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Nuestros cuerpos imperfectos, temblorosos irán por el camino, se moverán al ritmo del deseo, de la emoción compartida, se irán acercando, se sentirán cercados.

Los cuerpos, nuestros cuerpos sonreirán, sudarán, se detendrán, observarán, se seguirán acercando aun estando cercados.

Cuando llegue la turbulencia yo cuidaré tu camino, lucharé por mejores senderos, mostraré toda mi fuerza y no dejaré de apoyarte ni un solo instante.

Nuestros cuerpos llorarán, se tambalearán y al unísono resistirán y en la marcha serán uno, un grito, una lucha, un motivo, un momento para la historia. Los cuerpos se reconocerán, susurrarán, se buscarán, se acompañarán y serán uno contra todo.

Los cuerpos se separarán, se alejarán, recorrerán diferentes senderos, se reconocerán de lejos, algo del otro permanecerá en ellos. Y quedarán los cuerpos adoloridos, llorosos, resistentes, que permitirán que el fuego de la lucha no se extinga.

Cuando llegue la turbulencia yo estaré en la calle, esperando por ti.

Las opiniones y comentarios desarrollados en esta publicación responden a la subjetividad de lxs autorxs que participan.

Marchar: nuestros cuerpos, nuestras arengas y nuestras luchas a la calle

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