
La deriva como práctica artística, una invitación a habitar lo invisible.
Un grupo de personas caminamos juntas por un trazado preestablecido en un barrio cercano, aunque poco transitado habitualmente por nosotras. La consigna era simple: permanecer en silencio y abrir los sentidos para dejarnos atravesar por los acontecimientos más sutiles de la experiencia cotidiana.
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¿Qué llama nuestra atención al deambular? ¿Cómo interpretamos aquello que vemos, olemos o escuchamos? ¿Qué del trayecto nos interpela y cómo elegimos narrarlo?
La deriva como práctica artística, perteneciente al arte contemporáneo, tiene como fin capturar información desde una mirada no convencional. En esta experiencia nos propusimos, al menos por un momento, poner en foco aquellos espacios deshabitados o invisibilizados, que a pesar o a causa de ello proyectan sus resonancias. Esta acción fue pensada junto a Leylén Segundo y Ariel Ojeda.
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Nos detenemos, miramos, observamos con detalle. Damos entidad al transitar cotidiano, lo hackeamos. Como pasa cuando vemos una película muchas veces: siempre es posible encontrar algo nuevo. Me interesa lo que genera físicamente ese permanecer en el presente. El estado hipnótico de esa acción, cerrar los ojos para escuchar, sentir y oler, en silencio, me resulta atractivo.
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¿Cuántas asociaciones/ recuerdos emergen en un recorrido rutinario?
En el marco de EnREDadera, jornadas de estudios, reflexión y prácticas en torno a la Danza Contemporánea y sus derivas en el Instituto Universitario Patagónico de las Artes, convocamos a esta acción performativa. Consistía en una caminata por Barrio Nuevo, estando perceptivas a hallazgos múltiples. Proporcionamos un mapa con el trayecto que íbamos a recorrer, una pauta y algunas preguntas que movilizaban la experiencia:
¿Hay un movimiento (si se quiere involuntario) del cual no somos conscientes? ¿Cuánto detectamos de normatividad o pre-establecimiento en nuestros recorridos - desplazamientos - movimientos dados por el trazado urbano que es esencialmente de eficacia? ¿Hay un concebir como ajena, no propia o desconocida ciertas partes de la ciudad por no formar parte de nuestra habitualidad? ¿Cómo subjetivamos en relación a estos delineamientos que naturalizamos?
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Iniciamos el trayecto en un olivo, próximo a la entrada principal del IUPA. Se indicaron dos consignas claras: evitar hablar y no usar celulares durante el recorrido. Todo estímulo que desearan registrar debía plasmarse en cuadernos o libretas, a través de palabras o dibujos.
El recorrido concluyó en la plaza “La Barda”, tras recorrer casi 5 km. Al llegar, el silencio se había instalado como una atmósfera compartida. Nos costó volver a hablar. Nos mirábamos, mirábamos el entorno, estábamos suspendidas en ese fuera de tiempo, en ese aquí y ahora que experimentamos durante el trayecto. El protagonismo lo tenían el sonido nítido del viento al balancear las ramas, las hojas de los árboles y el sol que las iluminaba de un modo más brillante y llamativo que otras veces. Finalmente alguien intervino el silencio y de a poco pudimos compartirnos aquellos instantes, momentos, sonidos, aromas, objetos curiosos, conversaciones de vecinas, sensaciones, imágenes, características de las casas, que pudimos observar y escuchar y despertaron nuestro interés durante la deriva. También coincidimos en que nuestro andar llamó la atención, pudimos sentir las miradas que hacían foco en nuestro estar en el lugar.
A modo de cierre, antes de dispersarnos, señalamos como notorio lo que quedó: un estado meditativo, los sentidos sensibilizados. Cuerpos permeables al acontecer de su alrededor. Circulaban sonrisas, agradecimiento y una sensación placentera de bienestar.
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* Esta propuesta surge como un eco de la práctica Coreografías de la ciudad, que realicé en febrero de 2021 durante la 9° edición del Festival Danzafuera, en La Plata. La actividad consistió en una caminata grupal por la ciudad, conducida por un audioguía que nos llevaba a puntos clave del recorrido. La acción me dejó muy movilizada; sentí que tenía mucha potencia para realizar algo similar acá, a nivel local. Con esa inquietud, compartí la idea con Leylén, quien me contactó con Ariel. Ambos habían participado en experiencias similares, y juntos nos embarcamos en esta propuesta. Cada paso del proceso enriqueció la idea inicial, nutriéndola con las miradas y aportes de mis colegas. Así, de a poco, fuimos dando forma a T r a y e c t o i n ú t i l.
Esta es la primera acción del Colectivo A la Deriva y el inicio de futuras exploraciones. Lo que resonó en esta experiencia superó nuestras expectativas, y seguimos pensando en cómo replicar y expandir estas prácticas en nuevos contextos.
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Ornella Scarponi @ornellascarponi

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