Maximiliano Kühn hace cosas cuando escucha Nicola Cruz.
Maxi vive en el Valle Medio de la provincia de Río Negro, en la localidad de Choele Choel (isla en la que nació Rodolfo Walsh… y si tenés alguna especie de nostalgia por los genios justos caídos con el graznido de los cuervos, podés recordar el verso “¿Qué traidor nos ha robado la ilusión del corazón?” o tomar la ocasión para ponerte de pie).
Kühn es un artista dedicado a la dramaturgia: actúa y en tiempos de pandemia escribe las historias que le resuenan en sus pensamientos animado por una pregunta dirigida a sí mismo: “¿por qué no?”. Pasa la temporada del virus “con muchos alti-bajos, cosas buenas, cosas no tantas… a esto se le suma que al vivir solo se hacen más fuertes todo tipo de emociones… pero a lo largo de la cuarentena ha sido cada vez mejor; incluso ahora tengo miedo de haberme acostumbrado y después no querer salir”.
Hace algunos años, cuando vivía en Ciudad Autónoma de Buenos Aires tenía la costumbre de limpiar su casa a la hora de la siesta. Limpiar da paja, se sabe, y sólo hay arrojos a hacerlo cuando se debería estar estudiando, trabajando, empezando el proyecto n°1 en la “lista de cosas que haré en este nuevo año”; por eso una vez que se disponía a hacerlo, con una inercia mayor a quedarse tumbado en el sillón más que otra cosa, un compañero de vivienda le habló de Nicola Cruz para usarlo como música para acompañar el momento y le deslizó: “ponete a limpiar, dale!”
Nicola Cruz, a quien podés seguir en sus redes, junto a 94.310 personas si le das al botón en su perfil @nicolacruzz, es una músico nacido en Francia pero resueltamente ecuatoriano que hizo de este país latinoamericano su casa. Productor de sí mismo, adorador de las tradiciones y lo natural, ciudadano del mundo y habitante de Los Andes, logró instalarse en varias regiones del globo con el lanzamiento Prender el Alma, álbum en el que la fusión digital con instrumentos y sonidos del folklore se expande como una selva desbordada.
Sobre su segundo trabajo lanzado en enero de 2019, Nicola sostuvo en más de una oportunidad que lleva la energía del fuego y los tambores del conjuro que llama a percutir la tierra descalzos. Como tributo a los ancestros y enseña de ellos mismos, nombró Siku al disco por el significado en la palabra y la práctica tradicional de los pueblos andinos: tocar en paz invitados a participar en los círculos de la música. Quizás una noche de estas puedas apagar las luces, prender el celular sobre una mesita ratona y moverte como un neo-indie-digital-dance alrededor de la luz azul golpeando las baldosas con los pies para ver si sube la sangre.
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