Por: Loli Cid
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En la casa del Ale
se respiraba amor
y un poco de hastío
en las tardes de verano.
No faltaban los lápices
y la guitarra.
Lo que faltaba en la alacena
y en las cajas
que nos mandaba nuestras familias
lo inventabamos.
Una noche
vino alguien de visita
había solamente
una cebolla, sal, aceite y porro.
Las manos del Ale
armaron un porro hermoso
que fuimos besando
en una larga ronda.
Las manos del Ale también
picaron y cocinaron la cebolla.
Dimos pelea con la risa.
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Loli Cid