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El rock nació en Estados Unidos y forjó sus raíces en el rock and roll aproximadamente en la década del ‘50. Fue Alan Freed quien acuñó su término por primera vez para designar en su programa radial a todos aquellos artistas de jazz y otros géneros populares de la época. El estilo es producto de la evolución natural del Rhythm and blues de raíces afroamericanas y el country, influenciado por varios géneros como el góspel, el jazz, el blues, entre otros. También recibió influencias de artistas de la época como Chuck Berry, Bob Biddley y Jerry Lee Lewis.

El rock ha sido desde sus orígenes y hasta la actualidad un medio de protesta y una contracultura, que le ha servido como una ventana abierta a la libre manifestación de la expresión. La nueva forma de pensar y de sentir de aquellos jóvenes estaba cargado de conciencia social e ideales de justicia e igualdad. 

La introducción del rock anglosajón en Argentina, por el contrario, llegó de la mano de multinacionales a las discográficas, entonces los músicos del país cantaban rock en inglés, o bien, intentaban imitar aquellos artistas extranjeros. A mediados de la década del 60, se produjo una transformación. Cobraron relevancia un conjunto de propuestas que si bien se adscribían al género, también se oponían a esa música considerada comercial. Los nuevos artistas expresaron una profunda disconformidad respecto al sistema. Diversos autores marcaron el nacimiento del rock nacional argentino como movimiento cultural que creció en las grandes ciudades y, paulatinamente, se consolidó como vertiente musical que se nutrió de su propia identidad social. Las modalidades rockeras de ciudades como Buenos Aires o Rosario se valieron de la propia idiosincrasia y resultaron muy significativas para la socialización de amplios sectores de la juventud.

Durante la última dictadura militar Argentina (1976-1983), el régimen militar y una parte de la sociedad civil buscó negar el espíritu de libertad de los jóvenes, pero generó un efecto contrario: el rock se constituyó como movimiento aglutinador de los jóvenes con gran cohesión interna y fuerte crítica social, que llegó en muchos casos a no ser captada por la censura del momento. 

En la década del 80, la Democracia no hizo sino expandir la cantidad de grupos y cantantes que, conservando su visión crítica del mundo, comenzaron a ser reconocidos en América Latina y el mundo. En los 90, la tendencia contestataria no solo logró continuar, sino que también se profundizó. El rock maduró como estilo. Cada vez más fue creando letras tan sugerentes como directas, incisivas y políticas. En este marco se grabó una canción que generó una transformación en el campo de la música argentina: la versión del himno de Charly García de 1990. Pero, ¿qué tiene en particular esta nueva versión de Charly? ¿Por qué es importante que nos detengamos en su análisis? ¿Qué es lo que vuelve tan potente esta versión rockera? 

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El Himno Nacional en su versión tradicional

El Himno Nacional Argentino fue creado el 11 de mayo de 1813 como marcha patriótica compuesta por sus autores Blas Parera (música) y Vicente López y Planes (letra) por la Asamblea Constituyente de ese año. Tras la revolución de mayo de 1810, surgió la necesidad de poseer símbolos propios que representaran la existencia de una nueva y gloriosa Nación. Una bandera, un escudo, una escarapela y un himno que acompañó a las Provincias Unidas del Río de la Plata. Surgió entonces una nueva canción épica que en su letra original poseía nueve estro fas y estribillo, y que años después, en su extravío fue reconstruida y reducida solo a dos estrofas y estribillo; con arreglos del músico y compositor Juan Pedro Esnaola en 1860. Una versión de 1900 es la que cantamos actualmente y es la que logró mantenerse en la memoria de los argentinos con su fuerza más conservadora, plasmada en la versión tradicional.

El Himno de Charly: una explosión cultural

El 16 de noviembre de 1990, el músico Charly García, transformó la versión tradicional del Himno Nacional Argentino en una versión rockera, hecho que causó conmoción en gran parte de la sociedad argentina, incluso había gente a la que no le gustaba nada y llegaron a pedir que se prohibiera y que se sacara del disco. Charly la incluyó en su disco “Filosofía barata y zapatos de goma” y cuando la tocaba en vivo lucía una camiseta de fútbol con los colores argentinos, a la que no le faltaba el sol sobre la franja blanca.

Pero volviendo a los interrogantes iniciales, es innegable que el himno de Charly causó furor por el estilo musical de la versión que, además, era interpretado por el mismo cantante que ya estaba consolidado como músico contestatario. El músico fue capaz de potenciar el himno en una nueva versión con estilo de rock y dejó desconcertado al público. García incluso tuvo que enfrentar más de una vez a la justicia, pues hubo denuncias de parte de ciudadanos que consideraban que su versión era “una ofensa a los símbolos patrios”. Siempre el fallo terminó declarando no culpable al artista. Estas reacciones extremas hablan del gesto extremadamente novedoso de Charly: su himno conmovió profundamente, inquietó y, a su vez, abrió la puerta para que múltiples otras versiones surgieran, incluidas algunas rockeras como la de Ciro y Los Persas.

El himno de Charly de los 90 generó una explosión cultural, noción impulsada por Iuri Lotman: Un evento repentino e imprevisible, un hecho de gran magnitud que afectó al mundo de la música y, también, a la sociedad argentina en su conjunto. El Himno de Charly puso de relieve una imagen muy distinta de aquel modelo de Nación tradicional. Representó la afirmación de una identidad nacional en movimiento que se estaba resignificando y abriendo a singulares transformaciones. Su versión es popular y cercana a sus contemporáneos, está despojada de todo tipo de formalismo de la sociedad patricia de comienzos de siglo XIX. Aquí está el por qué fue (y acaso es) un hecho explosivo para la cultura: fue transgresor y por momentos violento. Violencia entendida como eclosión cultural, es decir, como gesto transformador intenso que incomoda y que se abre a una nueva temporalidad. La nueva versión de Charly instaba a crear nuevas formas de expresión e identidad sin solemnidades por el pasado, y sí cargadas de presente y de futuro.

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El Himno de Charly en el presente

El Himno tradicional se conserva hoy como un texto canónico que responde a pautas sociales y continúa siendo un texto admitido por la aceptación colectiva. Es texto-base que puede ser interpretado una y otra vez, su estilo, como señalé antes, es solemne. El Himno de Charly, por el contrario, se trata de un texto cultural creativo que aún se encuentra en los márgenes de la aceptación general: no se ajusta a los cánones sociales conservadores y tradicionales actuales. No posee aceptación colectiva y, para algunos, aún tiene rasgos de rebelde o antipatriótico. Es decir, posee menor reconocimiento y aceptación popular, respecto de la versión tradicional. Sin embargo, ya ha cumplido más de tres décadas y ha sido validada por una parte significativa de la población: se usa en algunos cierres de programación radiofónica, en ciertos actos escolares, etc. 

Charly García, en el momento de aparición del disco y el Himno (1990) afirmó que buscó ser respetuoso con este emblema nacional y deseó crear una versión que tuviese dramatismo y que fuese solemne a la vez.  Una significativa porción de la Nación Argentina puede reconocer que es en su texto en el que se mantiene información pasada (la letra y la melodía) y también es posible reconocer las transformaciones que el músico incorporó (el ritmo de rock, los instrumentos propios del género como guitarra eléctrica, bajo eléctrico y la voz). Es clave subrayar, la tensión entre las versiones está presente hoy.

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El himno de Charly es un texto en movimiento dentro del espacio/tiempo de la cultura argentina. En la década de los ’90, permitió que los sectores jóvenes y populares alejados de los gustos serios y refinados adquirieran un renovado protagonismo en el rock nacional. Y aunque en su momento significó una gran explosión cultural, hoy también se le ha concedido reconocimiento de obra artística no irónica o irrespetuosa. El texto de Charly es periférico hoy con respecto a la versión de 1900, pero a futuro podría coexistir con la versión tradicional del Himno en el centro de la hegemonía cultural. La dinámica de consagración o marginación de los textos puede cambiar. 

En palabras de I. Lotman se constituyen como elementos característicos de un sistema cultural, en términos de lenguaje, de texto artístico y texto cultural. Con una aceptación, diríamos “casi generalizada” por todos los habitantes del país y con una “cultura juvenil”, que busca en el comportamiento del texto cultural; integrarse al auditorio y sumar adeptos, “seguidores” ante su nueva versión. Mientras que para otros, en cambio, pero también en las zonas periféricas de la cultura logró asentarse en una versión que intenta modificar ese texto artístico lesionarlo como “emblema nacional”; y por ende lo rechaza sin negociación alguna de sentido; pues se constituye en ruido comunicativo. Saben que existe en una nueva versión; pero no la aceptan, no la reconocen porque no los identifica ni social ni culturalmente como argentinos. 

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Agradezco a Pablo Molina y Ana Leunda por el acompañamiento a la escritura de este ensayo.

El Himno de Charly

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