La polaca
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José se despertó de golpe. El despertador estaba programado para mucho más tarde y el sueño profundo de ese cuerpo robusto de un metro ochenta, que acostumbraba a roncar a los siete vientos, se interrumpió como nunca. A su lado, Mariela no dejaba de gritar.
Lima, 2002 – Madrid, 2022
¿A qué edad te fuiste de tu casa?
El crucifijo que cuida a Mamá está sobre la cama. Es la primera vez que le presto tanta atención. Como si le estuviera pidiendo algo.
No soy de mirar tanto el techo de mi cuarto. No me gusta mucho estar boca arriba. Creo que el rincón que más conozco es el que aparece cuando giro hacia la izquierda.
Hay dos clases de miserables que te tocan el timbre antes de las nueve: los vendedores y los cobradores. Solo se diferencian en que los cobradores no sonríen cuando les abrís.
Una de la mañana me escribe mi psicólogo por privado de Instagram. No era tan raro salvo por la hora. Nos tenemos en redes, no sé si por alguna investigación profesional o solo porque le gustan mis fotos.
La ballena no me miró, ni supo que yo estuve observándola tanto tiempo.
Tres disparos y silencio. Uno, dos, tres. Humo tímido y olor a pólvora en el ambiente.
Es difícil que las cosas salgan bien. Disculpe si me pongo reiterativa, pero es algo que me preocupa mucho: la dificultad para que las cosas salgan bien.
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Era sábado por la noche y estaba acostada, a punto de agarrar mi libro de cabecera antes de conciliar el sueño. Vibra mi teléfono. Había ingresado un mensaje por instagram, en la bandeja de privados.
Sobre la cama, dos prendas extensamente planchadas.
Hace algunos años el inventor y electricista Henry Jesús Navarrete Pruost desarrolló un proyecto revolucionario que no llegó a producirse en serie solo por esos caprichos del destino.
¨Hasta la hacienda baguala cae al jagüel con la seca¨ Viejo Vizcacha (¨La vuelta de Martín Fierro¨)
¿Me hicieron creer quién era?
Me levanto, intento dar unos pasos por la habitación y no puedo, algo hace que no pueda. El silencio absoluto de la madrugada me incomoda, pero me quedo. A una determinada edad una sabe que esto puede pasar, pero cuando pasa…
Hay una cierta rigurosidad que caracteriza a quienes trabajan en la ciencia o en disciplinas técnicas. La matemática, la aviación, la ingeniería, por ejemplo, no permiten los viajes de la imaginación y deben abocarse inevitablemente a sus postulados históricos para funcionar y que, por supuesto, el mundo funcione.
Hoy soñé que caminaba en un país que no era el mío y, sin quererlo, en esa ciudad del desierto, me aproximé a un tumulto en una esquina de edificios y baldíos.