Mi nombre es Zulma y les voy a contar con nostalgia y mucho cariño la historia de una Estación de Ferrocarril que se convirtió en Teatro.

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Muchos recordarán que en la década del ´90 un gobierno muy neoliberal suprimió los ferrocarriles en todo el país y varias Estaciones de algunos pueblos fueron abandonadas, algunas cerradas y otras, por suerte unas cuantas, se reciclaron en salas de teatro, en centros culturales, en salas de exposiciones, en museos. Fiske Menuco, nuestra ciudad, no fue la excepción.

Por ser la pareja de César Nadín, fui testigo de la necesidad y la tenacidad que  tenía el grupo de teatro Huepuray de Fiske Menuco, de buscar un lugar para entrenar y ensayar una obra que se estaba gestando de la mano y de las ideas del director teatral, Hugo Aristimuño.

César Nadín, Daniel Alcoleas, Daniel Zapata, titiriteros y Laura Vinaya, actriz y en este caso técnica de sonido, integraban el grupo que proyectaba una obra sobre Juan Bautista Bairoleto. 

Hugo Aristimuño, director de teatro, dramaturgo, refiere con emoción que en la búsqueda de un lugar para hacer teatro popular con Huepuray, se encontró con la Estación abandonada, en un lugar estratégico de la ciudad,  y comenta que siempre lo emociona el olor de las estaciones de ferrocarril porque le recuerda la llegada de su familia a Fiske Menuco, en busca de un futuro prometedor. Recuerda Hugo que él, su mamá y su hermana, estuvieron sentados en la puerta de lo que mucho tiempo después sería el Teatro de la Estación, esperando que su papá consiguiera alojamiento. Hugo remarca que fue una gran idea tomar posesión de ese lugar tan entrañable a una comunidad para concretar un proyecto cultural que tendría una gran historia.

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César cuenta que en el año 1998 se acercaron a la Estación y se encontraron con el señor Félix, encargado de las instalaciones. Él, con muy buena voluntad, les prestó la sala de encomiendas y la sala de espera de mujeres y fue así que a fines de agosto de ese mismo año, comenzaron a trabajar en el lugar. En septiembre ya estaban listos para estrenar la obra Resuellos del viento ¿Dónde estás Bairoleto? y ante la  falta de una sala adecuada para la puesta que proponía Hugo Aristimuño, decidieron reciclar la sala de encomiendas y convertirla en sala de teatro.

Daniel Zapata recuerda con sentimiento, el desafío que fue poner en condiciones el lugar para poder entrenar primero y luego convertir el lugar en una sala. En su caso, se trasladaba todos los días desde Cipolletti en un Peugeot 504 y eso fue un enorme esfuerzo. 

Se incorporó al grupo y a la obra el primer actor Jorge Domínguez  “Corchito” que había hecho radioteatro con Jorge Edelman en Neuquén y  había trabajado en el Circo Criollo. Hugo recuerda que Corchito en los descansos de los ensayos salía al andén a fumarse un cigarrillo, “allí mismo, donde yo había llegado muchos años atrás; esa es una imagen imborrable para todos” recuerda Hugo.

Fue maravillosa la reacción de la comunidad roquense. Tuvimos el apoyo y la colaboración de la Municipalidad (Dirección de Cultura y Servicios Público), contamos con la ayuda de varias empresas privadas y comenzó el trabajo del grupo y de colaboradores, Hugo trajo la pintura y entre todos pintamos las paredes de color negro para ir ambientando la sala.

En octubre de 1998 hubo un doble estreno: la obra y la sala. Además de las familias y los amigos, estuvieron grandes referentes de la cultura regional. Fue muy emotivo recibir a Jorge Edelman y agradecerle la generosidad de brindarle al grupo todo el material que él tenía de su investigación sobre Bairoletto. También aplaudimos la presencia de Luisa Calcumil quien prestó al Teatro unas gradas para el público que facilitaron la disponibilidad de la gente en la sala. Y no me quiero olvidar la emoción y las hermosas palabras de José García, el maestro de Fiske Menuco, que agradecía conmovido la apertura de un lugar para la cultura roquense.

Desde ese momento se realizaron innumerables y variadas actividades. Pasaron por la Estación y por el andén, grupos como Los Mestizos, Papa Puré, La Puerta, La Huella, Los tres vascos de General Roca, Títeres de Ahí de Cipolletti, La Pelela de San Martín de los Andes, Purogrupo de Viedma, La Luna de Rosario, La Hormiga Circular de Villa Regina, Libres de Luis Beltrán, Cecilia Andrés de México, El Trujamán de Cuba. Se hicieron varios encuentros de Murgas y recitales de Música.

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Tuvimos la inolvidable experiencia de realizar los Encuentros Provinciales de Teatro del año 1999 y 2000, la presentación del libro Última frontera del historiador Hugo Chumbita y de la revista de cultura La Marea, dirigida por Josefina Racedo.

Se realizaron muchas actividades como el club del Cómic, el club del Trueque y más tarde se incorporó Ely Romero con un taller sobre violencia de género. La Estación se convirtió en poco tiempo, en un espacio indispensable para la actividad cultural independiente de la región.

En el año 2000 se conforma la Asociación Cultural Teatro de la Estación con un grupo de amigos y colaboradores. César Nadín fue el presidente y junto con el arquitecto Danilo García y la artista plástica Be, la Portuguesa, hicieron una remodelación interior, de la oficina de recepción y la sala. Era muy gratificante proyectar, definir futuros cercanos para el teatro. La comisión se reunía todos los sábados porque entre sus integrantes, además de los ya mencionados, había docentes y jubilados. Rodolfo Santillán, docente de una Escuela Técnica, siempre recuerda agradecido que se lo haya invitado a ser parte de esta comunidad artística. La gestión requiere de un tiempo que a veces es escaso pero la institución fue caminando con la ayuda de muchos, particularmente de la comunidad y del Instituto Nacional de Teatro.

Luego Ely Romero tomó el guante y continuó con la tarea. El espacio sigue vigente y es importante reactivarlo, mantenerlo vivo porque la cultura popular lo merece.

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Las opiniones y comentarios desarrollados en esta publicación responden a la subjetividad de lxs autorxs que participan.