“Además de ser acción, el andar es también un signo, una forma que puede superponerse simultáneamente a las demás formas preexistentes en la realidad y en el plano”, Francesco Careri.
La idea de la residencia se basa en la lectura y comprensión del texto “WalkScapes, el andar como práctica estética” de Francesco Careri, en donde el autor plantea, en un marco de revisionismo histórico del arte, que el andar es en sí un arte que contiene en su seno tanto al menhir como a la arquitectura, el paisaje o la escultura. Y es sólo andar la acción que permite reintegrarlas a todas ellas de manera unitaria.
“En la actualidad podríamos construir una historia del andar como forma de intervención urbana, que contiene los actos simbólicos de aquel acto creativo primario: el errar en tanto que arquitectura del paisaje, entendiendo por paisaje el acto de transformación simbólica, y no sólo física, del espacio antrópico”, afirma Careri.
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Careri estudia y resignifica el concepto nómade dentro del arte. El andar, el caminar, es ya por sí una intervención sobre el medio, sobre la naturaleza, el paisaje. Los caminos, las calles, las rutas adquieren también importancia simbólica por la transformación del andar.
Es en esa búsqueda que Gustavo Lesgart les plantea e invita a sus estudiantes ha reconocer un lugar, atravesar un espacio, dibujar un punto, trazar una línea, inventar una forma, captar sensaciones, percibir un sonido, guiarse por olores, tocar cuerpos, perseguir personas, construir relaciones […] seguir el instinto, dejar huella, en esta Residencia al sur del País. Más precisamente en Lago Escondido, Río Negro.
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Pero seguir el instinto, ¿qué significa para nuestros cuerpos estructurados racionalmente? Caminar buscando una respuesta. El instinto es corporal, no reconoce de operación de pensamiento sino más bien de operaciones instantáneas de los músculos, de reacciones. El cuerpo y el instinto son nuestra conexión animal con la naturaleza.
Caminar es una búsqueda personal y grupal de cuerpxs diferentes y heterogéneos que intentan construir su propia historia. Cuerpxs que se mueven y se encuentran, desencuentran, que se rozan y se rechazan, que se unen y dialogan.
“Uno se mueve con lo que entiende, uno se mueve con lo que siente, uno se mueve con su propia sensibilidad y yo ahí no puedo decir nada… pero lo que pasa entre ustedes lo tienen que conversar entre ustedes. Propongo que sacrifiquen, lo que yo les dije que tenían que hacer en pos de lo que ustedes hacen, que al revés” dice Gustavo Lesgart a les estudiantes soltando la rienda para que esos cuerpxs fluyan en un diálogo sincero y grupal.
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No es extraño tampoco que la residencia se haga en las montañas, frente a un lago, alejado del ajetreo de las ciudades, del ruido de las instituciones. En realidad es parte de esa construcción, el conectarse con un aire más limpio, con otras energías que entran por los pies y recorren la columna hasta el pelo. Zambullirse en las aguas, admirar la montaña en silencio también invoca un diálogo con el cuerpo mismo y todo es parte de la experiencia y de la construcción de esa historia a contar.
“Trabajo con las experiencias que ellos tienen, con lo que hay y es cierto que yo los expongo a una situación que tiene que ver con la danza, como ese cuerpo funciona individualmente y como funciona con otros, en conjunto. Convergemos todos acá porque tenemos ese interés de estar en ese espacio investigando algo que nos convoca”, sostiene Lesgart.
La danza contemporánea abre el juego a otras disciplinas del arte porque no impone un tipo de cuerpx, reniega de las estructuras clásicas e invita a reencontrarse con el movimiento desde otro lugar, dejando las certezas de lado y haciéndose más preguntas que dando respuestas. La búsqueda como camino, caminar buscando, o mejor dicho, moverse preguntándose.
Desde el punto de vista académico, Caminar convoca a preguntarse, a buscar, es que “caminante no hay camino, se hace camino al andar”. La experiencia de una residencia es disímil a la rutina universitaria, el trabajo, la investigación y la convivencia grupal generan lazos profundos que exceden el fin pero que le suman una inagotable fuente de inspiración y de diálogo constructivo. La residencia artística cómo práctica académica permite una emancipación del contexto institucional y libera los modos de creación al conjunto no sólo humano sino también en relación con el espacio, la naturaleza como contexto dialógico y el silencio que nos permite viajar en reflexiones.
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Dejar Huella
“Estar con estos chicos acá también es parte de un proceso de este año, porque los que están aquí, son chicos que participaron de las clases que di durante el año en IUPA, era una condición para poder acceder a esta instancia final […] Fueron días muy intensos” confiesa el director.
Dejar huella simbólica implica no sólo mostrar el producto resultante del trabajo, sino también procesar individual y grupalmente lo aprendido y aprehendido, las sensaciones y emociones que genera la convivencia de un trabajo investigativo, experimental y creativo.
Dejar huella también en el tránsito por la tierra que pisamos y que ella haga lo mismo en nosotres, con sus sonidos, con sus silencios, con sus energías.
Por eso Lesgart sostiene que le parece importante lo que viene ahora, que es llevar esto a la instancia escénica. Que todo esto, ahora se muestra. Termina un ciclo y empieza otro.
La obra Caminar, una práctica escénica debutó en escena el domingo 3 de noviembre de 2019 en Casa de la Cultura, General Roca, Río Negro. Montada por les quince participantes de seminarios y residencia, estudiantes de Artes del Movimiento y Teatro del Instituto Universitario Patagónico de las Artes, bajo la dirección de Gustavo Lesgart.
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Las sonrisas, los aplausos, el encuentro emocional de quienes desde arriba del escenario entablan una relación con les espectadores quizás resume el porqué del andar, del nómade, del caminar: encontrarnos para contarnos algo, una anécdota, un paisaje o los secretos que nos cuenta el viento, aquí en la Patagonia.
Mirá el documental: