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¿Qué trajeron en sus cabezas? Idiomas, costumbres e ideales propios de sus tierras, que al convivir entre ellos y los de Buenos Aires no podían darnos otra cosa que la gestación de las primeras ideas emancipadoras de la recién iniciada etapa capitalista en Argentina. ¿Pero qué relevancia tuvo esto en el teatro? Carlos Pacheco nos regala una obra que llega para poner en tela de juicio los límites de un Sainete que hasta ese momento no servía más que para entretener. Los primeros asomos de la lucha obrera en el arte: Los disfrazados.
A finales del s. XIX, Argentina recibe más de 4.200.000 inmigrantes europeos, producto de la propaganda nacional para combatir la carencia de habitantes que había dejado el asesinato sistemático de gauchos y negros, además de la terrible masacre a los pueblos originarios en la llamada “Campaña del Desierto” por parte del General Julio Argentino Roca. Pero de los barcos en los que se esperaba que viajen daneses, alemanes e ingleses, descendieron en su mayoría italianos y españoles, y un gran número de franceses, judíos, polacos y turcos. Ninguno fue bien recibido en Buenos Aires a causa de su condición de inmigrantes, de pobres y de sus interiorizadas ideas anarquistas y socialistas que no los dejaban someterse a las injusticias -de la explotación laboral por casi nada y de la precariedad de viviendas cuyo alquiler costaba casi todo- sin ofrecer resistencia.
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¿Querés saber más sobre los primeros movimientos sociales en Argentina? Te comparto este video:
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En su mayoría vivían en conventillos, precarias viviendas compartidas en donde se veían hacinados y expuestos a la propagación de enfermedades contagiosas. Luis Ordaz, en Personalidades, personajes y temas del teatro argentino (2002) nos dirá que “este es el clima que viven, captan y transmiten los primeros saineteros criollos a fines del siglo pasado y principios del nuestro, dando una nueva dimensión de la ciudad, que haya una firme resonancia y el apoyo clamoroso en un público -pueblo poco considerado hasta entonces. (…) Y ese mismo público era el que asistía a los tabladillos en donde primero se jugaban las piezas del género chico hispano y, posteriormente, las de los zarzuelistas y saineteros criollos”.
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¿No sabés lo que es un Sainete? Mirate este video:
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Llegaría así, en 1909, Los disfrazados de Carlos Mauricio Pacheco.
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Esta obra se desarrolla en el patio de un conventillo de Buenos Aires, en un ambiente carnavalesco donde abundan las caretas tanto reales como metafóricas, y donde poco a poco vamos conociendo a los personajes típicos de la época: sus problemáticas y personalidades. Es Don Pietro, del que todos se ríen por ignorar aparentemente que su mujer lo engaña y pasarse todo el día mirando el humo que sale de su pipa, quien romperá con las máscaras que todos cargan, vengándose a muerte de quien representaría su problema más inmediato.
Los disfrazados no es una obra que pertenezca estrictamente al sainete pero toma elementos del género, basándose en este para reflejar -tal vez como hasta ese momento no lo había hecho otra obra dramática- la otra cara de la vida en los conventillos de Buenos Aires, manifestando no solo la parte agradable de la vida de los inmigrantes, sino también su problemática, haciendo referencia, además, en íconos de la lucha obrera del momento.
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Pero, ¿por qué es importante resaltar que esta obra haya roto con los límites del sainete si lo que nos interesa es su relación con el contexto histórico? Porque empieza a intervenirlo.
Según Pellettieri, el sainete no problematiza lo social. Y esta es una diferencia de Los disfrazados que la hace escapar del purismo sainetero. Tiene una continua referencia a las problemáticas sociales de la época. Podemos ver esto en varios momentos de la historia, principalmente, en el personaje apodado “Malatesta”, en referencia al pensador anarquista Errico Malatesta, quien vivió en Argentina desde 1885. Este personaje es utilizado por el autor para visibilizar la lucha obrera de ese momento, y por ende, ser parte de ella. Un ejemplo claro es cuando se presenta cantando el primer fragmento de Hijos del pueblo, una canción popular anarquista de la época; cuando Ramón y Malatesta están hablando sobre el gobierno y la justicia, Malatesta le dice “venúi, te vi’ a enseñar un libro de Croponkine” haciendo referencia a Piotr Kropotkin, otro gran teórico anarquista.
También se refleja en las acciones del protagonista. En un momento Pietro y Andrés hablan de la infidelidad de la mujer de Pietro, Andrés le aconseja irse a trabajar a otro lado, abandonar a su mujer y a la gente que se ríe de él; Pietro le contesta que ahora no puede trabajar tanto, pero que cuando vino de su país esperaba trabajo y fortuna. En esta conversación se muestra claramente la situación en la que se encontraron todos los inmigrantes y criollos que fueron obligados a prestar su mano de obra por un pago que solo alcanzaba para cubrir sus necesidades básicas (y en muchos casos ni eso) y que con el tiempo encontraron su cuerpo desgastado y con menos posibilidades que al principio de su incursión en el modelo agroexportador de Argentina que, como todo modelo capitalista, redujo a las masas obreras, a las mujeres y niños, a ser meras bestias de carga para llenar los bolsillos de la elite.
Luego, podríamos pensar que en la acción de Don Pietro al mirar el humo que sale de su pipa, hay en realidad algo mucho más profundo que solo eso. Tal vez Pacheco nos muestra, de manera implícita, a la masa explotada meditando sobre su situación y esperando el momento ideal para entrar en acción, o simplemente a un obrero inconforme que solo espera a que pase la vida.
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CIERRE
Es importante recuperar pedacitos de historia de la tierra que habitamos, pero es más importante aún, cada tanto, hacerlo desde la lectura que hacen les artistas sobre estos hechos. Es decir, todo registro es importante, pero en las obras de arte suele haber una pizca de libertad más que en otros recortes -porque contar la historia siempre es recortarla- ya que las metáforas, los símbolos y signos en su alejamiento de lo concreto alcanzan zonas de relato y posibilidades de expresión a las que no llegan las palabras y definiciones de cualquier idioma. Eso, paradójicamente, aleja a la obra del “contar la historia” en el sentido estricto de la expresión y la acerca más bien a un “mostrar” contenido y forma (Kandinsky, 1979) en su propio lenguaje, y es trabajo de nosotros -espectadores- en primera instancia detenernos a observar, y luego hacer una reflexión crítica de ese lenguaje situando la obra en el contexto y traduciendo símbolos para poder recién ahí entender un mensaje que tal vez nunca fue puesto en la obra por el autor, sino que más bien es supuesto por nosotros y ahí es donde se cumple el ciclo, cuando nos volvemos cómplices, ya que “si el sentido se hiciera presente, no lo reconoceríamos como tal, sino como una nueva forma, y buscaríamos otra vez detrás de ésta para ver cuál es el sentido detrás del Todo” (Spregelburd, 2015).
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Bibliografía citada
- Pelleteri, O. (1993) El sainete español y el sainete criollo: géneros diversos. En: Teatro I. Alberto Vaccarezza. Buenos Aires, Corregidor.
- Ordaz, L. (2002) Personalidades, personajes y temas del teatro argentino. Serie Homenaje al teatro argentino. Buenos Aires.
- Mignona, S. (2006) Historia de un país (Capítulo 5), Canal Encuentro.
- Ciliberti, E. – Feinmann, JP. (2014) Filosofía aquí y ahora (Temporada 7, Capítulo 3), Canal Encuentro.
- Kandinsky, W. (1979) De lo espiritual en el arte. Premia Editora. México DF.
- Spregelburd, R. (2015). Procedimientos. Ed. Excursiones. Buenos Aires.
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