Es mucho, ¿no? Para un cuerpo que decide cubrir varios frentes con su alma como abrazo y escudo, sí.

¡Podés escuchar la nota acá!

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Ahora, cuando ese abrazo y ese escudo se entrelazan con los abrazos y escudos de tantas mujeres y disidencias como tienen los feminismos, la cosa cambia, se hace más liviana y alentadora. Entonces, vienen mis dos palabras favoritas: SOMOS RED.

Soy actriz. Escribo estas dos palabras y se me llena el alma de amor y aire tibio. Trabajé en Televisa (México), bien lejos de la mirada del pueblo me animé. Estudié allá. Algunos bolos, algunos comerciales y de regreso a Argentina, después de dos años, empecé mi carrera como Realizadora Integral de Cine. Mientras estudiaba apareció una gran oportunidad, Pedro Stocki me propuso ser Directora de Casting y Asistente de Dirección y, por supuesto, me guardé un personaje. Dejé mis estudios porque vinieron varias películas más.

Luego nació Santi, trabajé como productora de recitales, fui y vine todas las semanas desde CABA a Río Negro y decidí una vida más tranquila para mi hijo. Ahí me alejé -casi como un desgarro-, del cine. Mientras, encontré refugio en la escritura. Escribo para no enloquecer, confesé alguna vez. Tuve oportunidad también de entrenar con Lorena Vega, mi maestra. Posteriormente, salió una película, otro bolo, Juego de Rol en teatro; luego, Morir de Amor. Escribí Pinot Noir y tiempo después hicimos Implosión, donde participé como productora asociada. 

Materno sola, tropecé dos veces con la misma piedra. Y viste que la culpa es nuestra por tropezar. Abro aquí una mirada incómoda e inmediatamente la respuesta / aclaración de las personas que mapaternamos solxs, que estamxs cansadxs, y que no tiene que ver con el desamor. Es que enseguida aparece un aire que sobrevuela cada vez que se nos hace pesada la cotidianeidad, se nos hace injusta la tarea sin compartirla. Sin embargo, abrazamos con todas las fuerzas la maternidad, y vuelvo al eje de nosotras: las mujeres que maternamos solas, para intentar enfrentar al fantasma que nos pisa los talones, ese título en marquesina que nos destroza de miedo, el prejuicio por sobre todos los prejuicios, el talón de Aquiles de nuestro altar de culpas y la palabra arma del patriarcado más feroz: malamadre. 

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Actrices Argentinas nació al calor de la lucha por la Legalización del Aborto. ¡Y ya es Ley! Un camino lleno de micro luchas que son nada más y nada menos que las vivas y las muertas en este recorrido. Digo micro luchas como ironía, porque nos cuentan como una cifra, al igual que a las mujeres y disidencias asesinadas en manos de hombres, víctimas de femicidios. Actrices es mi refugio y el de tantas mujeres que trabajamos en esta disciplina artística. Parecería que hablar de trabajar para nosotrxs es también una ironía: una profesión donde somos un 80% de desocupadxs. Sí, adivinaste, somos más actrices desocupadas que hombres desocupados. Ganamos menos y todo lo que sabemos sobre nuestro techo de cristal. Actrices Argentinas hoy pone la mirada en las mujeres y disidencias que son víctimas de un Estado ausente y revictimizador, de una justicia sin perspectiva de género, que ahora, se le dá por castigar a las mujeres a través de sus hijxs. También pone una luz a las sobrevivientes de femicidio y su sobrevida después, sin un Estado que repare en esa necesidad vital de justicia social. Actrices cuenta con una Eco Misión, porque el patriarcado viola nuestros cuerpos y nuestros territorios.

Mientras tanto, entre asambleas y soledades que a veces sangran, tareas escolares que no sabemos cómo hacer, entre chats con casos que nos estrujan el alma, entre vacíos de todos los colores, viendo qué hacemos de comer con una heladera vacía de comida y de proyectos bien pagos, las actrices volvemos, como a los 18 años, a retomar el sendero de la autogestión. Nos enfrentamos a una pantalla en blanco y un teclado para escribir un monólogo, para ofrecer un taller, para soñar con una cámara y una escena que nos hidrate las venas. En el medio, trabajamos en cada proyecto que alguna compañera está armando, SOMOS RED, también en los procesos creativos de las mujeres de la manada.

Compartimos las historias y los posteos, somos una fuente inagotable de difusión: las mantas de Zuleika , mientras escucha a 100 mujeres por día y putea en mil idiomas hasta que alguien mueve una ficha y logra un poco de equidad; la bijou de Sol; Vida Mía, el programa ecofeminista que hacemos con Lau Azcurra. Única Contenidos podcast; Ayurmate, la yerba de hierbas de Lau y Tamy; el programa de Anabel; la ropa de Emme; los talleres de Lore Vega; los talleres de Maruja Bustamante; la cerámica que hago junto a hijo @conlasmanosceramica, porque dicen que el dolor se enfrenta mejor con las manos, entonces ahí estamos.

Ser artista, presentar proyectos y entender que del otro lado a veces hay una persona que nada sabe del idioma que hablás, es demoledor. Y nos mandan, como gallos de riña, a despellejarnos unxs a otrxs en los concursos. Donde lxs artistas competimos para ver quién come con esa beca este mes; con el alma estrujada de saber que dejaste a alguien con su plato vacío de ingreso y lleno de inseguridades frente a su obra. 

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Entre ola y ola de pandemia logramos magia: en lo personal, el estreno de Implosión, largometraje del gran Javier Van de Couter, mi amigo hermano y uno de los seres más talentosos que conozco, donde tengo el honor de ser productora asociada junto a dos mujeres que admiro @anahiberneri y @lauhuberman. Hace muy poquito estrenamos en radioteatro Noche y Niebla, con Mirta Busnelli y Thelma Fardín, dirigida por Martín Alomar. Ahora preparando a Amparo, un personaje para una película de Susana Nieri, desafío que agradezco infinitamente. ¿Mi deseo más preciado para mi recorrido en la actuación? Que me dirija Javi Van de Couter; es tan maravilloso verlo dirigir actores, con el amor y respeto que lo hace, lo que saca de cada personaje…

¡Qué maravilloso es el teatro! Pero vemos salas que se desintegran porque no dan más. Gritamos con @colectivocine que el fondo de fomento cinematográfico está en peligro ¡que no nos destruyan! Todas las formas de vivir el arte son nuestro derecho humano a la libertad, la creación y la manera en la que elegimos aportar luz al mundo. 

¿Y el goce? ¿Ejercer el goce? Entre tanto hacer y pensar el intento de construir vínculos sexoafectivos donde estén presentes la libertad, la honestidad y la ternura, nos deja a veces fuera del tiempo. Algunas mujeres somos el tiempo fuera del tiempo. No entramos en ningún marco, no podemos, no nos lo permite el alma. Entonces, el goce se corre de terreno, y está en las amistades, en los silencios, en la música, en la lectura, en crear, en un gracias, en tantos “te amo” que nos decimos como un mantra las mujeres en lucha, en los abrazos, en aquellas mariposas en la panza que ahora revolotean simplemente cuando nos cruzamos a alguien que te dice: “Qué linda gente sos. El mundo necesita personas como vos”. Y esa mirada clara y esas palabras simples, son el mejor orgasmo en estos tiempos.

Porque sí, contra todo pronóstico, abrazamos nuestra fragilidad. “¡Quién te ha visto y quién te ve!”, dice parte de una sociedad rancia que nos necesita enfurecidas. Pero muy por el contrario, somos la balsa que nos rescata, nos limpia con jabón blanco los resabios de la hipocresía con que nos enseñaron a vestirnos y nos aleja de un mar brutal.

Los feminismos somos esa balsa mullida y cómoda, con mantas tejidas a mano, con un mate con miel y lágrimas dulces. Y risas. Mucha risa para seguir.

Las opiniones y comentarios desarrollados en esta publicación responden a la subjetividad de lxs autorxs que participan.