ENTREVISTA A INÉS URDINEZ
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Una pandemia mundial que paraliza el mundo puede ser para un grupo inquieto de artistas una explosión creativa, un cúmulo de energía que se canaliza y se lleva a buen puerto.
Como Stephen Nachmanovitch aconseja en su libro Free Play, este grupo de pibis usó el poder de los límites para fomentar su creatividad. Desde el estancamiento que proponía el aislamiento crearon Un mundo de sensaciones. La actriz, guionista y directora Inés Urdinez nos cuenta cómo fue la experiencia de hacer esta web serie.
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¿Qué es Un mundo de sensaciones?
Un mundo de sensaciones terminó siendo una serie, pero empezó siendo una búsqueda estética, de lenguaje, de interpretación, de buscar otras formas y posibilidades de hacer. Tiene la idea de salir de ciertos lugares hegemónicos de formas de hacer. No es que inventa nada, pero es una búsqueda.
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¿Cómo fue pasar del teatro a lo audiovisual?
Yo tengo una formación principalmente desde el teatro, mi actuación y entrenamiento siempre fueron desde ahí. Me empecé a formar con maestros y maestras del teatro y las experiencias que tuve fueron ahí. Después apareció mágicamente el cine y eso me picó fuerte, me copó más en el sentido de que es otra cosa totalmente diferente. Yo venía peleada con la idea de hacer teatro, con algo de la exageración de las expresiones, venía escapándole a eso, había algo de ahí que no me parecía genuino. El cine me vino a traer esa verdad y simpleza en la actuación, no es una comodidad cien por cien pero me hace sentir mas afín a algo en lo que yo creo y que me gusta como espectadora. El no tener que impostarse o trabajarse tanto para esos niveles expresivos.
Esto es una búsqueda más íntima, de adentro hacia afuera, algo mucho más sutil. Hay algo que está bueno también del cine, y es que se elige lo que se va a mostrar. En cambio, en el teatro es todo más abierto, salvo que se haga un laburo con la iluminación.
La pandemia nos interpeló a todes, nos sacó de los lugares que habitamos normalmente y nos puso a jugar en roles nuevos. A Inés no solo le afianzó su vínculo con lo audiovisual, también la llevó a dirigir por primera vez una serie.
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¿Y cómo fue pasar de la actuación a la dirección?
Yo había dirigido una vez como hace 7 años una obra súper fisquense, sobre cuatro adolescentes que estaban en el sur. Después me quedé con ganas de seguir dirigiendo, pero también me cansó un montón hacerlo. Eso fue teatro, y ahora pasó esto de la pandemia y me fue llevando nuevamente a la tarea de dirigir. Para esto tuve mucho apoyo. Trabajé de la mano de una re amiga, Carla Romero, ella me fue pinchando y guiando. Si bien yo tenía como cierta experiencia por haber sido actriz en muchos rodajes, no tenía la técnica, ni los términos técnicos. Ese lado que lo fui entendiendo de la mano de Carla. Esto fue lo que me dio la confianza y las ganas. Tenía mucho interés en filmar y buscar algo. Yo siempre pienso desde la actuación, me pasa eso. Y cuesta mucho que en lo cinematográfico te hagan una propuesta desde la actuación. Por ahí si están pensadas desde la fotografía, el vestuario, el guión. También por este motivo inicia esta búsqueda. La conjunción de esta situación y la pandemia, que no nos daba mucha opción porque el equipo no se podía agrandar, me obligó en algún punto a decir “dale, dirigilo y actuá, ya está”.
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¿Cómo fue el proceso de escritura?
Fue como bastante simple, porque a partir de que dijimos “listo, vamos a filmar algo”, bajó, apareció el título y en una semana ya lo tenía. Fue como que el título me lo organizó. Después, apareció esto de dividir los capítulos en emociones. Y además, ya tenía en la cabeza quién iba a actuar. Ahí se me armó más fácil el tema de decidir ciertas cosas o características de los personajes. Entonces, fue como bastante simple el proceso de escritura. Se estructuró bien desde el principio y después hubo algunas modificaciones muy pequeñas y agregados, pero fue una semanita de encierro.
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¿Cómo fue rodar y hacer la serie en ASPO?
Terminó siendo bastante parecido a la normalidad, pero la previa fue rara porque uno no sabía con qué se iba a encontrar. Obviamente el equipo era súper reducido, éramos cuatro. Teníamos siempre muchas consideraciones, ciertos cuidados. Un mundo de sensaciones se filmó en agosto, así que ya estaba como todo medio ahí, abriéndose.
Fueron tres días de rodaje, sábado, domingo y lunes. Filmábamos todo el día, y las pocas cosas de exterior que hicimos las aprovechamos el domingo. Siempre estaba esta cosa de qué pasará, porque estaba el temor de “bueno che salimos con la cámara pero todavía no se habilitó el rodaje”. Estaba esa adrenalina. Pero se manejó bastante bien, todo fue hecho con mucho respeto. No fue que hicimos algo desde la rebeldía, sino desde la necesidad. Y nos tomamos este atrevimiento por eso. Cuando terminamos el rodaje, muchos del equipo me dijeron que sentían que habían vuelto a vivir. Estuvo bueno eso. Hay algo que se armó desde ahí. El resto, normal. Cada uno tenía su mate, se ventilaba todo el tiempo, había ciertas conciencias nuevas, pero todo súper fluído igual.
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Parte del equipo no estaba en Buenos Aires. ¿Cómo fue trabajar a distancia?
Sí, estaba Carla Romero (producción y montaje) en Fisque, y Mariano Rodríguez, que hizo la introducción; él también es fisquense pero estaba en México. También, toda la previa del equipo completo fue por zoom, para evitar el encuentro y que solo fuera durante el rodaje. Y la verdad que bastante bien, hay algo del zoom también que te organiza. Mucho drive, mucha carpeta compartida en donde íbamos todes armando lo que teníamos que armar. Está bueno que te podes organizar más con tus tiempos, no tenés una presión de cumplir con un horario, pero sí con no colgarse. Estuvimos todes muy concentrados trabajando ahí. Eso también estuvo bueno, fue una ventaja de la cuarentena, si no, no se podría haber dado así. Lo que fue más flashero fue el momento de montaje. Carla, que fue la montajista, me mandaba el primer corte por we transfer o por drive. Y era bajarlo, mirarlo, hablar sobre eso. Ella volvía a tocarlo, me lo volvía a mandar, lo volvía a bajar. Eso también fue otro tiempo, no era que yo podía ir a la casa y ver ahí. Después, le encontramos el dinamismo a eso.
Equipo de rodaje: Aranda (actriz), Mariano San Martín (sonidista), Mica Domanico (cámara). Y actores.
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De la experiencia y las limitaciones que impuso el aislamiento, ¿qué te gustaría que quede de esto como normalidad en lo artístico?
Me quedé como muy manija con esta primera experiencia. Por más que hay cosas que cambiaría, me quedo con ganas de seguir buscando por ahí. El trabajo con el equipo estuvo bueno. Después de este rodaje se armaron otros, el sonidista dirigió su corto y ahí cambiamos los roles. A su vez, otro de los actores dirigió su corto y también éramos los mismos con distintas tareas. Hay algo de ese dinamismo que me parece que está muy bueno y algo también de trabajar con lo que hay que me parece que va por ahí. Trabajar con lo que uno tiene, si bien uno tiene como ciertos deseos, ciertas ganas o ciertas imágenes que te dan ganas de hacer. El guión es como un impulso, y después hay algo de “bueno, a ver qué tengo, cómo lo armo” o armar el guion a partir de lo que tenés, “tengo esta cocina, a ver qué se me arma a partir de esta cocina”, “tengo un amigo que dibuja, bueno dale”. Armar a partir de lo que hay y que no haya una pretensión o un deseo como forzado. Eso pasó con la pandemia, y creo que está bueno seguir por ahí.
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Un mundo de sensaciones se hizo sin fondos económicos, la famosa “vaquita” sirvió para pagar comidas, traslados y algún vestuario. Las ganas fueron el combustible para concretar este hermoso proyecto que inició en youtube su camino incierto. Quizás, llegue a otras plataformas, festivales o pantallas. Si algo le enseñó la pandemia a este grupo, es que el futuro es incierto, también para el arte.
Mientras, Inés y Carla ya preparan otro proyecto. El verano las encontrará grabando en Fisque. De esta manera, como cuenta Inés, se inventan el trabajo para no quedarse en la espera de vaya a saber qué.
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