandados y la comunicación en inglés. Piazzolla tocaba el bandoneón desde los 11 años y a los 13 el zorzal lo invitó a una gira por latinoamérica. El padre del niño y el sindicato de músicos de Nueva York se negaron a autorizarlo. Menos mal. Esa gira fue en la que Gardel y varios de sus músicos perdieron la vida en un accidente aéreo. ¡Lo que nos hubiéramos perdido!

Ahora sí, la primera experiencia de Astor Piazzolla en composición musical para una película es en Con los mismos colores (1949), dirigida por Carlos Torre Ríos. Oración aparte para Torre Ríos, con el fin de contar que era el hermano de Leopoldo Torre Ríos y tío de Leopoldo Torre Nilson, dos de los directores más influyentes en nuestra cinematografía. La película es una comedia que cuenta la historia de tres pibes de barrio que llegan a triunfar en el fútbol profesional. Un dato de color es la participación de Alfredo Di Setfano.

La segunda experiencia en la composición de bandas sonoras fue con el mismo director al año siguiente. Piazzolla compuso la música para Bólidos de acero (1950).

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Hasta la década del 50, en el cine argentino no se le daba mayor importancia a la música de las películas. Los problemas técnicos eran las principal causa de esta falencia. Por supuesto no era ni la falta de talentos, ni el desinterés. De hecho, algunos músicos se formaron en el exterior con el fin de encontrar soluciones para esta falla. Entre ellos, Piazzolla y Lalo Schiffrin.


Durante esa década Astor Piazzolla trabajó con varios directores argentinos. Se estaba gestando lo que en los sesentas sería “el nuevo cine argentino” y Piazzolla de alguna manera formó parte de este impulso inicial. Quizás, lo más significativo sea la composición para siete películas de Fernando Ayala.

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Durante esta década, las composiciones fueron en su mayoría de tipo orquestal. Sin embargo, los expertos encuentran un hito en la carrera de Piazzolla. En la película de Enrique Cahen Salaberry Sucedió en Buenos Aires (1954), el músico imprime su sello y, según los entendidos, aparece alguna anticipación de lo que luego sería una de sus obras más reconocidas: Adiós Nonino, compuesta en 1959 en un estado de tristeza causado por la reciente muerte de su padre.

La década siguiente es la que marca la entrada de Piazzolla al cine internacional. Comienza con algunas co-producciones hispano-argentinas como Las locas del conventillo (1965) de Fernando Ayala o Las pirañas (1967) del español Luis Belanga. Estás películas son el inició de un grandioso camino en el que trabajará con varios directores de renombre.

https://www.youtube.com/watch?v=3uf4rN5KeUw

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Sin embargo, antes de meternos en esa época, vale la pena destacar el trabajo de Piazzolla en la película experimental del pintor Uruguayo Carlos Paez Vilaró, Pulsación (1969). Ambos artistas tenían una gran amistad de la cual son testigos algunas cartas que sobreviven en manos de la familia uruguaya. Piazzolla admiraba tanto a Paez Vilaró que lo llamaba “el mago”.

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La década del 70 fue la que lo lanzó definitivamente al mundo como compositor de música de películas. Mantuvo su trabajo en América en películas brasileras, chilenas y por supuesto, argentinas; pero empezó a trabajar mucho en películas europeas. Dos de las más importantes de esta parte de su carrera son Lumiere (1976) de Jean Moreau y Excelentísimos cadáveres (1976) de Francesco Rosi.

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Se despidió de la composición musical para cine de la mejor manera, se juntó con otro revolucionario. Piazzolla había causado una revolución en el tango y Pino Solanas lo había hecho en el cine. Durante la década del 60, el director cinematográfico había fundado el grupo Cine Liberación, con el que había hecho el ensayo cinematográfico La Hora de los Hornos (1968), un collage de imágenes y reflexiones que buscaba despertar la conciencia de la sociedad ante el imperialismo y la vasta desigualdad. Estos dos genios coincidieron en Tango, el exilio de Gardel (1985) y en Sur (1987).

Ambas películas dirigidas por Solanas hablan del exilio. La primera, sobre el de las personas afuera del país, y la segunda, sobre un exilio más interno. El exilio, el mismo exilio que nos dejó con las ganas de una joya. En la década del 70, Piazzolla y Solanas se habían propuesto trabajar en una película que se iba a llamar Adiós Nonino, pero durante la dictadura militar Pino Solanas tuvo que abandonar el país y el proyecto quedó trunco.

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https://www.youtube.com/watch?v=B8gu2dUALxU

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Sería injusto quedarnos en ese lamento. Piazzolla nos dejó su música en 44 películas y muchas de esas bandas sonoras fueron editadas por sellos discográficos. El cine, el gran viajero nos sigue haciendo viajar. Piazzolla, fuera y dentro de la películas, también.

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Poné Piazzolla

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AUDIO RELATO DE LA RESEÑA

A les amantes del buceo cinéfilo muchas veces nos cuesta conseguir lugares, tanto virtuales como reales para disfrutar estas obras. A continuación, una breve reseña sobre seis sitios web en los que se pueden ver este tipo de audiovisuales. Una recomendación más allá de la chorrera de consejos que nos dan durante este aislamiento. Una recomendación por fuera de los tanques del streaming.

Mubi.com es garantía de calidad. Todas las películas que vi en esa plataforma no me decepcionaron. Tiene una curaduría impresionante. Mezcla clásicos con películas recientemente estrenadas y lo más interesante para mí, es que hay obras de países que difícilmente llegarán a Argentina con su filmografía. Si abrimos actualmente el portal vemos películas de Serbia, Bielorrusia, Canadá, Noruega, Portugal, Holanda, Dinamarca, Bélgica. También, de geografías más familiares a nivel audiovisual como Chile, Brasil, Estados Unidos e incluso Argentina. Sin embargo, acá podemos ver películas que no veríamos en Netflix, Amazon o Youtube.

Tiene un sistema que al principio puede parecer contraproducente en la cultura del video on demand. Mubi sube una película por día y la baja a los 30 días, por lo que siempre hay 30 películas para ver.  No existe el “la veo luego”. Tiene algo de romanticismo en esta similitud con la cartelera de cine. Al ir cambiando, uno elige entre lo que hay y sabés que si no es ahora, quizás no la veas nunca. Entonces la ves.  

La única desventaja que tiene esta plataforma es que hay películas que no tienen los subtítulos en español. Sin embargo, son las menos. Mubi ha ido mejorando en este aspecto y casi todas  se pueden disfrutar en nuestro idioma. 

Mubi es paga, pero muy barata. Tiene una suscripción mensual de $200

Dato importantísimo: es gratis para estudiantes y docentes de universidades de cine.

Tiene aplicación.

Última que vi: MS Slavic. Sofía Bohdanowicz y Deragh Campbell. Canadá, 2019

A www.lalulua.tv la encontré investigando a Miranda July. Había leído un libro de ella y luego descubrí una artista independiente y multifacética impresionante. Buscando audiovisuales de July, me encontré con esta página que podría definirla como un banco de contenidos audiovisuales relacionados al arte contemporáneo. Aunque es más entretenido leer como la definen sus creadores. Aquí algunos fragmentos de su presentación: “Un proyecto filatélico obsesivo compulsivo de curaduría videográfica”; “El criterio incluye registros dispares, miradas expertas sobre el arte y también amateur, ópticas absurdas, críticas bien o mal fundamentadas”;  “funciona como un canal alternativo, basado en la piratería audiovisual, con fines tanto de procastinación, así como también didácticos”. Para mi la definición más descriptiva que hacen de elles mismes es: ”Un extenso archivo de material raro, imposible de encontrar en otros lados”.

Un dato importante de esta página es que funciona en gran parte gracias a Fansub, un grupo de fanáticos que se dedican a subtitular obras audiovisuales vinculadas al arte.

Tanto lalulula.tv como Fansub se sostienen gracias a donaciones de sus usuaries.

¿Qué podemos ver en Lalulua? Ficción, no ficción, semi ficción, cortos, largos, de autor y contenidos para TV.

Algunos son gratuitos y otros están habilitados solo para quienes hacen donaciones. Vale la pena investigar Lalulula.

No tiene APP.

Última que vi. Bauhaus, una nueva era. Lars Kraume. Alemania, 2019.

Llegamos a Zoomwoman, una página que tiene más pinta de pirata que Keith Richard, pero que su propio o propia creadora enseguida aclara: que es una colección personal, que no tiene cine comercial, que no es un negocio y que solo se limita a hacer accesible cine poco convencional, a reunir obras maestras del cine, a conseguir filmografías de directores tanto conocidos como infravalorados o malditos. Además advierte “a los vampiros de la SGAE y al resto de parásitos de la industria que aquí no se aloja ningún contenido protegido por copyright”.

La verdad es que llegué a Zoomwoman en busca de esos clásicos o películas de antaño que no se consiguen fácilmente y me encontré con mucho más. Películas contemporáneas no tan accesibles como las que acostumbramos a ver en las conocidas plataformas. Peruanas, portuguesas, colombianas, españolas, etcétera. De todas formas, para mí sus fuertes siguen siendo la calidad y la variedad de películas viejas. En la nube de tags que vemos ni bien entramos al sitio se leen nombres que lo dicen todo. Kiarostami, Varda, Buñel, Herzog, Kaurismaki entre otres.

Zoomwoman es gratuita y tiene la mayoría de las películas con opción de subtitulado o doblaje.

No tiene aplicación.

Última que vi: Alicia en las ciudades. Win Wenders. Alemania, 1974 

El siguiente portal es Cine.ar. Para les que disfrutamos del cine nacional es una herramienta más que necesaria. Producciones argentinas de todos los tiempos y estilos habitan en esta página. Ficciones, documentales, animaciones, largos, cortos, series, web series se ofrecen en este portal gratuito. Lo único que cobra cine.ar es la posibilidad de ver los estrenos que en tiempo normales están en ese momento exhibiéndose en la salas. Estos estrenos salen solo treinta pesos.

Me gusta cine.ar porque me permite saber qué se está haciendo en el país a nivel audiovisual. Siempre me gustó ir a ver películas a los espacios INCAA, que son unas salas de exclusiva exhibición de cine argentino. Esperando que la de mi ciudad terminé su nuevo espacio, Cine.ar es mi propia sala de cine nacional.

Tiene aplicación.

Ultima que vi: Penélope. Agustín Adba. Argentina, 2018.

Otro sitio es legalmentegratis.com. Quizás no tiene grandes sorpresas, pero sí tiene cine de calidad y es muy cómodo. En realidad lo que hace esta página es seleccionar películas bajo algunos estándares cinéfilos y nos deriva a otras páginas que alojan la obra. Generalmente Youtube.

Un documental sobre candombe uruguayo, comparte el primer renglón con una película expresionista alemana de los años 30´ y La noche de los muertos vivos. A las características de calidad y comodidad, le podemos sumar variedad.

No tiene aplicación.

Última que vi: Rashomon. Akira Kurosawa. Japón, 1950.

Mi última recomendación es retinalatina.org. Una página que desarrollan entidades cinematográficas de seis países de Sudamérica, con el apoyo del Banco Interaméricano de Desarrollo (BID) y la UNESCO.

Si quieren ver películas de Sudamérica y el caribe,  independientes y de buen gusto, este es el lugar. Cortos, largos, ficción documental, animación, divididos por países. Ecuador, Perú, Bolivia, Colombia, México, Uruguay y resto del mundo.

También tiene una sección de colecciones con temáticas como “cine experimental”, “de la escritura a la pantalla” y otras categorías que nos abren un panorama impensado del cine de nuestro continente.

Una buena forma de apuntar la vista a filmografía de países hermanos. Lugares de realidades tan distintas como similares a las nuestras. 

Última que vi: Quehuaya. Anuar Elías Perez. Bolivia, 2017.

Por último me despido aconsejando una herramienta para les amantes de la legalidad. www.dondeloveo.com es una

Por último me despido aconsejando una herramienta para les amantes de la legalidad. www.dondeloveo.com es una página en la que con poner el nombre de la película nos dice en qué portal de los legales se puede ver.

Tiene APP.

Portales gratuitos o baratos para ver buen cine

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