Según la RAE, el puerperio es el período que transcurre desde el parto hasta que la mujer vuelve al estado ordinario anterior a la gestación.
Otros sitios mencionan que el puerperio, también llamado posparto, puede definirse como el período de tiempo que comienza en la finalización del parto hasta las seis semanas posparto, cuando vuelve a la normalidad el organismo femenino. Definiciones, por lo menos, polémicas. ¿Es posible volver a ser la misma persona luego de que un ser humano haya salido de adentro de tu vientre? ¿Acaso somos todas las personas iguales y capaces de ser medidas con la misma vara respecto a cómo nos sentimos luego de semejante transformación y crisis vital? ¿Qué es la normalidad?
Leo estas definiciones y mi mente colapsa. ¿Quién escribió esto? Muy probablemente, personas que no han atravesado este momento de cambio tan profundo.
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“…ser madre es tener un poder omnímodo sobre otro y es, también, ser esclava de ese otro; que ser madre es una identidad que te devora hasta el punto de no poder ser otra cosa y es, también, (dolorosamente) compatible con seguir siendo hija y muchas otras cosas más”.
Carolina del Olmo en el prólogo de El nudo materno, de Jane Lazarre.
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Cuando comencé a pensar Puerperio, luego existo, la micro obra de teatro musical –inspirada en mi propia experiencia: en la soledad que sentí durante mi embarazo, en los desencuentros con ciertos feminismos, en las lecturas de experiencias autobiográficas de escritoras madres– tuve que recuperar cada papelito, rastrear pedazos de memoria, rincones, donde fueron quedando, como escupidos, sentimientos que brotaban de las heridas de mi cuerpo.
Luego de tener un hijx, nos convertimos en envases vacíos y pinchados. Vamos por ahí, por la casa arrastrando los pies, derramando líquidos varios por distintos agujeros, algunos más grandes que otros. Sosteniendo un peceto vivo, un pedazo de carne que se mueve, llora, pide cosas que nadie entiende qué son. Recuerdo, en esas noches largas de encierro con mi bebé, sentirme devastada, como una loba en una cueva a medianoche; sola, pivoteando entre una felicidad absoluta e irreconocible y un sentimiento de tristeza profundo. ¡Buen día, Sra. Ambivalencia!
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“A veces el encanto y el desencanto están tan cerca pegados uno junto al otro y se separan por un parpadeo. A veces estoy tan cansada que la depresión me empieza a trepar desde los pies como una enredadera. Es venenosa. Creo que dormir mal realmente te puede arruinar y eso te hace pensar en lo que es un carácter. A veces pasa eso y después parpadeo, mi hijo se acercó y me tironea del pantalón, levanta la cara y me sonríe. El hechizo maligno se rompe así de rápido. Me doy cuenta de que estamos en el paraíso. Los paraísos deben ser así: siempre retratados en el momento en el que se encuentran y se pierden”.
Madre soltera, de Marina Yuszczuk.
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Luego de muchos meses de acobachar palabras y canciones, di con el “Ciclo Licuadora” @ciclolicuadora, un hermoso espacio en la ciudad de Neuquén, que me abrió las puertas para crear y hacer algo con todo esto que tenía adentro. Este paso para mí, que suelo estar en modo recolección de datos durante largo tiempo y tener dificultades a la hora de ejecutar, fue fundamental. Tuve la suerte de que Verónica Martínez, directora y actriz, me guiara en la escritura del guión. Junto con Soledad González, actriz, musa inspiradora de esta aventura y hoy socia del proyecto, empezamos a darle forma a los pedazos de textos, imágenes y canciones que tenía en esta mente tan agitada y alborotada, un poco porque soy así (mucho aire en mi carta astral) y otro tanto por esta nueva función que estaba encarando, la maternidad. Al proyecto se sumó Lara Yasmín Moreno, con su delicadeza para encontrar el vestuario perfecto para la obra. Y fue así que comenzamos. Entre intrincadas agendas de madres trabajadoras y una importante red de familiares, amigxs, niñeras, pudimos encarar una serie de ensayos en Neuquén y finalmente, en febrero de 2023, dimos a luz esta pieza, en una sala de parto llena de gente que se rió y emocionó junto con nosotras.
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Mediante la obra, buscamos poner en circulación algunas ideas y sensaciones sobre el (los) puerperio(s): la díada madre-bebé, los cambios en el propio cuerpo, la relación con el deseo y, sobre todo, la importancia de los acompañamientos en este momento tan delicado de la vida (xadres, amigxs, vecinxs, colegas, compañerxs, hermanxs). De hecho, la obra no hubiese sido posible sin toda esta comunidad de crianza que nos acompañó durante el proceso de creación.
Después de cada ensayo, quedábamos muy movilizadas. Los viajes de regreso a Fiske con Sole eran, entonces, momentos de charlas intensas, para las cuales 45 kilómetros no bastaban. Fue en una de esas charlas que empezamos a pensar que el proyecto podía crecer, ser más que una micro obra de teatro musical. Sentíamos que estábamos tocando temas sensibles, que habían permanecido bajo el silencio de las madres durante mucho tiempo y recién ahora se estaban empezando a hablar. Y que teníamos ganas de aportar –además de tener material de sobra–. Entonces recibimos la propuesta de algunxs espectadores de llevar la obra a centros de salud comunitaria en barrios populares de Neuquén y eso terminó de convencernos.
Armamos un proyecto integral desde el arte y la salud, pensando en un dispositivo que contemple la presentación de la obra y un taller posterior donde lxs espectadores puedan tomar la palabra, compartir sensaciones e ideas, y se abra el debate. Nuestra intención es llevar la pieza a ámbitos de salud y educación populares, contribuyendo a democratizar el acceso a producciones culturales. Abrir el juego en los barrios a las preguntas acerca del puerperio a partir de la creación artística, ofreciendo un trabajo cuidado.
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Creemos en la importancia de visibilizar un tema que suele quedar puertas adentro de quienes gestamos y de las personas (casi siempre mujeres) que nos acompañan en los procesos de crianza.
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“Que ninguna madre tome la palabra. Todas sabemos por experiencia lo insoportable que es el discurso de una madre. Así que está literal y literariamente prohibido. Las madres y las explicaciones son un género en sí mismo, pero ha de ser doméstico y clandestino”.
La mejor madre del mundo, de Nuria Labari @nurialabari.
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Hacer público lo privado. Abrir las puertas a masculinidades y personas que no han gestado ni quieren hacerlo. Dar a conocer un universo poco explorado (¿poco escuchado?) y, a la vez, tan significativo, no sólo para quien gesta, sino también para la educación de las infancias. Porque si quienes criamos estamos acompañadxs, somos cuidadxs y contenidxs, lxs niñxs crecerán en espacios más amorosos y seguros para su desarrollo.
El 7 de junio se celebra el Día Mundial por los Derechos del Nacimiento y el Parto Respetado y, en ese marco, consideramos que los cuidados y el acompañamiento durante el puerperio también son un derecho, no un privilegio, y, por lo tanto, deben ser contemplados. Llamamos al Estado hacerse presente y asegurar las condiciones necesarias para que el proceso sea atravesado de la mejor manera posible.
Otro de nuestros objetivos tiene que ver con pensar en la posibilidad de acercar las herramientas y funciones que nos ofrece el arte a nuevos espacios. Muchas veces, el arte queda del lado de lxs privilegiadxs. En este caso, utilizamos la herramienta artística del teatro para llevar a la palabra de la comunidad un tema tan rico como oculto.
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“Creo en el arte como materialización de lo invisible. Creo en la importancia de nombrar para que algo se haga presente”.
Método de Diana Aisenberg, de Diana Aisenberg @dianaaisenberg.
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La vida después del puerperio existe, pero su calidad dependerá, en gran medida, de la manera en la que hayamos atravesado esta etapa tan particular. Tener un hijx, para quienes lo elegimos, suele ser un momento único, lleno de felicidad, amor y gratitud, pero también suele estar acompañado de dolor, frustración, enojo. Porque no todo lo que brilla es oro, algunas veces también es negro y opaco. Así es la maternidad. Así es el puerperio. Y así es la vida. O eso creo hoy.
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“El amor es agotador y a veces se agota de puro cansancio. El amor es petróleo, es el verdadero oro negro. Un recurso ilimitado que hace girar las ruedas de las sillas de ruedas. Y las madres del mundo somos algo así como la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) del amor. Cabe mucha pobreza en nuestros arrabales, sabemos lo dura que resulta la extracción, sabemos que se gasta, sabemos que si no se administra bien no durará para toda la vida”.
La mejor madre del mundo, de Nuria Labari @nurialabari.
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Julieta Lecot /@julilecot / Psicóloga y cantante
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