ENTREVISTA A VIVIANA PORTNOY
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La fotografía devela y nos asoma un poquito al alma del artista. El autor se muestra en esas imágenes que van constituyendo su trabajo a través de los años.
La mirada queda detenida en los horizontes calmos en la serie Casi en el cielo.
El alma se estruja al ver cómo han muerto de pie los Árboles de sal.
Y desde esos espacios de silencio llegamos a otros espacios que nos muestran lo silenciado en la serie Espejismos.
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Cerrar los ojos es hacer hablar la imagen en el silencio
Roland Barthes
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Viviana observa con esa calma necesaria en este mundo acelerado, se detiene y nos detiene a un momento meditativo, para ver y no sólo mirar, regalándonos un silencio que nos habla de ella, pero también que nos interpela en la vorágine cotidiana y nos sumerge de pronto en la contemplación.
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– En la serie Casi en el cielo, vemos grandes espacios, amplios horizontes que nos trasladan a un momento meditativo y de reflexión. ¿Estaba el silencio presente de manera consciente en el momento de realizar las imágenes?
– Creo que me aproximo al silencio en el momento de la toma, y luego se revela un mundo silencioso. Un silencio que nos atraviesa y nos envuelve. Tal vez sean fotos capaces de irradiar quietud y calma. Son espacios “vacíos” donde el tiempo se detiene. Muerte silenciosa del instante, cuando el ojo percibe algo que abre una grieta en el sonido y un espacio mínimo en el horizonte que es el límite casi imperceptibles con el cielo. En la espera meditativa caen velos que permiten contactarnos con nosotros mismos, estar receptivos, concentrarnos, encontrarnos.
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– En Árboles de sal descubrimos la calma después de la inundación, la mirada es de quien llega una vez que la tormenta ha pasado. ¿Qué fue lo que te motivó a fotografiar ese lugar?
– Como dice Murakami…¨la tormenta no es algo que venga de lejos y no guarde relación contigo. Esta tormenta, en definitiva, eres tú. Es algo que se encuentra en tu interior. Lo único que puedes hacer es resignarte, meterte en ella de cabeza, taparte con fuerza los ojos y las orejas para que no se te llenen de arena e ir atravesándola paso a paso”. Llegué a Epecuén (en 2010) por azar, sin saber lo que iba a encontrar, fue una parada en el camino rumbo a Buenos Aires. El lugar remite a una zona devastada, y silenciosa, tras la tormenta. Las ruinas son un vestigio de civilización, de cultura arrasada por la inundación, que transformó el paisaje. Un sitio más allá de lo real que continúa con sus árboles de sal remitiendo a lo ausente, lo quebrado, lo oxidado, pero no al olvido. Me centré en dar protagonismo al vestigio, la descomposición de los objetos por el agua. Los árboles como estatuas de sal, signos y metáforas de una migración obligada. Vuelven la vista hacia atrás añorando un pasado de esplendor. Mundo monocromo en mi mente luego de repensar las imágenes. Un lugar de autorreflexión, de meditación, de introspección, que me atrapó desde el primer instante, permitiéndome escuchar el murmullo de las cosas… sentir de pronto que todo es fugaz. Volví tres veces luego al lugar… algo me hace volver allí, y en cada paso el paisaje ha cambiado… el agua se retira, surgen nuevas formas, nuevos hallazgos… Dice la leyenda que Carhué enfermó raramente y Epecuén, desconsolada, en una noche de luna llena comenzó a correr lejos y cada vez más lejos de su tienda hasta que cayó al suelo y de tanto llorar por su amado, sus lágrimas se convirtieron en una inmensa laguna que la fue haciendo desaparecer en su interior.
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*La laguna de Epecuén es conocida por su alta concentración salina, diez veces superior al porcentaje presente en el mar. Sus aguas se aprovechan para combatir depresión, afecciones reumáticas y de piel y agotamiento psicofísico. La ciudad de Carhuése encuentra a orillas de esta laguna.
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– Meditar es poder encontrar el espacio vacío entre dos pensamientos. ¿Encontrás como fotógrafa esa conexión con el aquí y ahora al momento del disparo?
– Es un instante, una fracción de segundo, donde se da un estado místico, de mente en blanco volviendo en silencio sobre nosotros mismos. Las fotografías contienen todo un mundo. A modo de espejo, de puerta en el espacio – tiempo. Como refiere Bresson, se establece un equilibrio entre el mundo interior y el exterior. Hay que pensar antes y después, jamás mientras se fotografía. La imagen es la proyección de la personalidad del fotógrafo. En un mundo colmado de ruido, el silencio irrumpe por un instante.
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– Hay otra relación con lo no dicho en la serie Espejismos, pienso que el silencio puede ser buscado, pero a veces también puede ser impuesto. Descubrimos en esas imágenes parte de nuestra historia que fue silenciada.
– Espejismos es una visión personal de lo acallado, lo indecible o no dicho. De posibles silencios donde poder encontrar significados no explícitos. Omisiones pensadas. Percibir y mirar lo ausente, lo omitido. Un silencio no acústico sino conceptual. El silencio impuesto. El silencio de los historiadores. En esta serie reflexiono acerca de la ausencia de imágenes en el relato histórico respecto a la Conquista del Desierto, que puede dar lugar a la reproducción de formas de violencia simbólica. La imagen como agente de creación de la memoria colectiva podría ser una herramienta para recuperar y transformar los procesos históricos de representación de nuestra cultura. El paisaje y la aparición o visibilización de lo silenciado surge en esta obra dando lugar también a una intersección de temporalidades. Hacer aparecer una imagen tiene que ver con un discurso social y político y una acción transformadora.
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– ¿Qué se puede oír en una imagen?
– Click! La voz del silencio. Eterno presente. Cortes, fragmentos, emociones, recuerdos, paisajes, rostros, poesía… Las imágenes fotográficas son mensajes. Son un medio de expresión. Tienen para mí además un carácter mágico, nos posibilita múltiples encuentros y nos ayuda a repensar la existencia. Podemos vernos, podemos escucharnos. Dejemos que las imágenes hablen por sí mismas… Tanto la ausencia de sonido como la fotografía rememoran la muerte, lo que deja de existir. El silencio invita a escuchar la vida y el mundo. El silencio absoluto no existe. Nunca estamos callados por completo.
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Verónica Roig / @veronicaroig
Hice mis primeros pasos en fotografía viviendo en La Plata. Luego estudié Cine y Nuevos Medios en el INSA, en las primeras camadas… Trabajé como reportera gráfica y editora en el Diario Río Negro ocho años. Hace tres años soy docente en el IUPA, dentro del Departamento de Audiovisuales.
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